꧁Noche helada꧂

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Estaba completamente confundida y bastante nerviosa.
Aún sentía escalofríos al recordar su mirada.

«Algo no anda bien.»

El profesor era, sin duda, alguien bastante raro.

«Será mejor que me aleje de él.»

Regreso a casa lo antes posible para darme un baño y relajarme un poco.

Extrañamente, me sentía intranquila, la soledad y el completo silencio se perciben bastante aterradores y al recordar la mirada de ese hombre;
me pone la piel de gallina.

Ahora lamentaba un poco vivir sola.

«Debería empezar a considerar la idea de tener un perro.»

Sentía unas ganas inmensas de llamar a mis padres como una niña asustada.

«Debo calmarme.»

Me desnudo al instante y con agua fría decido bañarme.

Necesitaba volver a mis sentidos.

Era la primera vez que tomaba un baño sin disfrutarlo en absoluto.

Trataba de no pensar, solo sentía las frías gotas caer sobre mi cuerpo.

«Definitivamente debo salir para distraerme.»

Al finalizar mi rápida ducha,
busco en mi clóset y tomo la decisión de usar un vestido algo revelador.

«Nada mejor que una fiesta para olvidarse de los problemas.»

Normalmente no usaba maquillaje muy pronunciado pero esta vez decidí usar más de lo habitual.

Miro la hora en mi celular cuando el sonido del auto de Leah llega a mis oídos.

Tomo mi bolso y me dispongo a salir.

Cierro con llave y miro la casa de ese sujeto por unos instantes.
Esa sensación de nerviosismo llega a mí otra vez.

«Ahora me doy cuenta de que en realidad no lo conozco.»

Había entrado descuidadamente a la casa de un hombre desconocido.

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Mi noción del tiempo era nula.

No podía más.
Mis piernas comenzaron a debilitarse.

El sonido ensordecedor de la música invadia el lugar.

«¿Qué hora es?»

Caminando sin rumbo fijo entre la multitud, alguien sujeta mi hombro.

—¡Hey! ¿Quieres bailar?

Un chico me hizo la invitación.
No lo reconocía en absoluto debido a mi estado.

Incluso el alma me pesaba.

—No —Dije tajante.

Ni siquiera me tomé la molestia de preguntar quién era.
Simplemente continue con mi camino.

Por dónde quiera había bastante caos.
Personas que pensé que tendrían sexo ahí mismo en la sala y en la cocina había chicas semidesnudas bailando sin pudor alguno.

Salí con la poca conciencia que me quedaba y cuando creí que finalmente me había librado de ese lugar, el mismo sujeto vuelve a detener mi paso.

—Ven, vamos a divertirnos un rato.

Sujeta mi muñeca decidido a llevarme de regreso.

—¡Suéltame! ¡No quiero!

Con audacia sujeta mi cintura impidiendome movilidad.

Una Bella Atrocidad ©️ Where stories live. Discover now