꧁Huir 2꧂

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Él creía que podía intimidarme.
Ni siquiera mis padres me hablarían de esa forma.

—¿¡Quién te crees...

Un carro que llegó como rayo me interrumpió con el rechinar de sus llantas.
Rompiendo las leyes de tránsito.
Dió vuelta en "u", estacionandose en frente de la escuela; llamando la atención de los presentes.

«¿Acaso eso no era ilegal?»

Una mujer exuberante bajó del lujoso auto.
Llevaba un escote algo revelador.

Caminó hacia nuestra dirección y su expresión se iluminó al ver a Daniel.

—Carmel —Musitó con evidente fastidió.

—¡Cedric! —Por otro lado, ella exclamó con gran felicidad.

Me pasó de largo, dejando el fuerte aroma de su perfume y sin importarle el lugar, besó a Daniel sin pudor alguno.
Envolvió ambos brazos en su cuello para profundizar su clara demostración de afecto.

Al verla más de cerca, finalmente me doy cuenta que era la mujer que había visto con él antes.

«¿Tiene una amante y aún así tiene el descaro de acosarme?»

No paraba de sorprenderme, pero al menos podría irme tranquilamente.

Daniel parecía querer quitársela
de encima y yo no iba a perder está oportunidad de irme;
no sin antes molestarlo un poco.

—Que hermosa novia tiene profesor, no esperaba menos de usted —Dije con burla—. Cuando se casen por favor me invita a su boda —finalicé.

A él parecía no causarle gracia, ya que una mueca de disgusto se formó en su rostro.

Segundos después, Roy llegó con su ruidosa moto.

Estaba realmente molesta con él.

Al retirar su casco habló inmediatamente.

—Ari, perdón la tardanza, estaba...

—No importa, vamonos —Le interrumpí claramente irritada.

Me subí a su moto y me sujeté de su espalda.

—Estas molesta ¿cierto?

—No estoy...

—¡Señorita Ariel! —Gritó con furia contenida, mientras se encontraba al lado de esa mujer.

En cambió, le mostré una sonrisa radiante de manera triunfal y dejamos el lugar.

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Las nubes comenzaron a cubrir el sol y el aire a soltarse.
Tal parece que lloverá.
Si tenía suerte, será una ligera llovizna.

Bajó de la moto y Roy sujeta mi mano.

—Ari, Estaba pensando en lo que me dijiste en la mañana... —Dudó por unos momentos—. ¿Estás segura de que quieres vivir conmigo?

—Estoy segura, solo será por un tiempo —Respondí al instante.

De verdad, no deseaba perturbar a mis padres.
No quiero darles preocupaciones innecesarias.

—Te prometo que te diré mis razones.
Solo... confía en mí —Dije casi en súplicas.

—Entonces vendré por ti a las nueve.

La esperanza de vivir tranquilamente volvió.
Estaba tan contenta y agradecida que lo abracé.

—Gracias... Muchas gracias —Se empezaba a formar un nudo en mi garganta.

—...No se por lo que has pasado estos días, así que dímelo todo.

Solo asentí con la cabeza.

Sujetó mi rostro con ambas manos como solía hacerlo cuando éramos novios y me dedicó una sonrisa reconfortante.

Posteriormente besa mi frente.

—Todo estará bien.

Tal vez después de todo.
Aún lo seguía queriendo.

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A toda velocidad empacaba todo lo que podía caber en mis dos maletas.
Tenía bastantes prendas, así que no creo que pueda llevar todo en una noche.

«Realmente me iré, por fin.»

Ahora que dejaba está casa, a pesar de ser prestada, llegué a sentirme muy cómoda y a considerarla mi hogar.

Tanto que mamá le suplicó a mi tía que me la prestara para poder estar cerca de la universidad, y ahora, me iba sin más.

El tener problemas económicos, nunca detuvo a mamá de siempre mandarme mucha ropa y dinero, se las arregló también para poder pagar mis estudios.

Toda mi vida tuve todo al alcance y nunca le agradecí apropiadamente.

"Debo conseguir un trabajo, no puedo seguir de esta forma."
Pensé positivamente.

Miro el reloj y solo faltan once minutos para las nueve.

Por fin dormiría en paz y lejos de ese loco.
Ya había olvidado la última vez que dormí sin preocupaciones.

El sonido de las gotas de lluvia caer sobre el techo me sacaron de mis pensamientos.
Y sin querer me hace recordar aquella noche tan terrible.

«Maldición.»

Golpeo mis mejillas con ambas manos para dejar de pensar en cosas horribles.

El estridente sonido del claxon me sobresalta.
Me acerco a la ventana para ver de quién se trataba.

Roy había llegado.

Tomo mis dos maletas bastante pesadas para alguien con una lamentable condición física como yo.

El camino me resultaba tan largo.

—¿Acaso llevo rocas?

Después de tanto esfuerzo para llegar a la puerta, retiró el ligero sudor de mi frente con la muñeca.
Procedo a abrir la puerta y como si ya fuese costumbre, algo terrible se encuentra sucediendo en frente de mí.

Una Bella Atrocidad ©️ Where stories live. Discover now