𝐕𝐢𝐠𝐢𝐧𝐭𝐢

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XX

Edificio de dormitorios George Louis, Oxford University, Inglaterra

12 de mayo de 1810

Serían aproximadamente las dos y media de la madrugada cuando Alex escuchó a alguien entrar por la ventana de su dormitorio, la cual estaba en el tercer piso del edificio George Louis, y seguida a un gran roble tan viejo como el rector de aquella institución. Una figura grande se irguió por detrás de las cortinas, y el sonido de botellas golpeando una contra la otra hizo que cerrara los ojos un poco antes de apuntar con el candelabro de mano hacia aquel lugar.

Se trataba de Colin, quien se tambaleaba un poco. Sonreía de par en par y agitaba aquel bolso de cuero que dentro contenía botellas de alcohol.

—¿¡Estás loco acaso?! —preguntó Alex levantándose de su lugar y cerrando la ventana con fuerza para después abrir un baúl y meter entre su ropa aquel bolso—. Sabes la cero tolerancia que tienen sobre meter hombres a mi habitación. Dios mío, ¡ni siquiera los dejan entrar al mismo edificio de dormitorios!, ¿te imaginas lo que harán si te encuentran aquí, ebrio y con botellas?

Colin lanzó un leve hipido, Alex se golpeó la cabeza.

—Jonathan Coxwell logró meter de contrabando algunas botellas de vodka—explicó sentándose en la cama.

—¡Colin Bridgerton! —aunque quería gritar, Alex no podía hacerlo. Entre susurros le llamaba la atención a su amigo—. ¡Mañana tenemos finales!

—Los han atrasado una semana—otro hipido más—. Vamos Alex, anímate, tenemos dos semanas para...

Una hoja con el típico ultimátum de exámenes de Oxford le tapó la visión a Colin, quien no podía leer con claridad aquello, pero se imaginaba de qué se trataba.

—Mis exámenes finales resultan ser mañana—exclamó Alex antes de tirarse en un sillón—. Los suyos serán dentro de una semana, al parecer.

—Levantaremos firmas para que seas equitativos—Colin cerró los ojos momentáneamente, una pequeña sonrisa se le escapó a Alex.

—De cualquier forma, ¿por qué estás aquí?, además de venir a ofrecer alcohol.

—¿No resulta obvio? —dijo Colin con una mueca—. Hay un montón de hombres ebrios allá afuera, haré guardia en la puerta hasta que amanezca.

Alex rodó los ojos, aún así, había una sonrisa en su cara cuando vio a Colin pararse y sentarse justo frente a la puerta con la herramienta para mover la leña de la chimenea en su mano.

—Han entrado mujeres, pero vine antes de que llegaran—informó una vez que encontró una posición cómoda en el suelo.

—¡Pero si a mí me costó tanto...!—Alex no entendió en un primer plano, Colin comenzó a reírse ampliamente—. Bueno, por lo menos no seré la única aquí. ¿A qué clases asistirán?

—No, Alex—negó Colin desde el suelo moviendo aquella vara de metal de lado a lado. A la joven Spinster le aterró que se la fuera a encajar en un ojo—. Han "entrado" mujeres a los dormitorios de los hombres.

—¿Se casarán con ellos?, ¿los han obligado? —preguntó aún sin entender, Colin chasqueó la lengua.

—¿No has tenido esta conversación con tu padre? —y Alex negó—. Me lo imaginé, podría ilustrarte pero quizá Sir Geoffrey Spinster cave mi tumba con sus propias uñas, lo siento, estoy atado de manos.

Usando aquel instrumental de metal, Colin simuló que era fusilado y cayó al suelo golpeándose la cabeza.

—Llevaré flores a tu tumba— suspiró la joven mientras también se sentaba en el suelo. Aquello había superado su curiosidad por encima del libro de lenguas Greco-Romanas que estaba estudiando con tanto fervor antes del entrometimiento de su amigo—. Ahora dime o gritaré tan fuerte que todo Oxford se enterará que estás aquí.

𝗟𝗼𝘃𝗲 𝗦𝘁𝗼𝗿𝘆 || 𝖡𝗋𝗂𝖽𝗀𝖾𝗋𝗍𝗈𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora