CAPÍTULO 23

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Año 822 desde el descubrimiento del chacra

Konohagakure

Miró en su cama la ropa negra que tuvo la necesidad de usar. Había una blusa abotonada de manga larga y una falda. Había usado algo igual cuando había fallecido el tercer Hokage en la invasión de Orochimaru. En esa ocasión las muertes fueron mínimas. Pero, en esta ocasión, fueron muchas más personas fallecidos bajo el ataque del Kyubi. Se sentó en la cama mientras acariciaba nerviosamente sus piernas. No quería asistir al funeral, no se sentía preparada para ello. Lamentablemente también se sentía con la obligación de asistir. Solo iba por Kushina, la que era su madre, o eso dijo Jiraiya: Naruto no la consideraba su madre. Ni a Minato su padre. Ella los quería como a unos amigos, pues en su mente no tenía y no tuvo padres durante su vida.

Suspiró y comenzó a vestirse. Recordó que Kakashi vendría por ella para ir los dos juntos al funeral. Alzó la blusa y tardó alrededor de dos minutos observándola, aunque su mente estuviera en otras cosas. Sacudió la cabeza y se la puso. Luego siguió con la falda. Se miró al espejo cuando terminó y notó que no le gustaba vestir por completo de negro, o no al menos con ese tipo de vestimenta. Se mordió el labio inferior y mejor salió de su habitación. Fue a la cocina y tomó una rebanada de pan y le untó un poco de crema de avellanas. No tenía mucho apetito, pero no podía saltarse el desayuno, o eso le había dicho Hiruzen cuando tenía siete años. Se lo terminó y fue por un poco de jugo al refrigerador. Se llevó el vaso consigo y se fue a sentar a la sala de estar para esperar a Kakashi.

Solo pasaron cinco minutos.

Se escuchó el llamado a la puerta. Se levantó y caminó a la puerta. Allí se paró sobre las puntas de sus pies y vio por la mirilla a Kakashi. Se dejó caer en sus plantas y se puso los zapatos que estaban en la entrada. Poco después abrió. Miró que Kakashi traía un suéter y pantalones de vestir negros. Intentó darle una sonrisa al verlo, pero descubrió que ni siquiera podía forzar una sin que saliese más como una mueca. Kakashi la miró por un par de segundos antes de saludarla.

—Hola —dijo—. ¿Ya estás lista?

—Sí —suspiró Naruto—. Vamos, no podemos llegar tarde. —Kakashi solo asintió.

Naruto tomó sus llaves y salió. Cerró bien la puerta y comenzó a caminar al lado de Kakashi. En el pasillo ya había varios ninjas que también iban al funeral. Algunos tenían expresiones estoicas, otros no tenían expresión y otros parecía que querían romperse a llorar justo allí. Volvió su vista al frente e intentó ignorar a todos. Sus manos se aferraron a su falda y miró un segundo al suelo. Luego volvió a alzar su vista. En las escaleras fue casi la misma vista. Se mordió levemente el labio inferior mientras bajaban. Llegaron a la planta baja y por fin salieron del edificio. Afuera, el día era hermoso. Era soleado, algunas escasas nubes blancas que parecían bolas de algodón. Era tan diferente a lo que se sentía en la aldea ese día. Naruto enfocó su vista en las nubes. En su mente recordó que, a Shikamaru, uno de sus amigos, le encantaba ver todos los días y a cualquier hora las nubes. Este siempre decía: «Quiero ser una nube. No hacen nada y solo se mueven con el viento». Bajó su mirada al frente. Ahora ella quería ser una nube.

El pueblo estaba en completo silencio. Solo se veía a las familias, algunos hombres y mujeres que caminaban solos, todos con la misma dirección, el cementerio de Konoha. Algunas personas todavía traían gazas, yesos, bastones y sillas de ruedas. Ya había algunos que iban llorando por la pérdida de un familiar o amigo cercano. Otros solo iban por respeto al funeral. También abundaban las flores blancas: desde rosas, crisantemos, claveles, entre otros. Naruto sintió la necesidad de llevar algunas, pero no encontraba a nadie que las vendiese. Observó por todos lados por algunas calles. Kakashi lo había notado, por lo que preguntó:

Despertando en el ayer | Naruto Fem x KakashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora