Doce.

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Luego de una cálida plática con los hermano kawata la joven se dirigió a la habitación de su mejor amigo sola, ya que sus amigos tenían cosas que hacer y solo pasaban un rato.

Estaba frente a frente mirando la puerta pensando en como debería de actuar en estos momentos. Sabía que la vida de su amigo no iba a durar mucho, pero como finges o intentas ser fuerte cuando sabes que la persona que más te importo en la vida va a morir y lo peor de todo es que no puedes hacer nada para ayudarlo. Ningún tipo de medicamento funcionaba, mucho menos alguna cirugía u otra cosa, su final ya estaba escrito desde el día en que nació.

Nunca supieron como se agarraron dicha enfermedad o si es que alguna vez tendrá alguna cura o un medicamento que alivie el dolor o te de un poco más de lapso de vida.

Una parte de ella quería que toda esta mierda que estaba viviendo se acabe de una vez por todas y alguna día despertar y escuchar a su padre decir con una gran felicidad y lagrimas en sus ojos que logró una cura para la enfermedad de ambos, pero eso nunca sucedería. Quizás en un futuro si, pero en ese futuro ella ya no estaría y lo sabía.

Suspiros salieron de sus labios. Inhaló y exhaló el aire y abrió la puerta viendo a su amigo en la cama recostado. Lentamente giró su cabeza hacia donde se encontraba ella viendo como le dedicaba una suave sonrisa pensando ¿Qué haría sin ella? ¿Cómo podría vivir sin aquella sonrisa que tanto amaba ver?

Quería llorar y quería gritar todo lo que llevaba acumulando durante tantos años de tortura, porque lo eran. Cada aguja, cada medicamento uno más fuerte que el otro, cirugías, tratamientos interminables, chequeos, todo era doloroso, como una tortura constante de la cual no tenían escapatoria.

Volvió a inhalar y exhalar el aire y se acercó a su amigo con una sonrisa en el rostro, tomó la silla que había allí y se acercó colocándola del otro lado de aquel vidrio que seguía dividiéndolos. Colocó una mano en dicho vidrio viendo como su amigo colocaba la otra.

Tenía un inalador en la.nariz y nuevamente aquellas agujas pinchando su mano dándole quién sabe que. Odiaba verlo así, no quería que sufra y su rostro le decía cuanto estaba sufriendo.

—¿Cómo te encuentras? – pregunto su amigo suavemente. Su voz comenzaba a irse de apoco.

—Bien... Eso creo... – respondió algo triste – ‘Aun si él está sufriendo siempre se preocupa por mi...’

—Tsuki... No llores... – susurró suavemente.

La joven se sorprendió ante aquellas palabras tocando su rostro dándose cuenta de que estaba llorando. Intento secarse las lágrimas pero estás no cesaban como si su cuerpo le obligará a llorar.

—Perdón...

—¿Por qué te disculpas?

—Por llorar...

—Tonta... No debes disculparte por eso... Llorar está bien...

—Lo sé, pero en estos momentos no es bueno que me veas en estas condiciones...

— ríe – Te vi llorando más de una vez, creo que más de 30 veces.

—Tantas no llore... Mentiroso...

—Es verdad... – dijo mirándola con una leve sonrisa. – Estaré bien, Tsuki. No llores.

—¿Cómo haces eso?

—¿Hacer el qué?

—Te estás muriendo y aún así intentas hacerme sentir mejor.

—Es lo que hace un hermano, ¿Verdad? – dijo haciendo que la menor llore más y más ante aquella palabra.

Durante todos los años que llevaban juntos se consideraban hermanos, no eran de decirlo pero cuando salía de la boca del otro en los momentos que menos se los imaginaban llegaba justo al corazón.

—Un hermano... Cuida de su hermanita aún en sus últimos días de vida...

—...

—Estuve pensando... La razón por la que llegue a este mundo...

—¿Eh? – murmuró sin entender.

—¿Recuerdas que en su momento pensábamos porqué llegamos a este mundo?

—Si... ¿A que conclusión llegaste?

—Estoy un 100% seguro de que nací para cuidarte... – dijo con lágrima en sus ojos y una gran sonrisa, viendo como su amiga lloraba – Nací para cuidarte y estar al lado tuyo... Ser tu soporté y tu mejor amigo, tu hermano, ser todo lo que necesitabas... Así como tú eres la mía Tsuki...

—Yuki... – murmuró entre lágrimas sin poder aguantar. Quería abrazarlo pero no podía entrar y eso le molestaba.

—Eres lo único que me queda...Tsuki tú eres todo para mí...

—No sigas... – lo detuvo – No pienses nada malo, me encanta lo que dices pero siento que te estás despidiendo...

—Tsuki..

—No! No puedo! No quiero! – grito levantandose de la silla tirandola en el proceso. – ¡¿Dime qué hago si te pierdo?!

—Vivir...

—¡No quiero si no estás tú conmigo! – grito – No puedo... Ya no tendría un motivo por el cual seguir adelante...

—¿Y tú padre? – pregunto el joven viendo como la menor se sorprendió ante tal comentario. – ¿Y tú hermano? ¿Y los kawata?

—Podran... Vivir sin mi...

—No lo creo tsuki. Ellos te aman de la misma manera que yo te amo.

—Sabes que papá está consentrado más en su trabajo que en su propia familia y lo sabes, tú estuviste presente en todo momento. – dijo cabizbaja – Mi hermano está más pendiendo en su esposa y su trabajo y ahora quiere una familia... Casi ni hablamos... Y justo ayer a la noche volvió a su casa – dijo sorprendiendo al menor quién no sabía aquello. – Y los kawata... Hace años que no nos vemos asique sería como no habernos visto nunca... No creo que... Les duela perderme...

—Estas muy equivocada, tsuki. – hablo su amigo suspirando acomodándose como podía en la camilla. – No negaré que tú padre se centró más en su trabajo, pero es para encontrar una cura para ambos, para que su hija siga viviendo y que su amigo siga a su lado dejando todo de lado para lograr encontrar alguna cura o tratamiento.

—Con respecto a tu hermano no puedo decir mucho ya que lo vi muy poco, pero se que te ama a pesar de todo. En mi punto de vista se centra en su familia para no decaer y con respecto a los Kawata.... Te aman tsuki.

—....

—Quizas no pienses eso en estos momentos pero por la forma en la que te vi cuando entraste vi un cambio en tu rostro. Hablaste con ellos, ¿Verdad? – la vio asentir – ¿Ves? Te aman Tsuki y creeme que perderte no será algo lindo, les va a doler más de lo que te imaginas.

—Pero...

—Sabes que tengo razón.

—No lo sé.. no pienso igual en estos momentos...

—Porque estás negandote. Deja de negarte, deja de querer alejarte de todos o firgir una sonrisa y menos por mi. Si quieres llorar enfrente mío hazlo, si quieres gritar hazlo, si quieres hacer berrinche hazlo, pero no te guardes nada, ¿Bien?

—...

—¿Bieeeen~?

—Bien... – dijo mirándolo algo deprimida. Vio como el joven puso su mano en el vidrio y la menor hizo lo mismo. A pesar de no poder tocarse, podían sentir el calor del otro y eso era suficiente para ambos.

Á𝔫𝔤𝔢𝔩 𝔡𝔢 𝔩𝔞 𝔤𝔲𝔞𝔯𝔡𝔞Where stories live. Discover now