Quince.

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Pasaron tres días desde que Tsuki se enteró de la verda y nunca se la volvió a ver salir de la habitación y lo más sorprendente era que nunca fue a ver a su mejor amigo por el simple echo de que le aterraba la idea de imaginarse que con su simple presencia lo esté matando.

Yuki estaba preocupado al no ver a su amiga imaginando las millones de cosas que podrían haberle pasado y más cuando ningún enfermero o doctor le decía que estaba sucediendo. Nadie quería empeorar su estado con una noticia tan fuerte como lo es esa por lo que decidieron esperar un poco más pero Yuki al tercer día comenzó a alterarse.

Exigía que le dijeran que estaba sucediendo, los enfermeros intentaron acercarse pero nadie podía al ver como Yuki puso su mano arriba de la máquina que le daba oxígeno.

—¡Si no me dicen les juro que rompo esta maldita maquina! – grito ya desesperado.

No solo eras una simple amiga, eras como su hermana y quería saber que sucedía. Estaba demasiado preocupado y el debía estar tranquilo y no alterarse de esta forma.

—Yuki, cálmate por favor. – dijo una enfermera intentando calmarlo. Quería acercarse pero eso lo pondría peor.

Yuki siguió y siguió amenazando a todos por unos 10 minutos más.

—Yuki. – hablo el padre de tsuki haciendo acto de presencia.

El nombrado se giró viéndolo y volvió a preguntar sobre Tsuki.

—Vayanse, yo hablo con él... – ordeno viendo como varias enfermeras y doctores salían de la habitación.

El hombre tomó una silla y la puso en un costado. Yuki al ver eso supo que se trataba de algo serio por lo que se sentó en la cama sin importarle que tan adolorido esté.

—¿Qué sucede? ¿Qué le pasó a Tsuki?

—Yuki... Tsuki lo sabe.

—¿Q-qué? – tartamudeo abriendo los ojos de par a par. Ahora entendía porque no iba a verlo. – N-no puede ser... M-me prometió que no le contaría.

—Se entero...

—¡¿CÓMO?! – grito alterado.

—Entro a mi oficina y vio los papeles con los análisis que hice...

—N-no... No... E-ella..no debería... – lágrimas recorrieron sus ojos comenzando a alterarse haciendo que el hombre se levante de la silla y vaya con el.

—Tranquilo...

—N-no debería saberlo... No quería que lo sepa... – dijo entre lágrimas abrazandolo – No quería que vuelva a sentirse culpable... No quería...

¿Recuerdan la amiga que Tsuki y yuki tenían en el hospital? Bueno. Por una mala desicion que tomó Tsuki en ese entonces, al otro día ella falleció y desde entonces tsuki se estuvo culpando hasta el día de hoy.

Yuki no quería que ese sentimiento de culpa volviera. Sabía que Tsuki era quien activaba por así decirlo su enfermedad pero le daba igual y solo quería estar con ella. Ya no era una forma de devolverle todo lo que ella hizo por el, esto era algo más personal.

Quería estar con ella hasta el último día de su vida viéndola sonreír, reirse de tonterías, platicar, su idea no era verla llorar.

El padre de tsuki le dijo que estuvo encerrada desde entonces en la habitación y que no ha comido bien.

Se que mucho dirán, ‘¡no le digas!’ pero aún si no se lo decía, el la conocía tan bien que se podía dar una idea de que tan mal se encontraba.

—Quiero verla...

—No puedes ir, Yuki..

—¡No me importa! ¡Quiero verla! – grito desesperado.

—No puedo dejarte ir a verla. No estás bien. – vio de reojo la máquina. Algo no iba bien. – Yuki debes calmarte...

—¡N-no! T-tu no entiendes. ¡Ella me necesita!

—Te necesita fuerte y así no lo lograras. Debes controlarte.

Aún si intentaba controlarlo hasta él estaba saturado que ya no era consiente de las cosas que decía o hacia y sin más vio como Yuki tuvo un paro.

Pego el grito haciendo que varios doctores y enfermeros entren a la habitación y comiencen a hacer el procedimiento para intentar salvarlo sin darse cuenta de que había alguien viendo todo detrás de la puerta.

Tsuki veía como había causado que su mejor amigo este entre la vida y la muerte. Pensó que si no iba a verlo se pondría mejor sin pensar en cómo reaccionaria él.

—Yuki... – susurro por lo bajo al verlo. Quería acercarse pero muy en el fondo sabía que no podía hacerlo o su condición sería peor de lo que estaba.

Simplemente se quedó en un costado viendo absolutamente todo lo que sucedía tocando el vidrio de fuera suspirando al ver que lograron que vuelva.

—Hija... – se sorprendió su padre al verla.

—¿Él...?

—Logramos estabilizarlo de momento... – suspiró – Le pusimos un sedante por lo que dormirá unas horas...

Se giró viendo a su pequeña sin expresión alguna como si estuviera viendo a un muerto de esos que chequean los forenses.

No podías hablar o decirle algo, simplemente te fuiste de ahi queriendo tomar algo de aire fresco para así pensar que hacer.

[...]

Por primera vez no sabías cuanto tiempo había pasado desde que te quedaste embobada mirando el cielo pero luego de una larga charla contigo misma llegaste a una decisión la cual sería extremadamente dolorosa pero la mejor de todas.

Te levantaste de tu lugar sientiendote algo débil por el frío y no comer bien estos días y en vez de ir a tu habitación te dirigiste a la oficina de tu padre.

Escuchaste voces del otro lado dándote a entender que se encontraba ahí y tocaste la puerta.

—Adelante. – abriste la puerta viendo como tú padre hablaba con dos enfermeros los cuales eran los encargados de ver a tu amigo. – Hija.

—¿Podemos hablar?

—Por supuesto. Más tarde continuamos. – ambos enfermeros asintieron yéndose de la habitación dejándolos solos. – ¿Sucede algo, cariño?

A paso lento pero firme te acercaste moviendo un poco la silla para así poder sentarte dándole a entender a tu padre que la charla iba a ser sería por lo que copio tu acto sentándose enfrente tuyo.

—Papá, estuve pensando todo lo que sucedió hoy con Yuki pero más que nada en el futuro...

—¿El futuro? – preguntó confuso.

—Se que la enfermedad que yo tengo es incurable y que aunque no lo quiera, voy a morir. – viste como tú padre cambio su rostro a uno más suave al escuchar esas palabras salir de tu boca.

—¿A donde quieres llegar, tsuki?

—Quiero irme de aquí.

Á𝔫𝔤𝔢𝔩 𝔡𝔢 𝔩𝔞 𝔤𝔲𝔞𝔯𝔡𝔞Where stories live. Discover now