05

807 144 55
                                    

—Buen trabajo —Momo sonrió luego de recibirnos en el departamento.

Al parecer se había quedado en él monitoreando nuestros pasos y el hilo de la conversación, su sonrisa burlona me lo dijo. También pude ver que cats se encontraba acurrucado en el sofá donde la azabache se sentó luego de felicitarnos, donde tomó una laptop y la puso sobre su regazo comenzando a teclear algunos datos que desconocía.

—Veo que se tomaron muy enserio su papel.

—Cállate —espetó Katsuki refunfuñando antes de marcharse a su habitación—. La próxima vez dame otro maldito papel —fue lo único que dijo antes de marcharse a grandes zancadas hacia su habitación.

—Así es él —dijo la chica sin despegar su vista de la pantalla luego de que mirara a Bakugo marcharse a su habitación sin siquiera darme las gracias por cooperar en algo de lo que no soy una completa conocedora—. Trabajar con Shoto no es lo suyo aunque lo hacen muy bien. Actuar como si fueran mejores amigos fue un golpe a su orgullo —no sé si pudo darse cuenta de la confusión que había en mi cara para decir aquello; tampoco si logró percibir la pequeña decepción que sentí al creer que se trataba de mi, pero luego de ello sentí un indescriptible alivio y un peso menos de encima por creer que había metido la pata o algo—. Pero dime... —continuó dejando esta vez su computadora— ¿Cómo te sientes? ¿Qué tal tu nueva vida? ¿Te sientes segura con Bakugo aquí?

Realmente no sabía qué responder a esas preguntas, o cómo responderlas sin parecer una chica perdida en el mundo que tuvo la fortuna de toparse con un tipo como él.

—Creo que estoy bien —fue lo que dije para empezar mi pequeño monólogo teniéndola como una atenta oyente. Debo admitir que la postura que tomó para demostrar que me ponía atención me pareció tan elegante que recuerdo haberme dicho que debía adoptar una semejante, pero solo terminé por sacarle una sonrisa a la chica—. Aunque es extraño este nuevo cambio —me sinceré—, no es lo mismo haber estado en mi pequeño departamento a uno que es casi el triple de grande y lujoso, y que no podría ni pagar con tres años de sueldo en mi antiguo empleo. Y —miré rápidamente el pasillo que llevaba a las habitaciones asegurándome que Katsuki no estuviera ahí de curioso— ...tenerlo aquí... realmente me da seguridad, aunque es un idiota por cómo se comporta conmigo —no sé por qué sentí que Momo era una psicóloga con la que podía quejarme de mi falso esposo— ni siquiera se dignó a darme las gracias por lo de hoy o al menos explicarme bien qué debía hacer o decir —me crucé de brazos indignada.

Yaoyorozu solo rio para sí misma y luego me miró con una genuina felicidad—. Deberás acostumbrarte a ello. Bakugo es un hombre de pocas palabras y muchas acciones. Si te soy sincera, nunca lo he visto mostrarles amor a sus novias.

Creo que un putazo dolía menos.

—¿Novias? —no sé si soné como esa típica protagonista que se desanima al oír que su enamorado tiene a alguien más... «¡Ah caray, soy yo!»

—Si, en el pasado ha tenido —respondió con tranquilidad volviendo a su laptop—. Pero por el trabajo que tiene decidió dejar las relaciones de lado.

Me hubiera creído todo eso. Neta, se los digo. Hubiera creído que Bakugo no tenía interés alguno por tener una relación más si no hubiera sido una maldita curiosa tiempo después al dejarme llevar por mis emociones de adolecente enamorada por primera vez y no hubiera permanecido más tiempo con él...

Podría decir que pasaron algunos días sin que hubiera algún movimiento extraño o alguna especie de pequeña misión encubierto como la última para salir del departamento. Admito que fue placentero permanecer en ese lujoso lugar mientras disfrutaba a mis anchas de cada delicia que me ofrecía la nevera que Momo solicitó llenar de cuando en cuando para asegurar que estuviera bien y sin necesidad de salir. Si bien no me lo dijo abiertamente, tendría que permanecer dentro de este lujoso departamento luego de haberme dejado ver con Bakugo el día que nos reunimos con Todoroki, pues según las personas a las que están investigando podrían hacer lo mismo con nosotros y encontrarme como un blanco fácil para obtener lo que sea que quisieran. Sinceramente debo decir que eso me aterra y me hace pensar que hubiera sido mejor haber dejado a Bakugo en aquel callejón cuando lo vi en el suelo, pero las comodidades que tenía me decían que eso no erwa verdad y que mejor continuara disfrutando de todo sin problema. Creí que sería estúpido de mi parte no aprovecharlo, si el de arriba lo había mandado ¿Quién era yo para negarme?

