07

755 115 52
                                    

—¿Estás seguro? —recuerdo que esa fue la voz de Momo en la sala, la escuché un poco molesta, supongo— ¿Cómo crees que se lo tome ella? ¿Al menos se lo has preguntado, Bakugo?

Ojo, no me cataloguen como una chismosa por quedarme a medio pasillo oyendo una conversación que nunca debí escuchar, o al menos no sin saber el contexto. Yo solo me dirigía a la cocina a prepararme mi desayuno habitual creyendo que me encontraba sola en el departamento. Como todos los días desde que llegué, aunque Momo a veces me hacía compañía y conversábamos, eso me ayudaba a no sentirme tan sola.

—Yo fui quien la trajo, yo tomo esta decisión —bramó Bakugo con ese tono ronco de voz que suele usar para sermonearme cuando hago algo mal. Como el día en que llegó y me tomó por sorpresa cantando por todo el departamento mientras el I was made for lovin'you sonaba a todo lo que daba. No me arrepiento de ello, me sentí más viva que todos los años que llevo de vida por creer que desafiaba a la ley, cuando solo desafiaba a Bakugo, aunque casi era lo mismo.

Como sea... esa mañana me cuestioné si era bueno presentarme ante ellos sabiendo que la conversación se vería interrumpida, porque estaba segura que el tema de conversación era yo, al menos que ese agente secreto hubiera traído a una o más chicas aparte de mí; pero también me puse a pensar en que no sería lo correcto meter mis narices en donde no me llamaban y al final decidí no entrometerme, pero si escucharía qué decían de mí. Wey, si escuchaba mi nombre debía saberlo. Pero para mí yo de ese entonces no fue lo correcto.

—Eso o se vuelve un estorbo. Y lo sabes Yaoyorozu —añadió con mayor altivez, como si estuviera fastidiado por las insistencias de la azabache respecto al tema.

Y la verdad era que necesitaba el contexto de la situación, porque llegué a creer que era un obstáculo para Katsuki en todos sus planes, en su trabajo..., bueno, era obvio que llegaría a convertirme en ello, pero no porque yo quisiera, no. Desde el principio él fue el que quiso involucrarme en todo esto. Si solo se hubiera ido de mi departamento el día en que lo conocí, su vida y la mía seguirían siendo más fáciles.

Él no tendría que lidiar conmigo ni mucho menos hablaría con Momo del estorbo que era en su vida y trabajo.

Y yo no comenzaría a hacerme ilusiones con él, un hombre salvaje... tan luchón... que me prende y me lo llego a imaginar cómo-

Bien, no me extiendo más de la cuenta, pero comenzaba a creer que ese hombre jugaría un papel importante en mi vida, uno en donde yo no volvería a sentirme sola, y no es algo que quiera romantizar, no, simplemente como un buen amigo o alguien que cambiara mi vida dándome esas oportunidades que no tuve en el pasado, solo eso. Luego de aquella comida con su mejor amigo, creí que, a pesar de no saber toda la información, estaba haciendo las cosas bien. No pretendía distraerlo, mucho menos pedir cosas, aunque fueran mínimas, porque tenía suficiente con un techo —cofcoflujosocofcof— en el que podía comer y dormir. Con eso me daba abasto, lo demás ya era una avaricia.

—Lo entiendo —finalmente escuché a la chica luego de unos minutos de silencio, resignada—. Solo asegúrate de decírselo. Ella merece una explicación.

¿De qué, maldita sea? ¡¿DE QUÉ?!, me cuestioné al instante ¿Dónde podía pedir cinco dólares de contexto? ¿Me iban a correr? Si era eso, agradecería que me avisara al menos para arreglar mis maletas y que no me botara a la calle así como así, después de todo no creo que quisiera quedarse con cosas mías, no iban con lo refinado que era su departamento, incluso yo no quedaba en ese sitio. Y si, llegué a divagar. Tanto que no me di cuenta del momento en que él se topó conmigo cuando, quizá, planeaba ir a mi habitación para correrme de una buena vez.

Recuerdo que, estúpidamente, pensé en hacerme pasar por una pintura o escultura en tercera dimensión, solo para disimular o fingir que no existía y que no había escuchado nada de su conversación; no les niego que en mi mente eso se vio tan absurdo que terminé por recordarme los motivos por los que tal vez Bakugo pensaba echarme a la calle.

