Capítulo 19

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Aún mantenía las llaves de su antiguo hogar.

En la oscuridad de una noche fría y desolada, la silueta esbelta y alta de un chico se mantenía firme frente a la puerta del lugar donde pasó los años más felices de su vida, dudaba entre entrar o dejar ese sentimentalismo de lado y regresar al horrible departamento del que ahora se deshacía. Sin embargo, algo le decía que al menos debía despedirse de ese lugar.

Lo más seguro es que jamás regresaría ahí, que esta casa se convertiría en un amargo recuerdo que, aunque quisiese, no podría olvidar. Al menos ahora el sentimiento no era tan malo, solo entraría un momento, recorrería un poco el lugar y se iría para siempre.

A pesar de esos pensamientos, sus piernas temblaban y sus manos sudaban, no entendía el por qué, no había nada que temer ni nada por lo que ponerse nervioso.

Abrió la puerta lentamente, confirmando que nadie estuviera dentro, con pasos inseguros ingresó al interior.

Nada había cambiado, todo se mantenía como cuando se fue, ningún objeto había sido movido de su lugar y aun así no había signos de polvo o descuido, como si alguien se hubiera tomado la molestia de limpiar todos los días.

Contario a lo que pensaba, el que no hubiera ningún cambio se sentía más doloroso, pues los recuerdos se presentaban más claramente: recordaba el día en el que entró en esa casa por primera vez, cuando tuvo las llaves por fin, cuando decidieron qué habitación sería de cada quien, las peleas por sus adornos feos en la sala, las tardes de películas y series, los días fríos con la chimenea encendida y mantas rodeando sus cuerpos, las discusiones por decidir qué verían en la televisión, los besos y el coqueteo provocativo, sus quejas por la comida saludable, el café matutino y la leche tibia por la noche, el espacio insuficiente en la nevera para sus cervezas o el helado, la vez que el horno hizo corto por su culpa, o cuando se cortó la muñeca por jugar con cuchillos.

Cada espacio tenía un recuerdo particular, único y especial.

Recuerdos que ahora solo le pertenecían a él.

***

Por último, subió las escaleras, donde se encontraban sus habitaciones. Frente a él, dos puertas cerradas.

Primero entró a su habitación, donde prácticamente no había nada, pues todo se lo había llevado con la mudanza, ahora solo quedaba un lienzo en blanco sin nada en el interior, listo y preparado para que alguien más dispusiera del espacio. Lo único que parecía desentonar, eran los vidrios en el suelo junto a una fotografía volteada.

La evidencia de su desesperación de la última vez que estuvo ahí.

No soportó más, se dio la vuelta y salió de ahí, una muestra más de su debilidad.

Ahora solo quedaba la habitación continua a la suya, la habitación perteneciente a la otra parte.

"No debería entrar". Se decía como advertencia. "Pero... esta parte también fue de gran importancia para mí. Si quiero olvidarme de este lugar, debo hacerlo por completo".

Abrió la puerta con sus manos temblorosas, detrás de ella, la habitación como la recordaba: perfectamente acomodada, sobria, simple y elegante, manifestaba a la perfección al decorador. Un pesó cayó a sus hombros junto a un sentimiento de melancolía y tristeza, cada rincón de la habitación le recordaba a cierta persona; esos pequeños detalles en morado, la simetría en la decoración, lo minimalista del lugar... reflejaban incluso su personalidad: sencilla, autentica, entregada, amorosa y... muy cálida.

No pudo evitar acostarse un momento en la cama, había dormido ahí algunas veces, había hecho otras cosas más también, sin embargo, ahora estaba fría y vacía.

Enterró su cabeza en la almohada, tal vez buscando el rastro de la escancia del otro, pero incluso eso había desaparecido. Pronto la almohada se volvió incluso más fría, causa de la humedad que sus lágrimas dejaban.

"Samuel, por favor, recuérdame".

Sus sollozos se escuchaban por lo bajo, lastimeros y sofocantes, signos de alguien destrozado.

Desde el día del accidente, hasta el presente, se había resignado a que las cosas cambiarían, pero en ese momento, con un ambiente lleno de sentimentalismo pasado... deseó y suplicó que aquel chico de cabellos castaños y sonrisa cálida lo recordara de nuevo, que fuera a buscarlo diciéndole que todo estaba bien y que se quedara a su lado, que las cosas cambiarían y que volverían a estar juntos, así hasta envejecer y morir...

Nada de eso pasó.

***

Después de tranquilizarse un poco, con los ojos aún vidriosos y la mirada borrosa, miró al mueble al lado de la cama, sobre este recordaba que había un portarretratos con una foto de ambos. Rápidamente se levantó y tomó el portarretratos volteado, al dar la vuelta... Un fondo blanco sin la fotografía.

Pensó que su corazón no podía estar más roto. Se equivocó de nuevo.

Ya no importaba nada ahora, no había esperanzas ni oportunidades. Antes de irse, entró de nuevo a su habitación, tomó la fotografía que en el pasado había tirado, aquella en donde ambos posaban en la nieve, y la rompió.

Tras de él, cerró la puerta de su habitación con llave, como guardando un tesoro de recuerdos que solo él podía abrir. 

Lo que recuerda de mí || RUBEGETTAWhere stories live. Discover now