Capítulo 17: Esto no es más que un incentivo, fierecilla

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Aunque al principio —cuando llegó al Muelle del Loto meses atrás con intención de cortejar a su líder y una situación de lo más precaria por delante— los cultivadores Jiang desconfiaron de Nie MingJue, ahora la más pura de las verdades es que les gusta que esté allí. No solo le respetan por ser un cultivador honorable, un héroe de guerra y un hombre de grandes valores. También le han ido cogiendo, cada discípulo a su manera, un sincero cariño. Se han acostumbrado a su presencia y la disfrutan. Los niños, huérfanos acogidos de Yunmeng Jiang e hijos de cultivadores de la secta, adoran a su gege gigante, y los adultos encuentran en él a una persona mucho más cercana y agradable de lo que parecía durante la guerra, por motivos evidentes. Un hombre severo, firme en sus convicciones, pero sin el ego desmedido de alguno de esos grandes cultivadores de otros clanes prominentes; un buen compañero de cazas nocturnas con el que es agradable compartir una bebida cuando la ocasión se presta. Con un trato sorprendentemente cercano, se ha ganado los corazones de Yunmeng Jiang. 

Y, sobre todo, se ha ganado su más sincero agradecimiento. Al fin y al cabo, el efecto que está teniendo su relación en su joven líder de secta es... indiscutible. No es que Jiang WanYin se haya hecho más blando, de todas formas, ni mucho menos, ni que frunza menos el ceño. Todo lo contrario, en realidad, porque está más exigente que nunca. Pero tiene otra cara, otro gesto y otro color en la piel. Otro brillo en los ojos. Y bien puede ser por culpa de su compañero de cultivo o porque dicho compañero ha conseguido que duerma la totalidad de las horas que necesita, pero solo por una vez los discípulos Jiang no piensan quejarse de las agujetas cuando les toca dar vueltas al lago.

Desde que regresaron de la última Conferencia de Discusión en la Torre Koi han pasado tan solo dos o tres semanas pero que la relación de Sandu ShengShou y ChiFeng-Zun va viento en popa no es ningún secreto. Para los discípulos Jiang, de hecho, se considera una realidad. Tanto que más de uno y más de dos —Yu Tian y Yu Shi en particular, porque están deseando poder escribir una carta llena de buenas nuevas a la matriarca de Meishan Yu, la abuela de Jiang Cheng, que no para de preguntarles al respecto— aguardan con impaciencia el anuncio oficial de la boda de su líder con el líder de secta Nie. Este, sin embargo, no llega. Lo que llega, para desgracia en especial de los sirvientes, son... otras cosas.

En especial entre el personal de trabajadores del Muelle del Loto, sobre todo entre aquellos que tienen asignada la vivienda de la familia principal, los rumores y los cotilleos corren como la pólvora. De esto, mal que les pese, tienen culpa directa Jiang WanYin y Nie MingJue, por descuidados y por ansiosos. Aunque, claro, si se le pregunta al joven líder del Loto, la culpa recaerá por entero sobre el primer venerable, que le tienta. Sin embargo, la más pura verdad es que a él también se le ha olvidado poner algún talismán silenciador en la puerta cuando sin duda debería haberlo hecho o revisar los de las ventanas a ver si el efecto continuaba en marcha o habría que cambiarlos. Al fin y al cabo, su material no es eterno. Pero, por desgracia, parece que el joven líder del Loto ha descubierto el placer de la sexualidad... y que se olvida de todo lo demás cuando tiene a Nie MingJue entre sus piernas, devorándole por entero.

En su defensa, parece difícil pensar en otra cosa cuando un héroe de guerra como ChiFeng-Zun resulta ser además un maestro de las felaciones.

La nueva exigencia de los entrenamientos también tiene que ver con este detallito ínfimo. Esos pequeños olvidos que nadie debería haber oído... pero que son la razón de que toda la secta sepa que llevan desde la Conferencia de Discusión cultivando juntos día sí y día también, en ocasiones varias veces al día. Que hayan aprendido de sus errores y ahora ya no se les olviden los talismanes no es capaz de hacer nada contra las habladurías y los rumores, ni de paliar el efecto del daño que ya está hecho. Aunque no se atreven a pronunciar una palabra delante de su maestro —claro que no, por sinvergüenzas que sean, ninguno de los cultivadores Jiang desea perder las piernas ni morir joven— no sería la primera vez que las conversaciones se detienen de golpe en cuanto dobla una esquina. 

Clarity Bell [MingCheng] [Mo Dao Zu Shi fanfic]Where stories live. Discover now