Estaba equivocada.

—Ven conmigo —demandó y dio media vuelta para encaminarse a la sala de estar.

—¿Qué? —hablé confundida.

—Seguramente escuchaste todo —en realidad no había sido todo, solo aquello que se encargó de hacerme pensar demasiado al punto de provocarme una crisis existencial ¿no te diste cuenta?

—¿Me echarás a la calle?

Le que pregunté sin rodeos. Me dije a mi misma que si lo iba a hacer, al menos me mostrara segura y que no me viera sumisa ante él. Nunca pensé en rogarle que me dejara quedarme prometiendo algo que tal vez nunca haría, aunque confieso que a él no le negaría nada... hipotéticamente, claro.

—¿De qué demonios hablas? —me preguntó mirándome desde el centro de la sala, con su ceño fruncido y seguramente preguntándose si yo había consumido alguna sustancia que me hiciera pensar cosas—. Límpiate muy bien esos oídos si vas a escuchar a escondidas, al menos —me regañó sobándose la frente con decepción.

—Entonces... —finalmente había mostrado mi cara y me acerqué a la sala, Momo ya no estaba en el departamento.

Bakugo suspiró y tomó asiento en el sillón individual como todo un hombre de la mafia. Les cuento... esta vez portaba un traje gris que me indicaba se iría a su trabajo muy pronto, solía vestir siempre de esa manera cuando acudía a su agencia, cualquier otra vestimenta significaba disfraz seguro para salir a las calles a buscar información y donde, tal vez, entraba yo como un complemento. Sigo, cuando se sentó, su espalda se encorvó lo suficiente hasta que sus codos se apoyaron sobre sus muslos y, desde mi posición, cuando me miró, con sus ojos carmesí que brillaban ligeramente y una seriedad bastante atractiva, me dio una vibra de chico malo, de esos que te miran como todo un depredador mientras, seguro, piensan qué hacerte para torturarte.

Pensé en pedirle unos segundos para tranquilizarme, porque me estremecí en ese instante. Sin embargo, regresé a mi realidad y a la seriedad del momento, esperando a que me contara realmente qué estaba a punto de suceder y por qué yo era el tema de conversación entre él y Momo.

—A partir de hoy irás conmigo a la agencia —dijo tras soltar un suspiro y yo me quedé procesando sus palabras—. Entrenarás algunas artes marciales y usaras algunas armas que yo autorizaré.

—¿Po-por qué?

Recuerdo estar en un estado de shock, preguntándome en qué momento el destino —o el poder del guion— decidió dar otro giro inesperado sumándole a mi vida el uso de armas y entrenamientos exhaustivos para dar golpes y patadas mamalonas... no me podía quejar de ello considerando la vida a la que me estaba metiendo a partir del momento en que acompañé a Bakugo a verse con el agente Todoroki.

—Ya estás dentro de todo esto —comenzó a explicar con un rostro neutro—. En unos días nos iremos a Francia y necesito estar seguro de que puedes defenderte por tu cuenta. No puedo estar todo el tiempo detrás de ti, cuidándote.

—Okey, eso quiere decir que te preocupas por mí —quise confirmar, aunque tampoco quise desperdiciar la oportunidad de conversar un poco más con él. Al menos para saber que por mera conveniencia le preocupa mi seguridad porque ¿De dónde sacará otra esposa falsa? Yo soy irremplazable bebé.

—Solo me preocupa que no haya un cadáver mientras hago mi trabajo —fue lo último que dijo antes de ponerse de pie, tomar su teléfono de la mesita de centro e irse a la puerta.

Yo, estúpida e ilusionadamente, me preguntaba si realmente ese era el motivo. Pudiera ser que llevaba un buen historial de misiones sin bajas en el proceso, pero pensar más allá no estaba de más para mí en ese instante y me limité a aceptar su respuesta, después de todo defenderme podía serme de mucha utilidad en el futuro.

Oi... —su voz me sacó de mis pensamientos y le miré observándome desde su posición— ¿A caso no me escuchaste?

—Claro —asentí cohibida—. Ya voy «papi».




Comentario random de la Autora: ¿Ya dije cuánto amo a este hombre? Toda mi vida se la dedico a él, alch. TE AMO BAKUGO ¡PISAME LA CARA!

ABR132022

Agente 001: Dynamight [Katsuki Bakugō] Where stories live. Discover now