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☆Pedido
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"P-Por favor.."
Tu voz se quebró en otro sollozo, tus frágiles manos estaban fuertemente atadas al marco de la cama, tus débiles piernas estaban amarradas de manera que estaban dobladas y no podías estirarlas. La lente de la cámara estaba dirigida directamente hacia ti, tus piernas abiertas para que se pueda ver tu polla dura y tu agujero implorante. El semen se deslizó a lo largo de tu miembro, tu agujero se estremeció, lleno de semen. Tus piernas temblaban, tu piel suave marcada por múltiples mordidas.
Otro gemido escapó de tus labios, estabas rogando, rogando que el hombre que admira tu estado vulnerable te toque.
La habitación estaba lo suficientemente oscura como para que no lo vieras y solo tu cuerpo fuera visible, escuchando solo pasos silenciosos caminando alrededor de la cama grande. Sus pies se arrastraban por el suelo, haciéndote temblar ya que solo podías escuchar el movimiento de la tela y su respiración constante. Te hizo esperar, un minuto angustiosamente largo que parecían horas. Solo podías rogar más, adorándolo.
“..M..Maestro! ¡Maestro, por favor!” Suplicas de nuevo, siguiendo su movimiento con los ojos. Intentaste verlo, tratando de captar la mirada de lujuria en sus ojos. Parecías miserable, una vista que extrañará todos los días, tus labios temblaban mientras tu circunferencia rígida se contraía y goteaba dulces gotas de semen. Lágrimas corriendo por tus mejillas, tus labios hinchados sangrando por tus dientes apretados. Un repentino jadeo escapó de tus labios cuando sentiste la hoja fría y afilada de su arma característica rozando la piel de tu cuello. Miraste hacia arriba para encontrarte con sus ojos deseosos, una leve sonrisa en tus labios mientras tu cuerpo temblaba bajo el cuchillo. El cuchillo viajó por tu vientre, amenazando con hundirse en tu piel en cualquier momento, arrancándote un gemido cuando rozó tu polla.
Debajo de su máscara, sentiste que su mirada pesada te aplastaba contra la cama, sintiéndote tan pequeño como un ratón. Tu polla tembló cuando sentiste la hoja afilada contra tus bolas y viajando a lo largo de tu muslo. Sin romper el contacto visual, suplicaste en silencio. Tu agujero revoloteando, querías que te tomara, que te usara como un muñeco de trapo.
Escuchaste su respiración volverse brusca, su mirada rompiendo con la tuya para admirar tu frágil cuerpo. Su mano libre acarició suavemente tu vientre, sus dedos acariciaron tímidamente tu piel como si fueras una muñeca de porcelana. Empezó a perder la compostura, la necesidad de verte llorar y escucharte gritar por su gruesa polla lo abrumaba. Tenía que mostrarles a todos a quién pertenecías, tenía que demostrar frente a la cámara que eras suyo. Quería que todos vieran tu lindo agujero tomando su polla como un buen chico.
Tu corazón comenzó a acelerarse cuando tus ojos se encontraron con los de él. Reconociste esta mirada, esta mirada que mostraba una lujuria ardiente, un fuerte deseo.
Liberando su polla, presionó la hoja de su cuchillo contra tu cuello, haciéndote gemir. Un grito chirriante voló en la habitación cuando sentiste su gran miembro llenando tu vientre, estirándote por completo. Apretaste su polla, incapaz de ajustarte debido a su brusco empuje. Le gustaba plantar su polla profundamente en ti, viendo el contorno de la misma en tu vientre. Un suspiro de alivio escapó de sus labios, finalmente sintiendo tu pared necesitada cerrándose a su alrededor. Eso es todo lo que necesitaba, su puta necesitada ordeñándolo.
“¡M-Maestro! ¡P-..Por favor!” suplicas entre tus gemidos, el dolor mezclándose con el placer. Se sentía como si te estuviera desgarrando mientras golpeaba dentro de ti, golpeando tu próstata con facilidad. Su empuje violento te hizo ver las estrellas, tu cabeza mareada, solo pensando en su polla maltratándote.
El cuchillo mantuvo tu cabeza erguida, presionando contra tu cuello y acomodándose debajo de la línea de tu mandíbula. Tu polla tembló, tu lengua fuera de tu boca, babeaste como un perro. Tus ojos se ponen en blanco cuando sentiste que sus caderas se volvían erráticas, empujando sus bolas dentro de ti. Ni siquiera podías escuchar los gruñidos silenciosos que salían de su garganta ya que no podías contener los gemidos lascivos. Oíste que el cuchillo golpeaba el suelo cuando la sensación de frío abandonó tu cuello, reemplazada rápidamente por su mano fuerte que se posaba alrededor de su garganta. Cortándote la circulación sanguínea, tiraste de la cuerda que te ataba las manos. Querías abrazarlo, enredando tus manos con las suyas mientras te arruinaba el culo. Intentaste formar palabras, pero solo salían sílabas distorsionadas de tu boca.
Su empujón abrupto se volvió difícil de manejar, su polla latiendo dentro de ti. Tu agujero revoloteó, tus paredes apretándose a su alrededor. Gritaste su nombre, sintiendo su semen caliente y espeso llenar tu cuerpo. Fluyendo montones de semen en cada embestida, te llenó. Alcanzaste tu propio orgasmo, tus ojos rodaron hacia atrás en tu cráneo. Sentiste su semen deslizarse por tu culo, tus piernas débiles y temblando por el placer que habías sentido. No tuviste tiempo de bajar de tus sentimientos anteriores, sentiste que su polla salía de tu trasero y abruptamente se empujó dentro de ti. Gritaste, tu cuerpo se tensó por la sobreestimulación. Sin poder decir nada, lo miraste con los ojos muy abiertos, tratando de rogarle que se detuviera. Su mano alrededor de tu garganta, te empujó contra la sábana, sabiendo que tenía que mostrar a quién pertenecías. Podrías suplicar todo lo que quisieras, él te iba a follar hasta que terminara.
