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—¿Cedric? ¿Por Merlín donde estabas?— le preguntó un señor acercándose y abrazándolo

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—¿Cedric? ¿Por Merlín donde estabas?— le preguntó un señor acercándose y abrazándolo.— Me tenías muy preocupado hijo.

—Um, perdón padre... estaba, tenia que ayudar a una amiga... tenia que arreglar algo, y no podía esperar.— balbuceó este mirando a Brooke quien hablaba con los gemelos.

Amos miró a la chica y frunció el ceño.
—¿Ella es la chica del diario? ¿La que ha causado tantos problemas?— preguntó ahora
más serio.
—¿Eh? Um... si pero no es lo que tú crees, ella, ella no tiene la culpa. Rita, escribe mentiras y...

No le dejó acabar puesto que su padre ya estaba en camino a ella, asustándola por momentos puesto que no sabía quién rayos era ese hombre.
—Oh, pero si es Brooke... me presento, soy Amos Diggory.— dijo este estrechándole la mano.

—Un gusto señor Diggory, siento que tiene una impresión equivocada de mi... lo deduzco por su mirada juzgándome.— habló ella firmemente, sorprendiendo al hombre quien cambió su expresión.
—Chica directa... creo que tendremos que charlar algún día cuando esto acabe. Al parecer has influido mucho en el curso de mi hijo este año.— anunció este ahora más calmado.

Y cuando Cedric iba a interrumpir la charla, Viktor Krum lo arrastró hacia donde se encontraba la entrada al laberinto. Mierda.

El castaño miró hacia su padre y después pasó por la chica la cual se veía que mantenía una conversación normal con este y una pequeña sonrisa se apoderó de él.

Brooke quien sintió su mirada también le sonrió mientras le deseaba buena suerte subiendo sus pulgares animándolo.
—Es un buen chico.

La Gryffindor miró al hombre plenamente orgulloso de este y asintió.
—Lo es.

Amos miró a Brooke más contento y suspiró.
—Pensaba que eras totalmente diferente... me alegra que mi chico tenga tan buenas amistades.— admitió.— Siento haberte juzgado antes.
—No se preocupe, error humano lo comete cualquiera, y si no le importa, iré con mis amigos, me estarán esperando en las gradas.— anuncio esta.

—Claro, si necesitas cualquier cosa, estaré por allí... con la gente jubilada como yo.— bromeó esta antes de marcharse y dejarla sola.

—Hablando con el futuro suegro eh...— dijo una voz por detrás conocida como la de Fred, dándole un beso en la frente, mientras que George la despeinó.
—Oh vamos... hay que ganar terreno chicos.— siguió el juego ella.

—Debido al inconveniente del señor Diggory, será el último en entrar al laberinto, dejando al señor Potter en primer lugar, seguido de Krum y Delacour.— anunció el anciano.

El Hufflepuff bufó algo fastidiado no obstante, miró hacia las gradas y vio nada más que al trío de Gryffindors junto Anthony y toda su casa apoyándolo. No se podía rendir.

—Chicos.— dijo de repente Brooke.
—Mande.— dijeron los pelirrojos a la vez.

—Necesito hacer algo. Es urgente, por si pasara cualquier cosa. Yo... ahora vengo.— mencionó ella sal tanto de las gradas y corriendo hasta el castaño.

¿Sería posible?
—¡Diggory! ¡Espera!— le dijo ella sin escuchar las voces de los profesores diciéndole que no podía estar ahí.

Cedric frunció el ceño, pero, cuando se giró notó como la chica lo abrazaba cariñosamente con fuerza. Se notaba nerviosa.
—Mucha suerte idiota. Se que lo harás bien.— le susurró ella antes de separarse.

Brooke le guiñó el ojo y se fue a las gradas junto con todos, no obstante ese gesto tan normal para algunos podía significar mucho para otros.

"La chica seguía mirando al chico de Hufflepuff quien obviamente notó su mirada clavada en él. Frunció el ceño sin embargo una sonrisa apareció en su rostro.
—Si él fuera salsa me pasaría el día mojando...— dijo la chica guiñándole el ojo para mirar de nuevo a los gemelos."

Como olvidar aquel día... con olvidar como se puso más rojo que la túnica Gryffindor cuando la chica la cual consideraba una pasada, alucinante y genial le había guiñado el ojo y fijado en él.

Porque si, aunque ella estuviera prohibida para Cedric por su amigo... no le privaba de escuchar todo sobre ella y mirarla cada vez que pasaba delante de él.

Brooke siempre había pasado olímpicamente de Cedric Diggory. Pero ahora...
—Eso ha sido lo que acabamos de ver?— le preguntó Anthony sin poder creérselo.

Ese abrazo le dará más fuerzas que un kilo de nuestros dulces energéticos.— murmuró George haciendo reír a Lee quien se encontraba a su lado.
—Como sea...— rodó los ojos la chica al ser molestada por ellos.

—De todos modos. ¿Por qué tan nerviosa?— le preguntó Fred viendo como no paraba de mover la pierna de nerviosismo.
—No lo se, ¿y si sale herido?— preguntó viendo como el castaño de adentraba al laberinto.

—Búa... no te gusta. Te encanta, ¿verdad?— siguió preguntando este.
—No.

—Claro que si. Lo miras con un brillo en los ojos que parece que te vayan a salir corazones de ellos.

—Que pesado jolín.

—Aww, si te encanta, y estás preocupada por él... quien lo diría. Brooke West enamorada, eso si es una portada de diario.— bromeó este haciendo que ella se tapara la cara de la vergüenza.

Y es que, si que estaba preocupada pues en cuanto Fleur y Viktor salieron del laberinto eliminadnos, todos se asustaron al ver el mal estado en el que se encontraban.

Cedric por otra parte se es contra a junto con Harry intentando conseguir la copa. Corrían por los pasadizos del inmenso laberinto hasta que una raíz mágica atrapó al castaño.
—Mierda. ¡Harry! ¡Ayúdame por favor!— gritaba este.

Y claramente el azabache no podía dejarlo ahí.
¡Lumos!— gritó este sacando todas las raíces que sujetaban a Cedric liberándolo completamente.

—Gracias.— dijo este adolorido.— Por momento pensé que me dejarías ahí.
—Y yo...— balbuceó este mirando la copa.

El Hufflepuff miró la copa también para después mirar al azabache.
—Debes tomarla tú. Te lo mereces mas que nadie.— dijo de repente este sorprendiendo a Harry.

—Pero...
—Piénsalo, todos se han burlado de ti... te han dado la espalda al enterarse que habías entrado en el torneo, lo más justo que es que la tomes tú.— insistió este.

—Tu padre... estaría muy orgulloso de ti, si la consiguieras.— dijo este negando.
—Mi padre estará orgulloso haga lo que haga, mientras sea justo y valiente. Te mereces ganas este estúpido torneo y demostrar a todos lo que vales.— dijo finalmente este.

Y el azabache asintió, no obstante miró al castaño y sonrió.
—La tomaremos los dos. Juntos.

my game, my rules (Cedric Diggory)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora