Capítulo 61 - Un lugar al que volver (Final)

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61 | Un lugar al que volver (Final)

París, Francia

Olivia Wilson

(Un año después)

Reviso la hora en mi móvil por tercera vez en los últimos dos minutos. Estoy inquieta, más de lo que me he sentido en mucho tiempo y, torpemente, trazo las líneas que me tatué en abril intentando calmar mis pensamientos.

No me importa que él no se presente aquí, después de todo, era lo que esperaba teniendo en cuenta que le mandé un mensaje para vernos en el Père-Lachaise hace dos días y que no solo no respondió el mensaje sino que también me bloqueó al día siguiente.

Tampoco fue una sorpresa teniendo en cuenta que es Asher Bremen. Ignorar y empujar a personas fuera de su vida es su especialidad.

Aun así, mantengo cierta esperanza y, aunque sepa con una certeza casi absoluta que él no va a aparecer, he venido a la hora en la que le cité. Llevo aquí desde entonces, de pie en un tramo de piedra que me separa de la majestuosa arquitectura del lugar de reposo de Héloïse y Abélard. Las columnas esconden sus figuras. No puedo evitar intentar descifrar las facciones grabadas en piedra. Sin nadie paseando cerca, eso, junto al sonido del viento golpeando los árboles del cementerio, es la única distracción que tengo.

Es curioso, había olvidado lo que era encontrar tranquilidad en una ciudad grande. Desde que volví a París nunca he conseguido más que pequeños tramos con pocas personas en los parques antes de dar con grandes multitudes. Debería estar acostumbrada a ese ambiente, sobre todo después de haber estado viviendo en el centro de Nueva York durante meses, pero hay algo en este silencio, en esta tranquilidad, que se siente como volver a respirar.

Aprieto la parte baja del cárdigan entre mis dedos mientras pienso. Debería haberme ido hace rato, sabía que Asher no iba a aparecer, pero, media hora después, aquí sigo. Esperando. Todavía.

No debería sorprenderme, él nunca ha dado indicio alguno de querer seguir en contacto. Aun así, tras unos meses aquí y sabiendo que en su día Asher me contó que pasaba los veranos en París, me pareció lo correcto hablar con él. Saber qué tal le van las cosas y, quizás, preguntar por qué se distanció como lo hizo.

Quiero saberlo, todavía quiero hacerlo.

—De todos los lugares de París... —Oigo un suspiro pesado a pocos pasos, pero mi mirada sigue fija en la zona blanca que acompaña la figura de los amantes de París—. Tenías que elegir uno para torturarme.

Su presencia es tan distinguible como lo fue en su día y sigue suavizando la constante necesidad de mirar sobre mi hombro. Había olvidado como se sentía, y me consume la culpa por cómo sigue sintiéndose.

—Recibí tu mensaje —añade.

—Me di cuenta de eso cuando me bloqueaste.

—¿Y te sorprende? —Le veo, de reojo, acomodarse a mi derecha. Incluso sin mirar, puedo notar la molestia en su postura. Realmente odia este lugar—. Desapareciste sin una sola explicación.

—Te di una forma de contactarme.

—Y me diste razones para no hacerlo.

Vuelvo la mirada hacia él como si acabara de abofetearme. No tengo palabras para expresar la forma en la que sus palabras me apuñalan con indignación. Todo lo que hice fue preocuparme por él, intentar hacer las cosas más fáciles para su futuro y tenderle mi mano aun cuando eso implicaba traicionar cualquier regla que hubiera habido en mi vida.

La promesa de AsherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora