Capítulo 29: Aprender

2.3K 141 4
                                    

Lunes, 20 de junio del 2022.
12.00 a.m.
📍Madrid, España.

Papá se marchó ayer, y con él una parte de nosotros. Desde que se fue, mi madre ha estado muy ausente, se quedaba mirando fijamente a la pared y rompía a llorar mientras que tanto Eric como yo, la consolabamos como podíamos. Nunca me llegué a imaginar la muerte de mi padre, pero es el dolor más grande que he sentido en mi vida. Nunca se está preparada para el fallecimiento de alguien, y menos de un padre.

Ayer hablé con Lando para decirle lo que había pasado, pero desde entonces no respondí a nadie más aunque había visto varias notificaciones de los chicos dándome ánimo; por lo que no sabía nada de ellos, ni del final de la carrera ni nada por el estilo, era lo último que necesitaba.

El día de hoy iba a ser duro y cansado a la vez, tendríamos que estar todo el día en el tanatorio mientras todos los conocidos venían a "verlo" y a darnos el pésame, personas que ni siquiera conocía y que me iban a decir lo bueno que había sido mi padre, pero era lo que tocaba.

La gente empezaba a llegar, pero no me sentía agusto, necesitaba a personas que realmente me querían dar el apoyo que en ese momento mi hermano y mi madre no podían darme al cien por cien, al igual que yo a ellos. Salí de aquella sala donde se encontraban la mayoría de las personas para poder despejarme un poco y que el poco aire que quedaba en Madrid me refrescara un poco. Abrí la puerta para salir y empecé a llorar; necesitaba soltarlo por algún lado, necesitaba explotar. Cuando una mano se posó sobre mi hombro haciendo que diera una pequeño salto sobre mi misma, era Carlos, y detrás de él todos los chicos.No me lo podía creer, ayer estaban en Canadá y menos de veinticuatro horas más tarde estaban en Madrid conmigo.

Sin importarme lo mucho que estuviéramos peleados me levanté como un resorte y me abalance sobre él. Necesitaba que sus brazos rozaran mi cuerpo mientras me demostraba que ahí estaba él para mi en los momentos más duro como nos prometimos hace muchos años atrás; y ahí seguía esa promesa, por mucho daño que nos hubieramos hecho, por mucho tiempo que hubiese pasado, siempre iba a estar él como yo para él. Seguía llorando entre sus brazos mientras tímidamente me acariciaba mi cabeza intentando calmarme, pero no podía, la situación era demasiado para mi.

...

No sé cuanto tiempo había pasado desde que los chicos llegaron al tanatorio, pero no me había separado de ellos. Sentía que, aparte de mi hermano y mi madre, eran de las pocas personas que estaban allí para apoyarnos en este duro momento que nos tocaba vivir.

Las miradas entre Carlos y yo eran más que notables. Después de todo lo que pasó en Mónaco y más tarde en Madrid con Max, quien estaba aquí también, nuestra relación no era ni mucho menos la mejor, pero podía notar como su mirada me decía que todo estaba bien, que no me preocupase por nada y que estaba para mi lo que necesitase; y así era, no me había separado de su lado en todo momento, al igual que de Lando y Charles.

El tiempo pasaba y era el momento de enterrar a papá. No me lo podía creer. Hace una semana estaba en Bakú viendo a Max ganar, y ahora estoy enterrando a mi padre, sin duda era el mayor dolor que sentiría nunca. Estaba de espalda al resto de las personas que había allí al lado de mi madre y Eric, cuando sentí como alguien me abrazaba por la espalda. Me giré sobre mi misma, donde me encontré con Charles; tenía los ojos rojos e hinchados, y me miraba con demasiada tristeza. Alcé mis brazos y los enrollé sobre su cuerpo, imitando la acción que hizo él.

Charles sabía lo que era este dolor, coincidiendo que hoy era el aniversario del quinto año de la muerte de su padre. Alguna que otra vez el monegasco me había hablado de Hervé, y cada vez que lo hacía sus ojos se volvían charcos que nunca llegaban a salpicar, pero está vez esos ojos verdes que volvían locas a más de una en este mundillo, lo habían hecho en las últimas horas.

- ¿Podemos hablar? - me susurró Leclerc al oído, a lo que yo asentí y nos marchamos de aquel triste lugar. Me despedí de mamá y Eric, además de los chicos; estos se quedarían en Madrid durante dos días y más tarde viajarian al Gran Bretaña. Cogí el coche y fui al lugar donde siempre solía ir cuando quería despejarme de la vida un poco; era un lugar apartado de la ciudad pero desde ahí se podía ver todas las luces de esta. Cuando éramos pequeños, Carlos y yo siempre solíamos ir cuando nos sentíamos angustiados o cansados de cada día, era como una vía de escape y ahora más que nunca la necesitaba.

Después de media hora en el coche donde ambos casi ni hablamos, llegamos al sitio. No fue difícil aparcar ya que muy poca gente sabía sobre esto, por lo que casi siempre estaba vacío.

- ¿Es duro verdad? - me preguntó este mientras se sentaba en el amplio césped.
- Lo más duro que he vivido hasta ahora - dije apoyándome en su hombro. El monegasco, al igual que Lando, se había convertido en uno de mis mayores apoyos y mejores amigos en estos últimos tiempos.
- Es algo que siempre va a doler, primero fue Jules, después papá y más tarde Anthoine - Charles llevaba una pulsera de oro con tres pequeñas plaquitas, las cuales cada una tenía grabado el nombre de los mencionados anteriormente, mientras los señalaba - pero al final acabas aprendiendo a vivir con el dolor.

En estos días había perdido la noción del tiempo, no tenía idea de cuanto tiempo habíamos estado allí, pero ya estaba empezando el atardecer. Hacía como unos veinte minutos que Charles se había ido, durante el tiempo que habíamos estado aquí el monegasco me había contado todo lo que había pasado desde que, principalmente su padre se marchó. No tenía ni idea de lo que había vivido y no ha sido fácil para él llegar hasta donde está en la Fórmula 1 con todas las piedras que se le pusieron en sus inicios, pero ahí está siendo uno de los mejores pilotos en la parrilla de este año.

Estaba en mi mundo, mientras miraba con la noche caía sobre Madrid y pensaba en todo lo que había pasado estos últimos días, cuando noté como alguien se sentaba al lado mía, pero no me asusté, porque ya sabía quien era.

IrremediableWhere stories live. Discover now