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Llegó a casa antes de lo que esperabas. La puerta trasera cerrándose lentamente pero lo suficientemente fuerte como para alertarte de que había llegado. Sonreíste con alegría mientras te levantabas del sofá de la sala y te dirigías hacia donde él estaba en la puerta, cubierto de sangre, con un cuchillo en la mano y amenazando con dejar que la sangre goteara sobre tu piso limpio. Su cabeza gira levemente reconociendo tu presencia, deja escapar un gruñido y te das cuenta por una vez que Michael suena sin aliento. Puedes sentir sus ojos en ti, escaneando tu figura que estaba de pie con una camisa que era demasiado grande para tu cuerpo, su camisa.
Algo hace clic dentro de él, algo se rompe y camina hacia ti a un ritmo tranquilo y lento como lo hace con sus víctimas que intentan huir de su final cercano. Tus ojos de cierva lo miran sin una pizca de miedo en tu cuerpo y es divertido para el hombre, pararse delante de ti y hacer que tengas que estirar el cuello y dar un paso atrás para mantener el contacto visual.
"¿Michael?" Sale más tranquilo, más manso de lo que querías, sus ojos parpadean entre su intensa mirada y el cuchillo en su magullante agarre. Sabías sin duda que él nunca te haría daño, pero es ilegible y hace que el calor se arremoline en la parte inferior de tu estómago mientras pensamientos sucios llenan tu cabeza.
Se queda así por unos momentos dejando que la anticipación se filtre en ti hasta que su mano libre te agarra por la muñeca y te arrastra detrás de él mientras tropiezas con tus pies con un pequeño jadeo.
La puerta del dormitorio se abre y en cualquier otra situación asumirías que está enojado, incluso lívido, pero esto es diferente. El aire está cargado de una tensión que ha creado desde que entró en tu casa, al ver tu cuerpo envuelto en algo suyo que hace que algo posesivo se mueva dentro de él. Una necesidad, un deseo de tenerte y reclamarte aunque ya lo haya hecho muchas veces antes. Quería ver cuánto podía tomar antes de desmoronarte, inhalando su olor que consistía en suciedad y el olor irónico de la sangre con un leve olor a colonia que había robado de la casa de una víctima en algún momento.
Estás retenida contra su cuerpo sin salida, bellamente sentada en su regazo al final de la cama frente a tu espejo de cuerpo completo y los engranajes de tu cerebro tardan un poco en comenzar a girar hasta que te da otra pista al sentarse y dejar el cuchillo en la cama a su lado para manchar las sábanas mientras presiona sus manos contra tus senos que encajan perfectamente en sus palmas, les da un apretón burlón mientras mira tu reflejo en el espejo.
Tus ojos se abren como platos y un suspiro sale de ti ante la presión repentina, tus mejillas se calientan de vergüenza mientras tratas de mirar hacia el suelo, pero a él no le gusta eso y lo muestra con un gruñido, agarrando bruscamente tu barbilla y empujando tu cabeza hacia arriba para que te mires al espejo y al estado en el que te estás desmoronando.
