꧁Inútil꧂

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Incrédula observaba la horrible escena en frente de mi casa.

—Ah... —Quedé paralizada.

Roy llevaba una bolsa cubriendo su cabeza por completo, mientras tres tipos intentaban llevarselo a la fuerza en una camioneta totalmente oscura.

—¡A...ayuda!

Roy trataba con todas sus fuerzas quitárselos de encima.

Era inútil.

Sin pensarlo dos veces, salí corriendo hacia ellos.

—¡Déjenlo! ¡Ayuda!

Logran subirse con él a la camioneta e inútilmente, trato de abrir la puerta.

—¡¿Por qué hacen esto?! ¡Déjenlo por favor! —Golpeaba la ventana.

Uno ya se encontraba apuntandome con un arma.

—¡No dispares! ¡Es ella! —Gritó otro furioso.

El sujeto que estaba apunto de dispararme, bajó el arma y aceleró,
dejando solo su ensordecedora huida.

Mis ojos fueron en busca de las placas pero no logré verlas correctamente debido a la velocidad y la lluvia.
Por desgracia, tampoco pude ver el modelo.

Con desespero, sujeté mi cabeza con ambas manos.

—¡Ayuda! ¡Por favor ayúdenme!

Mis llamadas de auxilio eran en vano.

Estaba temblando sin control y no podía pensar con claridad;
ni siquiera le daba importancia a mi ropa escurriendo.

Así que procedí a hacer lo único que me quedaba.
Llamar a la policía.

Está noche prometía ser una pesadilla.

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Pasó media hora y la lluvia cesó.

Al llegar los agentes policíacos, dí mi testimonio.
En todo el rato mi lengua no paró de trabarse por los nervios.

—Procederemos a preguntar a sus vecinos si no escucharon algo.

—Es extraño que después de tanto alboroto nadie saliera a ver qué ocurría.

Era verdad.
Gritaba como alma en pena y ni siquiera las vecinas chismosas salieron.

Minutos después de tocar puertas, nadie salió; ni siquiera el loco estaba en su casa.

—Mala suerte señorita, ninguno de sus vecinos más cercanos se encuentran ahora mismo.

—Procederemos a buscar más testigos en las casas más alejadas.

Era prácticamente imposible que escucharán algo.
A este paso, seré la única que presenció todo.

Mordí mis labios con tal fuerza que empezaron a sangrar.

—Es una lastima que ni siquiera logró ver las placas o el modelo de la camioneta.

—Por ahora, será mejor que vaya a descansar. Podria enfermarse, nosotros nos encargaremos del resto —Finalizó y se retiraron.

«¿Cómo se supone que pueda descansar después de todo lo que pasó?»

Posé la mirada en el auto de Roy por unos instantes.

—...

El aire fresco me envolvió por completo, haciendo que mi cuerpo no dejara de temblar y el olor de tierra mojada inundó mis fosas nasales.

Perdí la noción del tiempo y mi mente quedó en blanco.

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El auto de Daniel que se estacionó enfrente de la casa de las chismosas fue lo que me hizo reaccionar.

—Fue una cena estupenda, joven.

—¿Cuando será la próxima vez que salgamos?

Hablaron con regocijo.

—Cuando ustedes quieran, hermosas damas.

En respuesta, rieron de tal forma que parecía Halloween.

—Que descanse, joven Daniel.

—Ustedes también.

Antes de que se diera cuenta de mi presencia, velozmente entro a casa.

Lo último que deseaba era verlo.

Una Bella Atrocidad ©️ Onde histórias criam vida. Descubra agora