꧁Confesión꧂

75 43 5
                                    

⊱ ─── ஓ๑12๑ஓ ─── ⊰

Desde las cuatro de la mañana que había perdido el sueño, rodaba múltiples veces en mi cama intentando volver a dormir.

Dicen que contar hasta diez para relajarse es bastante efectivo.
Así que empezé a hacerlo mentalmente, pero no daba resultado.

Había perdido completamente la noción del tiempo y la segunda vez que decido mirar el celular, ya eran las siete.

Frustrada cubro mi rostro con ambas manos y finalmente me pongo de pie.

El sábado había llegado, bastante rápido por desgracia.

«Mi precioso sábado.»

Roy no tardaría en venir.

Había tomado la sabia decisión de pedirle que viniera por mí todas las mañanas con tal de evitar a Daniel.

Él me pedía explicaciones, así que tendría que decirle todo en cuanto tengamos la oportunidad.

Después de haber desayunado y ducharme.
Me preparo para finalmente enfrentar mi realidad.

Guardo mis auriculares en mi mochila, cuando escucho que tocan el timbre.

«Ya era hora.»

Aunque me parecía extraño.
Miro mi celular y son veinte minutos antes de nuestra hora acordada.

Abro la puerta totalmente segura de que se trataba de Roy.

—Llegaste más tempra...

Frente a mí yace la persona que menos deseo ver en el mundo con un semblante completamente molesto.

Estaba por cerrar la puerta lo más rápido posible pero este la detiene de manera impecable.

Me sentía completamente indefensa.

—Buenos días, señorita Ariel —Muestra una sonrisa totalmente falsa.

—Largo —Le ordené pretendiendo estar tranquila.

Su falsedad desaparece finalmente y muestra su cara como realmente es.

—¿Ese tipo vendrá otra vez por ti?

—Ese no es asunto tuyo. Largo —Espeté.

Ríe inesperadamente haciéndome sentir escalofríos.

—¿Cuando dejarás de fingir que es tu novio? Eso me irrita como no tienes idea.

El hecho de que sabe que estaba mintiendo con respecto a Roy me da más miedo de lo que pensaba.

—Roy es mi novio —Traté de sonar firme.

—Detente —Responde con voz más grave.

Podía sentir su hastío.

—Vete... Por favor... Déjame en paz
—Dije casi suplicando.

Su semblante se torna inexpresivo.

Intenta acercarse a mí y yo me alejo rápidamente.

—Ariel, creo que debí haber dicho esto hace mucho tiempo.

Solo me limité a escucharlo atentamente con el corazón a punto de explotar.

—Siempre me mirabas atentamente con ojos llenos de anhelo... —Rió—. Pero tal parece que ya no es así y eso me molesta.

Quedamos en silencio por unos momentos.

—...Te admiraba mucho —Alcancé a decir.

Cabizbaja, todos esos recuerdos llegaron a mi mente, cuando creía que era el mejor profesor del mundo; cuando era amable y dulce conmigo.

No sabía porqué, un nudo en mi garganta comenzó a formarse.

Por otro lado, su mirada se volvió serena.

—Ariel... —Se acerca y yo al alejarme, toma mi mano—. Me gustas —dijo sin rodeos—. Más de lo que imaginas.

Por unos momentos quedé completamente en blanco.

—No sé si me exprese correctamente
—Antes de darme cuenta ya tenía su rostro rozando mi nariz—. Eres de mi propiedad —dijo tajante—. Así que no esperes que me aleje.

Alzo la vista desconcertada e inesperadamente sujeta mi cara con firmeza.

—Ni siquiera pienses en huir porque será en vano —Aprieta mis mejillas con algo de rudeza—. Será mejor que te alejes de ese sujeto porque estoy seguro que no te gustará lo que puedo llegar a hacer —concluyó de manera temible.

Normalmente en una confesión, se suele sentir felicidad y emocion, incluso nervios.
Lamentablemente ese no era mi caso.
Parecía más una advertencia y me encontraba completamente aterrada.

Una Bella Atrocidad ©️ Where stories live. Discover now