Capítulo 19 - Montmartre

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No llegamos a cumplir el último reto por un 10% así que no pudo ser, pero os traigo hoy el bello capítulo que sé que disfrutaréis <3

HABEMUS CITA

19 | Montmartre

Olivia Audevard:

Viernes, 19 de junio

Asher deja una nota frente a mi puerta por la mañana.

Ha debido de hacerlo mientras yo salía a correr porque no recuerdo haberla visto en el suelo al salir. Estoy sacando mi botella de agua con azúcar de la nevera cuando la encuentro, doblada como yo solía doblar los papeles para poner mi nombre sobre el pupitre las primeras semanas de clases porque algunos profesores pedían que lo hiciéramos. En esta, en vez de mi nombre, pone "Rubia".

Miro hacia su puerta antes de recogerla. No se oye nada y, la luz, está apagada. De haberla puesto mientras yo estaba fuera, ha debido de volverse a dormir después de eso. ¿Por qué no me sorprende que lo haya hecho mientras yo no estaba? Las conversaciones directas no son su fuerte.

Desdoblo el papel mientras me encierro en mi habitación.

"5:30 pm en Carrousel de Saint-Pierre.

RER A hasta Auber. M12 en Saint-Lazare hasta Abbesses.

Sal por las ESCALERAS."

Un claro "Nos vemos allí".

La doblo en tres partes y la meto en mi cuaderno de francés, de vuelta al cajón de mi escritorio hasta quién sabe cuándo. Voy lenta con francés, casi toda persona con la que me he cruzado y con quien he necesitado hablar entendía inglés, un fuerte de lo turística que es esta ciudad, pero lo que quiere decir que esa presión de aprender rápido francés no existe para mí. Estudio, pero poco.

Compruebo que las indicaciones que Asher me ha dado sean correctas mientras bebo agua y descanso. Sus indicaciones no me traen buenos recuerdos, la última vez me las dio fue antes de dejarme completamente tirada así que, si ahora Google Maps me dijera que esas líneas de metro me dejarían a kilómetros de distancia de Montmartre, no me sorprendería. Sin embargo, todo parece estar en orden y eso me sorprende incluso más.

Un rato después, con el pelo algo húmedo por haberme duchado y todo listo para irme, miro la puerta de la habitación de Asher, tan cerrada como él. Estoy convencida de que está despierto, parece costarle dormir tanto como a mí, lo veo en esas noches que se desliza fuera de su habitación. Hay noches en las que, estando en mi habitación, oigo sus pasos por el pasillo, como si necesitara dar vueltas antes de volver a encerrarse. No se lo he dicho, no le he preguntado, pero lo oigo, es lo que pasa cuando tiene a otra persona con problemas para conciliar el sueño en el piso.

Muchas veces llego a pensar en salir y hablar, pero, al mismo tiempo, algo me echa hacia atrás. Su carácter es confuso para mí y, lo que en un primer momento me hizo descartarle como conocido porque no era viable, ahora me atrae como afilados pinchos. Porque eso es lo que veo en su forma de tratar a las personas, en cómo incluso en el piso tiene respuestas cortantes que, gracias al cielo, el resto se toma como bromas aunque no terminen de serlo. Esa veracidad, esa falta de necesidad de llevarse bien con la gente, me hace no tener que intentar ser amable y eso es tan refrescante, es como agua en un desierto, es poder decir lo que quiera sin miedo a que me miren mal porque él lo va a hacer igualmente. Es liberador. Sin embargo, ese no tener que quedar bien con él es lo que me está tirando más cerca, buscando pasar más tiempo a su alrededor incluso si sé que estoy caminando una fina cuerda de la que me va a tirar en cualquier momento.

La promesa de AsherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora