Capítulo 1

72 11 13
                                    

—Según tu curriculum has hecho casi todo tipo de trabajos. Limpieza, secretaría, marketing, diseñar planos de casas, peinar, maquillar, cocinar, pasear perros, ¿camarera? ¿escritora? Vendedora ¿Guardia de seguridad? Son muchos.

Asentí y luego pensé lo que decía la mujer frente a mí; ella tenía ojos negros, pelo café y seguramente rondaría los cuarenta años.

—¿Cuál dirías que es tu fuerte? —cuestionó con interés.

—La peluquería —murmure.

Ella sonrío y se quedo pensando varios segundos.

—¿Es lo que amas hacer?

—Sí —afirmé pensativa—. Pero, ¿por qué me preguntas eso?

—Mi hija quiere abrir una peluquería cerca y busca empleadas —mencionó amistosa.

—Soy un desastre ambulante.

—De todas formas tu experiencia sería útil, pásate, con eso no pierdes nada señorita Flores.

...

Miré al suelo caminando y suspiré pensando qué hacer. Necesitaba otro trabajo o no conseguiría dinero. Y al hablar con la chica me quedo claro que coger ese trabajo era buena oferta.

—Al fin te atrapo —dijo una voz conocida aguantando mi pelo.

Era Stella, mi antigua jefa. Esa mujer tenía como cincuenta años o quizás más, pero sin duda seguía siendo fuerte y teniendo energía.

—Déjeme —rogue apartando su mano.

—Tienes que darme el dinero por todo los daños que hiciste.

Lo explico, resulta que sin querer, y debido a mi gran torpeza, había derramado café en varios equipos eléctricos y como no tengo muy buena suerte todos se habían roto.

—No tengo dinero —murmure apenada.

—¡Pues consíguelo! —gritó enojada.

—Hey, no le hables así —interrumpió otra voz, una masculina, algo gruesa.

Entonces vi al chico que había besado sin querer, él avanzó en su patineta hasta parar a mi lado, me miro y me brindo una mano.

—Sube si quieres vivir.

—Leonardo DiCaprio más te vale no hacer lo que creo que vas a hacer —advirtió la mujer.

Él chico revoleo sus ojos y me tomo del brazo halándome hasta que subí mis pies a la patineta quedando cerca mi cuerpo del suyo. Inmediatamente sentí horror y más horror. Me caería y moriría. ¡No! Nos mataría a los dos.

—Adiós Stella —dijo él y le giño un ojo.

Muerte segura para Tulipán Flores. Sin embargo, el llamado Leonardo DiCaprio no se preocupo ni por Stella ni por matarnos y se impulso con un pie logrando que avanzaramos.

—Aguantate —sugirió.

Al notar que íbamos más rápido abrace al chico ubicado mi oído en su pecho y cerré los ojos aterrorizada. Abrí mis ojos lentamente al oír su corazón latir con calma y observe que ibamos muy rápido en línea recta.

—A la cuenta de tres saltas —aviso él.

—¿¡Qué!? —cuestione asustada—. No podré y nos caeremos.

—Sí podrás. Confía.

—Sé que no podré.

—Uno —contó él.

Instivamente cerré mis ojos con fuerza.

—Dos.

Abracé más a él chico y respire hondo.

—Tres.

Salté y sentí la patineta debajo de mis pies hasta que caímos perfectamente parados. Abrí mis ojos inmediatamente y observe alrededor.

—¿Sigo viva?

Leonardo asintió sonriendo y puso un pie en el suelo.

—Ya puedes soltarme y bajarte.

Asentí apenada y baje un pie, cuando iba a bajar el otro mi torpeza hizo de las suyas y tambalee cayendo de espaldas. Para mi sorpresa aquel desconocido con patineta me aguanto el brazo y me ayudo a ponerme en pie incluso a bajar. Era mi héroe.

—Gracias —murmure apenada—. Un gusto. Soy Tulipán Flores.

—Leonardo DiCaprio —dijo él sonriendo—. Y sí, ese es mi nombre.

Sorprendida di un pequeño asentimiento y lo vi pararse sobre su patineta, me hizo un gesto de adiós y se fue gritando:

—¡Nos vemos por ahí chica roba besos!

Me sonroje por la vergüenza y baje la cabeza para que mi pelo cubriera mis mejillas. Luego seguí mi camino.

Reina de la torpezaWhere stories live. Discover now