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La vida era completamente diferente cuando era solo una panadera que residía en la gran manzana hace unos meses... debería alardear de la tranquilidad y comodidad de la que gozaba cuando mantenía una vida despreocupada e ignorante antes de darme cuenta de que mi vida corría peligro las veinticuatro horas del día los 365 días del año más uno por cada año bisiesto. Mi mente pudo explotar aquella tarde en esa playa llamada "Del Cabañal" en Valencia, España, cuando mis pies estaban cubiertos por la arena de mar que esa tarde ardía apenas la pisabas sin usar sandalias.

Mi vista perdida en el horizonte observando el ocaso que pintaba los nubarrones de tonos rojizos, naranjas, rosas y morados, me envolvía en esa tonalidad carmesí que me recordaba a cada instante la intensa mirada de Bakugo; y el color dorado del mar a sus pies impedía que dejase de verlo de una forma tan distinta a como un escultor mira su más grande obra maestra. El viento soplaba lo suficientemente fuerte para provocarme un escalofrío a pesar del clima caluroso y la temperatura que aún quedaba del día soleado. Algunos grupos de personas se marchaban y otros regresaban entre amigos para pasar el rato alrededor de una fogata que aún no lograban encender.

Tal vez me hubiese reído de ellos a escondidas, pero mi mente ya estaba perdida en una persona, en un trabajo que había olvidado y en una vida que no sabía cómo retomar sin darme la oportunidad de asimilar lo sucedido en todo ese tiempo que estuve alejada viviendo una vida que creía que me pertenecía. Un nudo en la garganta estaba formándose, un vacío en mi pecho volvía a surgir y un retorcijón en mi estómago me dijo que nada de lo que estaba ocurriendo me sentaba bien. Sobre todo si consideraba que habían pasado apenas doce horas desde que habíamos logrado sacar a Bakugo de Italia luego de encontrarnos con Tenya.

Esas doce largas horas fueron las que me obligaron a coger una motoneta rentada como una turista y alejarme de lo que conocía de antaño solo para perderme en un lugar donde nadie podría reconocerme. No podría saber si era la primera vez que visité el mar o si alguna vez me di la oportunidad de disfrutar de una vista como aquella; pero si supe que no disfruté ese instante, porque una de las personas más importantes para mí estaba debatiéndose entre la vida y la muerte. Y yo, como toda una cobrarte que recordaba ser, también me negué a quedarme ahí solo para escuchar una noticia que ni siquiera deseaba imaginar pero que tal vez, en algún punto, no podría afectarme... no estaba tan segura.

Mis emociones estaban tan revueltas aquella tarde que llegué a pensar en escaparme y regresar a la vida que tenía. La inventada. La que no me generaba tanta ansiedad como esa vez, ni miedo como el hecho de creer que al salir de la panadería un asaltante me elegiría como su próxima víctima.

Añoraría adoptar un gato naranja al que saludaría todas las tardes con una lata de atún que él esperaría con ansias y al final del día leería un buen libro con café en manos y mi gato ronroneando sobre mi regazo. Una vida de ensueño.

No estaba segura si amaba a Bakugo o me encontraba en un punto intermedio de un posible enamoramiento o simple admiración por su trabajo y el cómo lo hacía. No sabía si me estaba enamorando de él bajo la identidad de la panadera o revivía unos sentimientos que la antigua Night Hunter desarrolló con el paso del tiempo y olvidó gracias a la LEO. No sabía si estaba mezclando una vida profesional con una personal.

Y eso podría ser un gran error.

Porque ahora que corro hasta él. Ahora que comprendo la severidad de lo que está por pasar en el mundo y lo grave que puede ser, sé que no solo su vida corre peligro. Y me siento inhumana al solo preocuparme por él y no por el resto del mundo al querer salvarlo solo a él.

Estoy dispuesta a arrebatarle la vida al hombre que está delante de él, apuntándole con un arma, sin importar cómo.

Quizá una parte de mí siempre perteneció a los villanos cuando estuve bajo su mando...

—Mina eligió un buen lugar ¿No es verdad?

Pero Izuku llegó en el momento adecuado. El indicado. Su mano se apoyó sobre mi hombro descubierto debido a que no usaba mi chándal correctamente. La tibieza de su mano me desconectó del mundo de mis pensamientos, penas y angustias y me regresó a ese presente que era tan calmo y pacífico, aunque no pude tranquilizar mi ansiedad. Su voz sonaba serena, pero no tan alegre como otros días o como la recordaba, y aquello solo podía darme una notica, aunque una parte de mí dudaba porque recordaba muy bien que a él no se le daban las mentiras o quizá se había hecho un experto en ello mientras no estuve.

—Tienen buen clima y vistas maravillosas —dijo, mirando al frente como yo—. Desde el hotel este atardecer no podría verse.

—No podrían verlo, aunque quisieran. Lo sabes muy bien —solté, estoica.

Tan fría y cortante porque estaba preparando a mi mente y cuerpo para recibir la noticia, la que él trajera consigo. La que me quitaría las ganas de todo por un tiempo o quizá toda la vida. La que me recordaría mi incompetencia y mala decisión de no haber dejado que Sero ocupara mi lugar cuando yo no tenía las mismas capacidades que años atrás. La duda de si aquella bala había sido mía o no surcó mi mente, y antes de saber lo que Midoriya tenía que decirme ya me había echado la culpa.

—Tienes razón... —suspiró algo desanimado.

Yo me quebré por dentro.

—Por eso me han enviado a buscarte y asegurarle a Kacchan que aun estás con nosotros.

El sol se ocultó por completo, pero yo pude ver el último rayo de sol que iluminó el rostro de Izuku con una sonrisa llena de alivio antes de mirarme y contarme que Bakugo había despertado unos minutos después de marcharme y que habrían pasado al menos media hora tratando de tranquilizarlo e inmovilizarlo luego de haber preguntado por mí. Según mi compañero, Katsuki había creído que yo estaba de vuelta con la LEO y que todo su esfuerzo habría sido en vano.

Yo no le creí. Me dije que ya era todo un experto en decir mentiras y que había aprendido a usar su lindo rostro para acompañarlas con una caricia que al final te regresaría una cachetada muy dolorosa. Yo esperé a que me dijera lo contrario: que Bakugo ya no había despertado y él fue el elegido para darme una noticia que no sabría cómo manejar y afrontar con todo el cúmulo de sentimientos que experimentaba tras recuperar la memoria.

—Estás mintiendo —dije a los minutos—. Eso es una mentira.

—¿De verdad crees que yo podría mentirte?

Y para encontrones, no podría decir quien se acercó a quien, porque, cuando menos lo esperé, los brazos de Izuku me sostenían para no dejarme caer envuelta entre mis lágrimas que podrían tener tanta felicidad y una pizca de otras emociones que no podría identificar en ese momento.

Me estaba reparando al dejar escapar las emociones que había acumulado en esas doce horas y las posteriores al recobrar la memoria; pero también comenzaba a corromperse una parte de mí.

La que aún les pertenecía a los villanos.



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⏰ Última actualización: Jan 27 ⏰

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Agente 001: Dynamight [Katsuki Bakugō] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora