𝐓𝐫𝐢𝐠𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐝𝐮𝐨

1.6K 222 20
                                    


Era una tarde soleada, lo suficiente como para que las mujeres del servicio corretearan con paraguas tras la intrépida Alex que se escurría entre las callejuelas de Lancashire dejando comida en cestas a las familias afectadas por el fuerte tifón que había azotado la zona en días anteriores.

En un carruaje en donde se suponía, la joven también debería estar, se encontraban los duques de York y Hastings, acompañados del hijo menor de este último, Simon Basset, conde de Clyvedon. El duque de Hastings no pudo disimular la cara de sorpresa y desagrado cuando observó a Alex Spinster ofrecer una disculpa a una familia afectada haciendo una reverencia. Temeroso de que el padre de la joven se hubiese percatado, intentó disimular con una tos y cambiar la conversación por otro rumbo. Después de todo, él era el que tenía algo que perder. No olvidaba ni por asomo que el duque de York era el único en su categoría con sangre real corriendo por sus venas, así como la joven casi quinceañera que ahora estrechaba entre sus brazos a una niña pequeña cubierta de hollín.

—Con el correr de los veranos Alex se ha convertido en una señorita ejemplar—señaló, aunque ni por reparo cruzaba ese pensamiento por su mente—. Debes estar aturdido por el proceso que se acerca, ¿has pensado ya en alguna academia de señoritas a la cual enviarla? Hastings tiene una fabulosa, pero claro, no se compara con la real de Francia ni de cerca.

—¿Una academia de señoritas? —cuestionó el duque—. ¿Por qué habría de enviar a Alex a una academia de señoritas?

—Debutará en poco tiempo, ¿no es así? —preguntó—. Pues para prepararse, ¡para qué otra cosa sería si no! Sabes que lo he dicho siempre, mi Simon y tu Alex harían una pareja ejemplar, una muy fuerte he de decir.

—El tiempo te dará la razón o hará que te pongan en tu lugar—sentenció el duque de York, y su homólogo tragó saliva.

—Pudimos prometerlos desde que eran unos críos apenas, si tan solo Alex hubiese tenido un hermano varón.

—El papel de hija única le sienta bastante bien, Hastings—dijo en un tono casi cortante—, y le sentará así hasta el día en que muera. Ella estará encargada de su destino, no interferiré en cualquiera que sea su decisión o proyecto de vida. Los tiempos cambian y tenemos que hacernos a la idea, ¿no te parece?

—Por supuesto, aunque será difícil el proceso—razonó—. Resulta maravilloso que te tenga a ti, a la corona y al parlamente de su lado, porque encontrar a alguien que le quiera más allá del deseo de dirigir...

—Pero sí que la he preparado para dirigir, de eso no me queda duda. Estoy tan confiado en eso que propondría que Alex y Simon se enfrentasen en una competencia de habilidades y apostaría mi dedo anular a que mi pequeña lo vencería—se jactó—. Sin ofender, hombre, claro está.

—Para nada—dijo el duque de Hastings restándole importancia—. Siendo realistas, Simon se haría en los calzoncillos de solo pensar en enfrentarse a la heredera de York, ¿no es así?

Simon asintió levemente, no estaba prestando atención en lo absoluto. En primer lugar, no quería escuchar las incoherencias y metidas de pata de su padre, y en segundo, era más interesante ver con el rabillo del ojo que el recorrido de Alex no se desviase y acabara raspándose las rodillas entre los escombros. Algo llamó su atención de pronto, Alex se había quedado sin cestas y las sirvientas movilizaban el siguiente carruaje en la dirección de la joven. Se disculpó con los dos hombres mayores a la par que bajaba de un solo salto del carruaje en movimiento, arrancando un grito de sorpresa de quienes lo observaban abajo y se dirigió a ayudar a las mujeres a tender las cestas a su empleadora.

—Gracias, mirón—dijo Alex sin verlo después de despedirse de una familia y continuar su camino. El conde se colocó a su lado derecho con una ceja alzada en su dirección.

𝗟𝗼𝘃𝗲 𝗦𝘁𝗼𝗿𝘆 || 𝖡𝗋𝗂𝖽𝗀𝖾𝗋𝗍𝗈𝗇حيث تعيش القصص. اكتشف الآن