Una nuva amistad y un segundo encuentro

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Después de la guerra me sentía cansada, pero no físicamente, sino mentalmente. Cada vez que cerraba los ojos veía al shinobi que maté, a todos los cuerpos muertos, la guerra, tantas cosas que no he querido salir de mi cuarto. Es más, no he salido de casa a menos que sea estrictamente necesario, las pocas veces que lo hice fueron para entrenar y acompañar a mi madre cuando me arrastra fuera de la cama.

Aunque tenga más de trece años mentalmente jamás había experimentado algo como eso y pensar que Itachi-kun lo tuvo que vivir a sus cuatro años y no se volvió loco, yo no me di cuenta, yo no lo ayudé cuándo tenía que haberlo hecho, fui una mala amiga, fui egoísta, solo pensé en mí y no en él.

Estaba tan inmersa en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando su Otōsan se sentó en su cama.

—Izu-chan, ven conmigo. Vamos a salir—dijo aparentando calma, sin embargo, en realidad estaba preocupado; su hija no salía de su cuarto desde que regresó de la guerra, lo entendía, pero igual estaba preocupado por ella.

—Lo siento, Otōsan, pero me gustaría quedarme—dijo con voz cansada, al igual que su mirada.

—Vamos Izu-chan, acompáñame, por favor—le pidió acariciándole el pelo cariñosamente, intentando hacer sentir mejor a Izumi.

Ella lo podía ver, podía ver la preocupación de sus padres por ella, no se había detenido a pensar en que los estaba lastimando a ellos con su egoísmo. Tal vez salir no estaría tan mal, no conseguirá nada encerrada en su cuarto, solo seguiría atormentándose.

—Está bien, Otōsan. Te acompaño—dijo con una pequeña sonrisa, aunque un poco forzada.

Su padre y su madre (que estaba escondida detrás de la puerta) sonrieron con entusiasmo y alegría sin darse cuenta de que su hija solo fingía para no preocuparlos.

Sin perder más tiempo, los dos salieron a pasear por el barrio Uchiha recibiendo algunas malas miradas, pero Izumi las ignoro olímpicamente, ya se había acostumbrado. Estaba conversando con su padre cuándo vio a unas niñas chillando y platicando, había una niña un poco más alejada mirándolas con fastidio. A Izumi le llamó la atención esa niña y no sabía por qué, tal vez por la mirada que les dirigía a las demás niñas Uchiha, en sus ojos podía ver el cansancio y el fastidio dirigidos a ellas, pero había algo más escondido en esos ojos ónix, algo que se parecía a ¿incomprensión?, o ¿tristeza?

—Ve, Izu-chan. Yo me quedaré por allá—señaló unos bancos dónde había más padres conversando y mirando a sus hijas, seguro presumiendo quién tenía la mejor hija—Tú puedes—dijo empujándola suavemente hacia ellas.

Giró la cabeza observando a su padre con vacilación, quién le dio una sonrisa brindándole el valor suficiente para acercarse. Cuándo llegó a ellas les dio una cálida sonrisa jugando con los dedos de sus manos, intentando disimular su nerviosismo al hablar con otras niñas Uchiha.

—Hola, mucho gusto. Soy Izumi Uchiha—dijo con un tono de voz afable

—¿No eres la mestiza del clan?—dijo mirándola con asco igual que las demás, excepto por una niña azabache que la miraba curiosa.

—Mmm eh...—tartamudeó nerviosa por las miradas de las demás. Si bien ya se había acostumbrado a ese trato por parte del clan, no significa que le agrade.

—Hn, ¿qué importa si es mestiza o no? Lo importante es que ella está siendo amable con ustedes y ustedes se comportan como basura—las miró aburrida con su clásica postura indiferente, pero su voz destilaba irritación.

—¿Qué crees que haces? ¿Por qué la defiendes? Solo es una mestiza—espetó más enojada que sorprendida por el comportamiento, bastante común, de la joven Uchiha.

Volví por tiWhere stories live. Discover now