Realmente no sabía cómo es la vida de una mujer casada, pero puedo decir que la de una mujer falsamente casada es lo máximo, y más si tu falso esposo es un agente secreto. Okey, quizá suene a que soy una interesada, pero esa no es la realidad, la verdad es que me prohibieron hacer alguna actividad que implicara salir de ese departamento, al menos sola, lo que significaba que dentro de todas sus paredes —porque no solo son cuatro, déjenme decirles— podría hacer lo que me viniera en gana, desde correr como una loca de aquí para allá, poner música a un volumen aceptable que me permitiera sentirme en un concierto y bailar sin saber que podría estar invocando a un demonio con una especie de danza desconocida a lo que yo veía unos buenísimos pasos de baile; recostarme y ver películas mientras mimaba a cats que llegaba a mi cuando tenía hambre el muy interesado, y demás actividades que se pudieran hacer en un lujoso departamento que no se mantenía con un sueldo que era mío.

Sin embargo, a veces la soledad llegaba y me bajaba los ánimos. Si, estaba sola en mi antiguo hogar, pero no lo resentía tanto al saber que realmente estaba sola, porque aquí al menos siento que puedo llamar a alguien. Y no me refiero a Momo, sino a Bakugo, después de todo vivimos juntos. Pero no respondía mis llamadas ocasionales aun cuando tratara de ser lo menos molesta posible, le escribía mensajes preguntando si quería comer algo en especial pero solo recibía respuestas diciendo que no llegaría a cenar y que no me molestara en ello. Tontamente comenzaba a creerme ese maldito papel de mujer recién casada y aunque me repitiera una y otra vez que solo era una maldita mentira, seguía cayendo en ella, porque creía que Bakugo en algún momento se comportaría como una vez lo hizo estando delante de Shoto, y continué con esa idea por varios días más, tratando de no parecer una molestia y solo responderle cuando él llegaba a escribirme al menos preguntando por algo que olvidó en el departamento.

Cuando me vi cansada de tanto esperar a que me escribiera, o me pidiera algo que no tuviera que ver en su trabajo, fue cuando me decidí hacer lo que solía hacer en mi antiguo hogar... mandaría al carajo esa pequeña regla de escuchar música a un volumen que no molestara a los vecinos de otros departamentos, me quedaría con la ropa que usé para dormir mientras me dedicaba a hacer los quehaceres —porque no iba a quedarme sentada todo el día mientras veía al personal de limpieza hacer un trabajo que también me correspondía— y luego me decidiría por hacer una pequeña comida que luego acompañaría con helado mientras veía un maratón de películas. A fin de cuentas, Bakugo llegaría a altas horas de la noche, donde yo ya descansaba plácidamente en aquel gran colchón que me hacía pensar que dormía en el mismísimo cielo.

Sin embargo, no sé si para mi maldita desgracia, o por la futura suerte del destino, ese día en que me decidí a romper algunas reglas, él llegó tempano. Mi concierto se vio interrumpido y me vi obligada a dejar a mis fans (los muebles) con granas de más solo para recuperar la poca dignidad que me quedaba cuando di media vuelta y lo encontré recargado en el marco de la puerta no sé si disfrutando de la vista o encontrando varios motivos para burlarse de mí en el futuro. No les miento que vi tentadora la ventana para lanzarme de ahí mientras le mostraba los dedos medios al huir, o esperar mi pronta muerte si consideramos la altura del edificio donde estaba. Mi maratón de películas no se vio tan afectado después de ello, pues simplemente se limitó a preguntar si realmente había madurado o se preguntaba a sí mismo si había hecho bien en traerme con él. No noté un tono arrepentido en su voz, sino extrañado tal vez... no sé cómo explicarlo, pero no me pareció que se molestara por lo que hice en su ausencia, quizá la limpieza que había hecho antes de ponerme a bailar y a cantar como una demente compensaban mis faltas a lo que Momo me había pedido, o a él no le importaban.

En cualquier caso, les confieso, ese día supe que algo en mí había cambiado. Supe que comenzaba a enamorarme de él.




FEB27022022

Agente 001: Dynamight [Katsuki Bakugō] Where stories live. Discover now