Temp. 2, cap. 12

281 41 4
                                    

Pasaron semanas y al no estar Hanma con kisaki, necesitaba a alguien como segundo al mando. Fue allí que aprovechamos a dar un paso más allá del plan, uno arriesgado, pero si salía bien, era muy prometedor. Haríamos escalar hasta lo más alto a Chifuyu.

Fue difícil, pero no imposible. Chifuyu era una persona de confianza y Kisaki no tardó en mandarlo a hacer misiones que requerían más atención.

Estaba mirando a Yung sonriente hasta que la puerta se abrió, sonreí triunfante cuando vi a Chifuyu.

—¿Cómo está, segundo al mando? —reí.

Chifuyu ahora no tenía necesidad de estar escondiendo los papeles que incriminaban a Kisaki, podía moverlos con total libertad. No se los dimos completamente a la policía, la mayoría los tenía Naoto, un amigo de Takemichi, temíamos que haya algún aliado de Kisaki en la policía y no queríamos alertarlo sobre nuestros planes.

—Hyung, mañana será el día —me susurró Chifuyu acercándose con lentitud hacia mi.

Estaba en el balcón observando la ciudad, por alguna razón no sentía miedo, respiré profundamente.

—Estoy lista.

Al día siguiente.

Finalmente el día había llegado, por fin podría irme de este lugar, estaba algo nerviosa, pues las posibilidades de fallar eran parejas a las de ganar.

—Me voy —habló Kisaki mientras acariciaba el cabello de Yung.

—Adiós —respondí sin mirarlo mientras bebía un café.

Kisaki no dijo nada, después de todo lo que había pasado, entendía mi actitud y ya no hacía nada para tratar de alegrarme. Al cabo de un momento dejé la taza encima de la mesa, me levanté para ir hacia la habitación de Yung.

Lo que menos quiero es hacer de la vida de Yung una miserable. Kisaki, si por mí fuera, no me conformaría solo con enviarte a prisión, pero por Yung, eso es lo único que haré. Tomé un bolso y puse mis documentos importantes y los de Yung, era lo único que necesitaba, no quería nada más de este lugar.

Estaba por cargar a Yung, pero miré el anillo que me había dado Kisaki, lo observé detenidamente durante un minuto, me lo saqué. Sacarme esa cosa fue como quitarme una cadena, me sentía libre, por fin seríamos libres.

Salí del departamento con Yung en mis brazos, debería sentirme mal por todas las personas a las que saqué del camino para poder cumplir todo esto, pero de algún modo me resultaba imposible, no sentía nada, solo una inmensa felicidad. En aquel momento me pregunté, ¿Al final, qué tan diferentes éramos, Kisaki?

—Ya están por llegar —habló Chifuyu a Kisaki.

—No quiero que hagan nada mal, esta organización es importante —le respondió, todos asintieron.

Chifuyu miró a su alrededor, pudo visualizar a los miembros aliados, respiró profundamente. Por fin mandaría a prisión al culpable de la muerte de Baji.

—Te lo encargo mucho.

—No tienes que preocuparte, Hyung. Lo cuidaremos muy bien —contestó Key dándome un fuerte abrazo— no sabes cómo me gustaría ir a ver el espectáculo, pero me quedaré aquí a cuidar al pequeño Yung.

Nunca te olvidaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora