꧁Medidas desesperadas꧂

89 53 7
                                    

⊱ ─── ஓ๑6๑ஓ ─── ⊰

Podía sentir que había perdido años de vida.
Eran bastantes los nervios y el miedo que hacían que mis manos temblaran.

Ni siquiera había comido algo en todo el día.
La ausencia de hambre me preocupaba.

No podía seguir así.

Al día siguiente tendría clases a las ocho de la mañana y yo aún seguía vigilando.

Son altas horas de la noche, no había actividad dentro de esa casa.
Solo se miraban las luces encendidas.

«Será mejor que vaya a dormir.»

Con resignación, estaba por retirarme de la ventana cuando finalmente veo un par de siluetas.

Rápidamente vuelvo a mirar haciendo uso de los binoculares.
Tomo mi celular para tomar fotos de ser necesario.

Esperaba ver algún tipo de actividad sospechosa, algo que me sirviera como evidencia.
Pero lo único que podía observar era la manera en cómo ambos amantes se devoraban entre ellos.

De alguna forma, me sentía como una acosadora.

Ambos se quitaban sus prendas con desesperación y estoy casi segura de que estaba por ver porno.

«Que mierda.»

Gracias a los binoculares, podía ver a la perfección cada uno de sus movimientos.
La manera lasciva en que él acariciaba su tracero y chupaba sus pezones.

Ella entrelazó sus piernas alrededor de él mientras la embestía con fuerza.

Debido a la quietud de la noche, se escuchaban con claridad sus fuertes gemidos.

Tragó saliva y decido dejar de ver tal escena completamente innecesaria.

Me sentía enojada y frustrada.
Me había desvelado para ver porno en vivo.

«Vete a la mierda Daniel.»

Finalmente, me retiro de la ventana para ir a la cama.

No sin antes comer por lo menos unas galletas de chocolate con leche.
Después de todo, debía comer algo.

Mañana me esperaba un día bastante ajetreado.
Debía enfrentar a ese monstruo disfrazado de cordero.

꧁꧂

Mi cuerpo se sentía pesado después de una corta noche de sueño casi nulo.

Solo había dormido cuatro horas.

«¿Por qué me pasa esto?»

Di el portazo a la puerta y salí como de costumbre a tomar el transporte público a dos cuadras.

Hago todo lo posible para no mirar esa casa y solo pasar de largo.

«No mires, no mires, no mires...»

—Buenos días, señorita Ariel.

Mi cuerpo se tensó al instante y mi corazón comienza a acelerarse.

Finjo no escucharlo y trato de continuar con mi camino sin mirar atrás.

Es desesperante la manera en que parece que no avanzo.
Es la primera vez que el camino me parece tan largo.

Mientras más me alejaba, más mi cuerpo se relajaba.
Me acerco cada vez más a la parada y mis hombros se relajan por completo.

«Gracias a Dios pude evitarlo.»

Me di cuenta que me había relajado muy pronto, cuando cierto auto se posicionó a mi lado.

Baja la ventana dejando ver su amable rostro, el cual antes me parecía lo más bello del mundo y ahora, lo considero lo más aterrador.

—¿Puedo llevarla a la escuela?

Estaba paralizada.

«Dios sálvame...»

Comencé a analizar mis opciones,
salir corriendo o fingir que nada sucede y declinar su ofrecimiento.

Estaba a punto de declinar cuando de pronto el sonido de un motor bastante familiar, hace presencia.

Era Roy en su amada motocicleta quién se había posicionado del otro lado.

Fue como un rayo de luz mandado del cielo.

—Gracias, profesor, pero mi... —Dudo por unos momentos—. Mi novio me llevará —concluí.

Ni siquiera espere a que respondiera y tampoco me quedé a ver su expresión, ya que sin pensarlo dos veces me subí a la moto.

«Jamás creí que me alegraría tanto de ver a Roy.»

Situaciones desesperadas, medidas desesperadas.

Una Bella Atrocidad ©️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora