Capítulo 29: Se lo merece.

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Dominik.

He estado encerrado en lo que parece ser un almacén, tiene poca luz y huele a humedad, no sé cuánto tiempo, pero hago lo mejor que puedo para no volverme loco.

Hay un escusado horrible, no hay ventanas, las paredes están manchadas de marrón y negro, parece grasa.

Mis padres, Elba y mis amigos deben estar preocupados...

Me duele todo el cuerpo, creo que es por las cadenas que tengo en los pies, a penas y puedo moverme.

Siento que bajé mucho de peso, ya que no dan mucha comida que digamos.

Veo entrar al hombre y la mujer que me han hecho pasar los peores días de mi vida.

Los últimos días, solo entraban, lanzaban la comida y de iban, no importaba lo que les dijera, no me prestaban atención.

Ahora se acaban de sentar frente a mi.

Quiero hablar, pero el hombre se adelanta y habla con cierto rencor.

—¿Sabes por qué estás aquí?

—¿Tengo cara de saberlo?— no porque me tengan secuestrado, voy a hablarles de buena manera.

—No importa lo mal que respondas, igual no saldrás de aquí— dice la mujer.

—Bien— vuelve a hablar el hombre— supongo que viste el correo que envié la otra vez.

—Ah, fuiste tú, claro que lo vi— respondo como si está fuera la conversación más normal del mundo.

—¿Por qué crees que dije que era mentira?

—¿El chico está vivo o algo por el estilo?— pregunto con arrogancia.

Voy a decir otra cosa, pero la mano de la mujer me golpea fuerte con el puño cerrado y me parte el labio.

La miro y sonrío.

—¿Ahora tengo que ser adivino para que no vuelvas a golpearme?

—Eres un maldito enfermo, al igual que tú asquerosa familia— dice la mujer con desagrado.

—Yo no soy quien secuestró a alguien, ustedes son los enfermos— respondo.

—Cariño, calmate— dice el hombre— Dominik, estás aquí porque nosotros queremos venganza.

Al instante mi expresión se transforma en una de "¿Eso que tiene que ver conmigo?" y él vuelve a hablar.

—Nosotros somos Antonio y Frida, padres del chico que murió en el hospital de tu madre, yo trabajaba en la empresa de tu padre, pero dos semanas antes de la muerte de mi hijo, me despidieron y me echaron de la empresa como a un perro.

Cierra los ojos como si estuviera recordando.

—El día del accidente, creí que tu madre lo iba a salvar, bastante mal había pasado mi familia cuando me despidieron y pensé que... Al final, mi hijo murió en esa cirugía.

—¿Me estás diciendo que me secuestraron para vengarse de mis padres por la muerte de su hijo y por el despido?— pregunto y ellos asienten.

—¿Por qué nuestro hijo murió y el de ellos sigue vivo?— pregunta Frida.

—¿Por qué no me han matado entonces?

—Queremos jugar con tu familia primero, por un tiempo estarás aquí y ellos sufrirán— responde el hombre.

—Que plan tan inmaduro— digo.

Los dos se levantan en silencio, al parecer, sólo querían venir a contarme porque estoy aquí.

Todos los días veo tu foto.Where stories live. Discover now