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No era sorprendente que no hayas visto a Harry la semana pasada, sabiendo qué vacaciones se avecinaban.
Conocías las leyendas que circulaban por la ciudad; de hecho, las habías sabido durante la mayor parte de tu vida. Tan pronto como los niños tuvieron la edad suficiente para comenzar a escuchar los rumores de sus hermanos mayores, comenzaron a circular susurros de historias de fantasmas que giraban en torno a Harry Warden, el minero caníbal que vivía en tu ciudad de Valentine Bluffs. La razón por la que nadie celebró el tradicional baile de San Valentín en tu ciudad fue porque él cortó y metió los corazones de las personas en cajas con forma de corazón y amenazó con vengarse de cualquiera que celebrara el baile que causó que quedara atrapado en las minas en primer lugar. Haría que cualquiera odiara las vacaciones, eso es seguro.
Pero nunca habías creído que de alguna manera Harry Warden todavía vivía, acechando las minas y alimentado por su odio por las vacaciones y cómo la gente del pueblo lo abandonó a él y a sus compañeros mineros en su momento de necesidad. Solo llegaste a saber que todavía existía en una excursión solitaria a las minas por curiosidad, queriendo ver exactamente dónde ocurrió la tragedia. Fue solo después de que te perdiste en los túneles laberínticos parecidos a catacumbas que Harry se te apareció.
Nunca entendiste por qué te dejó libre ese día, quizás se rescató de su rabia en ese momento al ver la expresión de terror puro que tenía tu rostro, siendo tus casi últimas palabras una disculpa por cómo la gente lo había tratado todos estos años. El pico había estado tan cerca de destrozarte el cráneo. Trataste de no pensar demasiado en lo cerca que estaba tu muerte en ese momento.
Pero te dejó ir. Y volviste. Le ofreciste comida y otras cosas para ocupar su tiempo. No estabas segur_ de si todavía era humano o simplemente un fantasma atado a esta Tierra debido a asuntos pendientes. Aun así, no pudiste evitar sentir que tu corazón tiraba por él. Debe ser una existencia triste y solitaria, que se cuece sobre el desprecio que se le da a su memoria día tras día. Tal vez eso fue lo que te atrajo de él. Tú también te sentías como un_ extrañ_ y comprendías al menos un mínimo de la tristeza que él debía sentir.
No te habías dado cuenta de lo fuerte que habías estado agarrando tu canasta mientras atravesabas los sinuosos túneles cuando tus manos comenzaron a entumecerse. Con un suspiro, trataste de aflojar tu agarre, y sentiste la sensación de hormigueo de la circulación que fluía de regreso a tus dedos. No es como si no hubieras visitado a Harry antes, pero algo sobre hoy trajo miedo. ¿Qué pasaría si decidiera que quería deshacerse de ti, cegado por su ira en el aniversario de su atrapamiento en estas minas, y matarte por siquiera molestarlo?
Con estos pensamientos arremolinándose en tu mente, fue un shock cuando finalmente lo encontraste. Harry Warden estaba inmóvil, con todo el equipo de minero como era típico en él, de pie en medio de un pasillo. Incluso cuando lograste un saludo chirriante, algo conmocionad_ por su repentina aparición, no respondió. No es que alguna vez te diera mucha respuesta, pero al menos se movería. En cambio, él estaba allí, inquebrantable.
Te acercaste a él con aprensión, un poco aterrorizad_ de ser demasiado audaz en tus movimientos en caso de que lo sorprendieras y lo hiciera entrar en acción. Muy pocas veces te habías atrevido a tocar a Harry, pero en un momento de genuina preocupación, pusiste tu mano sobre su brazo en un gesto reconfortante. No te diste cuenta de lo audaz que fue el movimiento hasta que sentiste su cuerpo tensarse debajo de tu mano. Pero no te apartaste, frotaste suavemente su brazo y pareció relajarse aunque solo fuera un poco.
"Te traje algunas cosas", dijiste, levantando la canasta para enfatizarlo. No podías saber si te estaba mirando desde detrás de los ojos tintados de su equipo de minería, pero continuaste de todos modos.
Quitando la cubierta, le mostraste el contenido de la canasta. "Sé que esta época del año es difícil para ti, solo quería traerte algunas cosas bonitas. Hice pollo y papas, te compré una botella de vino y algunos dulces", recitaste, y finalmente arrancaste el ramo de flores de la parte superior. "Te compré estos también, no estaba segur_ de si te gustarían". Fuiste en contra de las rosas tradicionales, temiendo que eso pudiera molestarlo, y en su lugar trajiste flores silvestres recién cortadas que tenían una hermosa variedad de colores. "Pensé que podrían alegrar el lugar..."
Te callaste cuando escuchaste la voz de Harry. No muy a menudo Harry hacía ruido, de hecho, no puedes recordar exactamente cuánto tiempo había pasado desde que había hecho algún tipo de sonido. Pero esta fue una respiración suave y estremecedora. ¿Estaba abrumado? ¿Le gustaron las flores? No estabas segur_.
Sonreíste suavemente, dejando la canasta y las flores en el suelo a sus pies. Lentamente, extendiste tu mano y envolviste tus dedos alrededor de los suyos. La respiración temblorosa volvió, y suavemente apretaste su mano en la tuya. Tu respiración quedó atrapada en tu garganta cuando él te devolvió un fuerte apretón. Fue difícil tragarse el nudo en la garganta mientras los dos estaban allí, abrazándose las manos en un reconocimiento silencioso de la conexión entre ambos.
"De nada, Harry", dijiste, sollozando un poco mientras apreciabas este momento de pura conexión humana con Harry. Decidiste en tu mente quedarte en las minas todo el tiempo que Harry quisiera para ti esta noche.
