𝐃𝐮𝐨𝐝𝐞𝐭𝐫𝐢𝐠𝐢𝐧𝐭𝐚

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XXVIII

ACTO III

La duquesa que miró al cielo en busca de respuestas y las encontró debajo de la almohada.

Muchas veces tenemos por amor lo que es verdadera desgracia.

— William Shakespeare, [Macbeth]


Ho-Hey; The Lumiers

I don't know where I belong, I don't know where I went wrong

I belong with you, you belong with me. You're my sweetheart

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Las lluvias comenzaron en junio. Se habían adelantado un mes completo y aquello tomó desprevenidos a la Condesa de Bradford y al Conde de Clyvedon, o a Simon de Hastings y Alex de York, como decidieron que serían nombrados aquella mañana que salieron a explorar los estragos de las inundaciones en las cosechas.

Los lacayos miraron con terror que la pequeña de trece años metía sus botas de montar en el lodo sin mayor cuidado. Al principio saltar en los charcos no era bien visto por Simon, pero después de mucha insistencia de Alex, había conseguido que lo hiciera y le había arrebatado varias sonrisas en el proceso.

Le encantaba ir a York por ese motivo. En York era feliz.

—Recuento de daños—Alex sacó una libreta imaginaria, una que colocó en su mano derecha y en la que pretendió escribir con la mano izquierda. Simon la miró extrañado, pero no dijo nada. Él sabía que ella no era zurda—. Las familias que perdieron sus casas entraran a la reintegración, mientras tanto...

—Castillo de Skipton—recordó Simon, Alex asintió.

—Se necesita acondicionarlo, pero puede funcionar, es muy cómodo.

—Los castillos no son cómodos—mencionó el joven.

—Tú vives en uno.

—Por eso puedo decirlo—murmuró.

—Mi casa es cómoda—razonó la joven, Simon negó levemente intentando que con eso se disiparan cualquier idea que le cruzara la mente—, ¡eso! Podríamos usar mi casa.

—Debes de dejar de meter en tu casa a cualquier persona que veas desprotegida—Simon arrugó la nariz—, mírame y tómame de ejemplo, ahora no puedes librarte de mí durante tus vacaciones.

—Lo dices como si fuera algo malo—Alex negó con la cabeza, uno de sus pendientes se desprendió de su lóbulo y fue a dar hasta un cúmulo de lodo en una de las fosas de las cosechas. Los lacayos se miraron entre ellos antes de comenzar a caminar en dirección a la joya—. No lo hagan, déjenlo ahí. Es peligroso intentar sacarlo.

Y siguieron caminando.

—Sí, pero desde hace algunos años soy el único con aura triste en esa casa, no puedes simplemente venir y...

—¿y? —preguntó Alex extrañada.

—¡Reemplazarme! Así no funcionan las cosas.

—No podría reemplazarte aunque quisiera, no hay un heredero tan terco en todo el mundo.

—¿Te has visto en un espejo? —preguntó, Alex giró entonces a mirarlo con una ceja alzada, el duque rio, y ella le imitó cuando no pudo fingir por más tiempo que estaba molesta.

𝗟𝗼𝘃𝗲 𝗦𝘁𝗼𝗿𝘆 || 𝖡𝗋𝗂𝖽𝗀𝖾𝗋𝗍𝗈𝗇Where stories live. Discover now