꧁Falsa normalidad꧂

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Golpeaba ligeramente con mis dedos el escritorio frente a mí, mientras observaba como las nubes cubrían casi por completo el sol.

El clima parecía no estar acorde a mi estado de animo.

El aire vertiginoso golpeaba de manera leve la ventana a mi costado, este producía un ruido algo molesto.
Las hojas marchitas de los árboles eran llevadas bruscamente y otras eran arrastradas sobre el pavimento.

«Que mal clima.»

Inconscientemente, un suspiro sale de mis labios.

—Señorita Ariel, ¿Tiene alguna duda?

Rápidamente dirijo mi vista al frente.

—No, por el momento —Trato de sonar convincente.

—Parece que mirar a la nada es más interesante que mi clase —Mostró sus brillantes dientes, demostrando una vez más su innegable encanto.

—Estoy escuchándolo —Sonrío de manera inocente.

Me mira no muy convencido al respecto.

—Eso lo veremos en el próximo examen —Regresa la mirada a su tablet y reanuda su explicación de manera impecable.

Daniel Cedric es un hombre bastante joven y encantador para ser un profesor cuya materia es bastante aburrida.

En definitiva, cálculo es la materia que más odio, pero gracias a él, se torna interesante.

Todos estábamos atentos a lo que decía.

Un gran experto en toda la extensión de la palabra.

Tenía muchas ganas de repetir la materia con tal de verlo un semestre más.

Por supuesto, es demasiado irresponsable de mi parte.

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La clase transcurrió tranquilamente como siempre, no había un solo día que no disfrutara ver su atractivo rostro.

El tiempo volaba muy rápido para mi gusto y antes de darme cuenta ya se había terminado.

Todos se pusieron de pie para dejar el aula, mientras yo me quedé observando fijamente al profesor que empezó a guardar sus pertenencias.

Demostraba lo acendrado que es con cada movimiento.

De repente, nuestras miradas se cruzan haciendo que me sobresaltara un poco.

—Señorita Ariel, ¿Puede venir un momento?

Me pongo de pie al instante.

Es un hombre bastante amable.
A pesar de que había reprobado varios exámenes, siempre estuvo dispuesto a ayudarme, sin importar la hora del día.

—Dígame —Respondí cortés.

—Solo para avisarle que próximamente tendrá un nuevo vecino —Dijo apacible mientras guarda su tablet en el maletín.

La noticia me tomó por total sorpresa.

—¿Vecino?

—Usted vive en La colonia Hidalgo, #3975 de la calle Española. ¿Cierto?

Asiento ligeramente.

Solo mencioné mi dirección una vez cuando se volvió nuestro tutor el semestre pasado y él lo recordó a la perfección.

—A partir de la próxima semana, la casa contigua a la suya será mi nuevo hogar —sonríe con usual gentileza.

Quedé sin palabras por unos momentos.

—...Será un placer tenerlo como vecino.

—Lo mismo digo —Se levanta de su asiento, dejando ver la gran diferencia en nuestra estatura—. Te veo mañana.

Roza ligeramente mi mejilla con su pulgar.
Dejándome algo perpleja.

Mi mirada lo sigue mientras se aleja.

Su figura era muy buena para la vista.

«Que buena espalda.»

Me gusta mucho.
Es poseedor de un buen dorso.

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En el transcurso de la semana hubo varios acontecimientos algo inusuales a mi parecer.

El profesor se mostró más amable de lo usual.
Empezó a acariciar mi mejilla cariñosamente como si fuera lo más natural del mundo, lo cual, comenzaba a ponerme incómoda.

Lo conozco desde que entré a la universidad hace un año y jamás se mostró así.

Podía sentir su mirada sobre mí, y al cruzar la mía con la suya, me sonreía con su habitual amabilidad.

Tenía un extraño presentimiento, pero al final, decido no darle importancia.

Una Bella Atrocidad ©️ Where stories live. Discover now