Capítulo 10: ¡WanYin!

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-¡WanYin!

Yu Tian es el primero en llegar hasta Jiang WanYin y recogerle, aunque no el primero que grita su nombre. Ese puesto le corresponde a Nie MingJue, que avanza a trompicones hacia él, con Lan XiChen pisándole los talones mientras se abren paso entre conmocionados discípulos Jiang. 

Está revisando las constantes vitales de su joven líder de secta cuando Nie MingJue y Lan XiChen se agachan a su lado, ambos tan preocupados como el resto de los allí presentes. En los brazos de su primo, Jiang Cheng no parece más que una muñeca de trapo deshilachada. La cabeza y los brazos le cuelgan, casi inertes, pero el levísimo sube y baja de su pecho indica que, al menos de momento, sigue respirando.

La sensación de que puede dejar de hacerlo en cualquier momento atenaza los pulmones de Nie MingJue, hasta que el aire se resiste a hacerse un hueco.

A su lado, Lan XiChen es rápido al percatarse de los derroteros por los que discurren sus pensamientos. De pronto, antes de que su qi haga de las suyas, hay una mano entre sus omóplatos, gélida aun a pesar de las varias capas de tela que la separan de su piel. De pronto, hay una energía espiritual limpia y dirigida, blanca y azul, conduciendo la suya propia por sus meridianos, y el aire puede volver a llenar sus pulmones. Se vuelve para mirarlo solo un segundo, pero es suficiente para que el primer jade entienda su agradecimiento. Lan XiChen asiente en su dirección y Nie MingJue le devuelve toda su atención al convaleciente Jiang WanYin.

Viendo que tomarle el pulso en la muñeca resulta inútil —está tan débil que su energía espiritual apenas late— Yu Tian tiene dos dedos apoyados en el dorso del cuello de su primo. A su alrededor, los jóvenes discípulos Jiang, casi todos ellos juniors asustados, han formado un círculo en torno a los dos líderes de secta arrodillados, Yu Tian y su propio superior. Lo miran aterrorizados; más de uno tiene lágrimas en los ojos. Ninguno (ni siquiera ellos, Lan XiChen y Nie MingJue, héroes de guerra) se atreve a hablar, a la espera del veredicto de Yu Tian. Por cómo se tensa su postura, no parece bueno.

Yu Tian alza la cabeza. Puede ser por instinto —porque ahora mismo es una de las personas más cercanas y, lo sepa o no, de mayor confianza de su primo pequeño; lo que le ha permitido hacer con Jin Ling no se lo deja a nadie más, ni siquiera a él— pero busca de inmediato a Nie MingJue. Primero niega, y el líder Nie frunce el ceño, porque no sabe si eso es bueno, malo o peor. Ante su evidente confusión, habla.

-No está bien. -Murmura. En el absoluto silencio que se ha apoderado del campo de entrenamiento, quizá de todo el Muelle del Loto, todos los discípulos alcanzan a oírle. Por aquí y por allá resuena algún gemido conmocionado. Jiang Cheng, ajeno a ello en brazos de su primo, no reacciona. Si estuviera consciente, les regañaría por haber detenido el entrenamiento por su culpa, pero ahora no se mueve-. Su pulso es débil y su núcleo parece... Es como si se estuviera apagando.

Nie MingJue se queda petrificado. ¡Esta misma mañana, durante la transfusión de energía espiritual, su núcleo estaba bien! Se vertió en él y renovó su qi como si estuviese purificando su alma misma. La energía espiritual que ahora late en sus venas —pura, viva y de un morado brillante— es suya, es solo suya. Así que ¿cómo puede su núcleo...?

No. 

La mente de ChiFeng-Zun se detiene en seco antes de llegar a una respuesta desagradable que no importa ahora. Lo que importa es Jiang WanYin, es ayudarle. Salvarle. Tan solo el fuego que transparenta en su mirada es capaz de confesarle esto mismo a Yu Tian, que asiente sin esperar respuesta y se pone en pie con su joven líder en brazos. Nie MingJue y Lan XiChen le siguen como resortes. El círculo a su alrededor se abre, con los juniors de la secta todavía mirándoles con los ojos como platos. Yu Tian se dirige a uno de ellos.

Clarity Bell [MingCheng] [Mo Dao Zu Shi fanfic]Where stories live. Discover now