08

726 115 68
                                    

—¡Mantente firme!

—¡Eso hago!

—No lo parece ¡Abre más las piernas!

—¡No seas tan brusco! ¡E-espera, contra la pared no!

—¡Cállate! Es mejor, así no nos verán.

—Bakugo... ya estoy cansada.

—Si me siguieras el ritmo habríamos terminado más rápido.

—¡Ah! ¿Ahora es mi culpa por querer hacerlo lento la primera vez?

—Es mejor hacerlo bien a la primera.

—Algunas preferimos ir lento, de esa forma nos vamos acostumbrando. Aunque claro, en esto ya eres un experto y entre más rápido mejor.

—¿En serio vas a quejarte por eso?

—¡Estoy en todo mi derecho!

—Chicos... me hacen pensar que estoy escuchando una novela juvenil donde son una pareja de adolecentes discutiendo después de su primera vez y no un entrenamiento.

¿Por qué la tierra no me tragó viva en ese momento y me evitaba mi muerte de vergüenza por saber que alguien escuchaba la discusión que tenía con Bakugo?

Era una mujer, seguro; pero alguien mayor..., alguien a quien yo no había visto y que más tarde conocería como Usagiyama Rumi, una agente veterana ya retirada que solo se dedicaba a entrenar a nuevos reclutas, como lo era yo; y que tal vez me haría dudar, por un instante, de mi heterosexualidad por semejante mujerón con el que me encontré luego de terminar mi entrenamiento con el rubio.

—¿Pueden darme un breve resumen de lo que pasará en el siguiente capítulo? —habló la albina cuando ingresamos a su oficina, muy espaciosa, me daba la pinta de que en ese mismo lugar realizaba todos los entrenamientos que la llevaron a estar mamadísima. Aunque luego terminé llena de curiosidad por saber qué clase de misión la llevó a tener heridas tan graves a tal punto de amputarse una pierna y un brazo.

—Si la protagonista sigue queriendo todo lento, se muere —respondió Bakugo siguiéndole el juego cuando creí que le respondería pidiendo algo de respeto o que no era un tema del que quisiera hablar. A mí solo me restó ver como Rumi hacia un gesto lleno de sorpresa con un notable sarcasmo por la respuesta del rubio.

—Y la secuela trata sobre lo estúpido que es el protagonista al perderla —ataqué queriéndome meter en el juego y buscando la manera de no dejar mi dignidad y mi orgullo en esa gran sala.

Al parecer lo que dije no fue lo correcto o quizá afectó demasiado al chico, pues estuve esperando una respuesta más venenosa de su lado para defenderse; pero él simplemente me miró con un gesto iracundo que no supe descifrar. Rumi se mantuvo en silencio como si a ella también le hubieran afectado mis palabras, pero se mostró más comprensible al suponer que yo no sabía el motivo por el que Katsuki se enfadó repentinamente.

Y era verdad... yo no sabía absolutamente nada en ese momento y él no parecía dar señales de querer explicarme.

—Déjalo, ya se le pasará —la morena me llamó haciendo un ademán con la mano para restarle importancia, mientras yo solo veía al agente marcharse y dar un portazo que a la mujer le dio igual—. Ahora te haré una evaluación breve —dijo, recargando sus brazos sobre el escritorio y su mentón sobre sus palmas—. Un asco.

Tal vez mi rostro le pareció un poema luego de escucharla. Sentí como si me hubieran dejado caer un balde de agua helada sobre la espalda y no me explico cómo fue que no me dejé caer de rodillas delante de ella ¿Tan mal estuve?

Agente 001: Dynamight [Katsuki Bakugō] Where stories live. Discover now