Cielo

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"Entonces vi que desde las mismas puertas del cielo partía un camino hacia el infierno."

JOHN BUNYAN

Viernes, 1 de marzo de 2024

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Viernes, 1 de marzo de 2024

Prepararse para volver al lugar que invocaba a esos recuerdos que se querían mantener en lo más profundo de la memoria no era nada sencillo, ni cómodo. La ansiedad era poderosa, Ethan sentía el horrible vacío en el estómago que indicaba un terrible presentimiento. Volver al país en el que había nacido no debería sentirse de esa manera. Pero para Ethan era una tortura cruel, porque había amado Altharwa como todos los que vivían ahí, pero su desprecio por lo que había vivido opacaba ese cariño hacia su antiguo hogar.

«Voy a la isla, no vuelvo a Evimeria», intentaba tranquilizarse pensando de esa manera. Sin embargo, estar frente al avión que lo llevaría de vuelta a su tierra era tan abrumador que estaba considerando regresar al palacio y enviar a alguien más en su lugar a esa reunión de la élite.

«Si vas y vuelves a verlo, te despreciará porque todo fue tu culpa, seguro ahora te odia», hablaban las malditas voces que habían reemplazado la voz de su lobo. Esas voces siempre buscaban atormentarlo y cuando empezaban no se callaban.

«No deberías ir a un lugar tan bonito como esa isla, no te lo mereces». Ethan quería gritarles que se callaran; sin embargo, se mantuvo impávido, soportando en silencio y sin poder moverse.

—¿Esperamos algo? —preguntó Alek, quien estaba a su lado aguardando órdenes de subir al avión. La voz profunda y pacífica del joven alfa silenciaron esas voces del infierno, como si las desactivara o alejara.

A pesar de las objeciones de todos, Ethan había insistido en que Alek lo acompañara, con el alegato de que era peligroso dejarlo en el palacio por si Arman decidiera rescatarlo. Era una preocupación real, pero no el único motivo para llevarlo consigo, también creía que tenerlo cerca lo ayudaría a calmar su miedo; era extraño y no quería admitirlo ante nadie más, pero Alek tenía un efecto relajante en él.

—No quiero ir —admitió Ethan, solo para Alek.

—Yo tampoco, no me gusta volar —contó Alek un poco avergonzado de confesar eso.

—¿Te da miedo? —quiso saber Ethan bromeando un poco con el alfa.

—¿Miedo? No —afirmó Alek, pero su expresión descubría su mentira, eso hizo sonreír a Ethan—. ¿A qué le temes tú? Parece que odias la idea de subir a ese avión.

—A algo que solo está en mi cabeza. Pero sería peor no ir, después de todo, yo ya no tengo elección, soy Ethan Orlov —declaró el líder de la mafia rusa y caminó hasta subir al lujoso avión privado que lo llevaría a la Isla Nero.

Alek se quedó meditando en lo que Ethan había dicho hasta que Sergei llamó su atención para incitarlo a subir al vehículo volador. Su miedo no llegaba a ser demasiado grande, solo que la remota posibilidad de que el avión fallase y cayesen en medio del mar le perturbaba. Pocas veces había volado en su vida y creía que nunca se acostumbraría.

Querido SilencioWhere stories live. Discover now