Temp. 2, cap. 11

321 44 16
                                    

—¿S-souya qué haces aquí? —dije perpleja.

—Me enteré que saliste del hospital y no pude soportar no venir a verte —Souya bajó su mirada a mis brazos y abrió sus ojos con sorpresa.

—Espera, yo... —me puse nerviosa.

Puedo explicarlo, déjame explicarte. Sea lo que sea que estés pensando, no es así, aún te amo.

—Puedo... Yo puedo... —bajé levemente mi cabeza acercando a yung a mi pecho— puedo explicarlo —dije en un susurro.

—Es hermoso.

Levanté mi mirada rápidamente, Souya veía a Yung sonriente y con sus ojos cristalizados.

—Souya, estás demente —dije comenzando a llorar— idiota, van a matarte si te ven aquí.

—Tranquila, me ayudaron a llegar aquí.

Le di un leve empujón recordando todo lo que me contó Key, era mi culpa que todo pasara así y se merecía una explicación, pero eso no quitaba que me haya enojado por haberme ocultado las cosas.

—No te enojes —Souya rio agarrando mi mano y besándola— quería escucharlo de tus labios el por qué, no es que no le haya creído a Takemichi, pero quería saberlo por ti.

—Es tanto para explicar —suspiré— tal vez no viajo en el tiempo como Takemichi y también me resultó difícil creerle, pero por alguna razón, recuerdo vívidamente este sentimiento —sonreí mirando a Yung— el tener a este niño en mis brazos, lo recuerdo a la perfección. También el tocar tu cuerpo helado y ensangrentado —comencé a llorar— lo siento por ese día, pero no sabía qué más hacer para que puedas seguir con vida y quizás fui muy egoísta al no dejarte continuar con tu vida con alguien más y entrometerme, también no pensé en que quizás no quieras estar conmigo y con Yung, pero quiero que sepas que este es mi bebé y no lo voy a abandonar, no otra vez...

Souya me abrazó, no tan fuerte para no aplastar a Yung, pero podía sentir su cariño, esa tranquilidad, Yung dejó de sollozar y respiró con calma, estaba tan tranquilo al igual que yo, Souya tenía esa magia en las personas.

—No pienso hacer que te separes de Yung —susurró cerca mío— te lo prometo, voy a sacarlos a ambos de aquí y no tendremos que escapar, porque Kisaki estará lejos de ustedes.

—Souya, eres demasiado para mí —hablé en voz baja.

—Hyung yo te amo, quizás no tengo una gran mansión, ni puedo darte anillos de diamantes o a Yung juguetes caros, pero nunca les faltará amor y paz en nuestro hogar, además, ya te construí tu huerta —rio, yo igual.

—¿Con frutillas? —pregunté acurrucándome entre sus brazos con Yung.

—Sí, con muchas frutillas.

Souya acarició la manito de Yung y se sorprendió cuando este apretó su dedo.

—Es fuerte.

—Lo es —sonreí— le caes bien.

—Eso espero —acarició mi mejilla con dulzura— tengo que irme, no quiero que estés en peligro por mi culpa, cada vez falta menos, Hyung.

—Esperaré.

Nos dimos un pequeño beso y Souya se fue rápidamente, volví a sentir paz en mi vida y miré a Yung.

—Vamos a salir de aquí juntos, Yung. No importa lo que tenga que hacer, tú vivirás.

Al cabo de unas horas me llegó un mensaje, era de Kisaki.
_______________________________________
Kisaki

Hoy no llegaré a dormir, estoy muy ocupado con el trabajo.

Nunca te olvidaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora