Odio en el salón de clases

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En una edad tan tierna como lo es la de seis años, los niños y niñas de la Academia no tienen mucho en común. Los niños se concentran más en volverse fuertes y mostrarse como hombres frente a los adultos, poner muecas cuando ven a una niña que en secreto les gusta, sin ser demasiado obvios. En cambio, las niñas se enfocan en su apariencia y descuidan su entrenamiento ninja, chillan y se sonrojan frente al chico que les gusta, pensando que así sus sentimientos van a ser correspondidos. No podrían ser más diferentes. Sin embargo, hay algo que todos ellos comparten: el odio hacia los únicos Uchiha del salón.

Las chicas del salón tenían un particular resentimiento con Izumi Uchiha. Una joven de apariencia inofensiva y dulce, pero para ellas era muy claro que era una presumida y arrogante por pertenecer al clan Uchiha y ser cercana a su querido Itachi-kun. Mayu en especial la odiaba desde el momento en que la vio entrar en el salón junto a Itachi el segundo día en la Academia. Se suponía que el joven Uchiha sería solo para ella. Pero él siempre rehuía de su compañía y prefería juntarse con la Uchiha. Y por si fuera poco todos los chicos del salón parecían perritos detrás de Izumi. Mayu no podía entenderlo, ¿qué le veían?

Itachi siempre había sido instintivamente hábil en todo lo que hacía. Taijutsu, ninjutsu, genjutsu, kenjutsu. Todo. Tal vez por eso esperaba un verdadero reto en la Academia, algo en lo que pudiera esforzarse, algo en lo que no sea bueno, cualquier cosa. Pero no podía estar más equivocado, de hecho era bueno en todo, no, era perfecto en absolutamente todo. Y eso lo llevó a rápidamente tener de enemigos a todo el género masculino de la Academia. Había algo en él que molestaba a todos los chicos de la clase, por no decir de toda la escuela. Más allá de su destreza en el ámbito shinobi había algo que todos los niños detestaban de él. No era que Itachi fuera grosero o hablara mal de alguien a sus espaldas, porque sorprendentemente ninguno de estos aplicaba en él.

Si Kamano tuviera que describir con dos palabras a Itachi Uchiha esas serían: extraño y tieso. Ese Uchiha era todo un bicho raro. Uno muy educado y tranquilo. Eso nadie lo podía negar, ni siquiera él. Pero había algo en su expresión en blanco que lo exasperaba y lo hacía enfurecer. No soportaba a Itachi. No. Odiaba a Itachi Uchiha. Al contrario de las niñas que parecían ponerlo en un pedestal por sus imposiblemente perfectas habilidades ninja.

Ambos parecían tener un talento natural en cuanto se refería a habilidades ninja.

Eran perfectos con el manejo de armas...

(...)

Maestros y estudiantes estaban afuera alineados en el campo de entrenamiento para la práctica de tiro. Se enfrentaban a un objetivo cada uno, éstos estaban pintados de blanco con un círculo negro en el centro, su tamaño no era más grande que el de una cabeza humana. El piso y los objetivos eran un caos de shuriken y kunai debido a la escasa buena puntería de los niños. El maestro no esperaba nada más, eran niños de seis años después de todo. No podía pedir que tuvieran una puntería perfecta. Aun así se acercaba a cada uno de ellos para corregirles la postura y la manera en que lanzan el kunai o shuriken. Algunos avanzaban rápidamente gracias a sus consejos, Kamano era uno de ellos.

Con una sonrisa se frotó la punta de la nariz, arrogante mientras observaba su trabajo. Todos sus kunai se habían incrustado en su objetivo, ninguno había dado en el centro, sin embargo, tampoco habían tocado el suelo, lo que aumentaba su ego de sobremanera. Súbitamente, como si recién recordara su existencia, su cabeza se disparó a la izquierda, donde Itachi estaba con el brazo extendido y las piernas flexionadas, la postura de lanzamiento. Al mismo tiempo, el sonido sordo del metal y la madera chocando llegó a los oídos de Kamano. Lentamente, su mirada viajó al objetivo del Uchiha, esperando ver un lío de kunai y shuriken, sin embargo, su mandíbula se desencajó al ver los cuatro kunai perfectamente incrustados en el centro, limpia y firmemente.

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