Capítulo 12 (II)

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—Hay algo que no te he dicho —avisó Leonardo—. Mi madre... Bueno...

—¿Qué sucede con ella? —cuestione preocupada—. ¿Tiene alguna enfermedad? ¿No le gustan las visitas? ¿Es muy preguntona?

—¿Se quedarán ahí toda la tarde? —inquirió otra voz; una ronca y fuerte.

Cuando miré quien era me encontré con otro chico igualito a Leonardo y supuse que era el hermano que no había conocido pues este me veía con mala cara. Además, apestaba a cigarro, y tenía un tatuaje en la nuca.

—¿Quién eres fea? —interrogó serio.

—Es hermosa para que lo sepas y se llama Tulipán —contestó Leonardo alzando un poco la voz—. Tuli, él es el menor de los trillizos, dile León.

—Mejor que ni me hable —sugirió el menor de los Leonardos y tocó la puerta—. ¡Mamá abre que no tengo toda la tarde!

—¡Voy!

—Yo conozco esa voz —murmuré viendo a mi amigo—. ¿Tu madre es Stella?

—Eso te quería decir —murmuró apenado Leo.

—¡Mamá DiCaprio trajo a una chica! —gritó León tocando fuertemente la puerta y nos sonrió con malicia—. Suerte, la necesitarán.

—¿No puedo creer que no me lo hayas dicho hasta ahora? —declaré preocupada—. Si Stella me ve, me mata.

—No te preocupes, yo estoy contigo —susurró Leonardo a mi oído y me tomó la mano—. Confía en mí.

Respiré hondo y asentí. Miedo, mucho miedo. La puerta se abrió y León entró dejándome ver a Leonardo DiCaprio y a mí. Inmediatamente solté la mano de mi amigo y puse mi mejor sonrisa.

—Leonardo DiCaprio Girardon Vial —dijo Stella con enojo; yo tuve que evitar reírme por el nombre—. ¿Qué significa lo que veo?

—Vengo a presentarte a mi nueva amiga. Sé que no se llevan muy bien pero la invite a cenar, por favor no me hagas quedar mal con ella.

Stella revoleo sus ojos y con su mano nos hizó un ademán de entrar. Leo y yo entramos y nos sentamos al lado del otro. En la mesa estaban los hermanos y supongo el padre. Los ojos de todos se posaron en mí y me sentí diminuta, sobre todo al ver que Stella se unía.

—Ella es Tulipán —informó Leonardo DiCaprio.

El silencio reino. Stella se levantó y volvió con un plato de comida para mí. Todos se pusieron a comer menos yo. Miré abajo incómoda y me levanté para ir al baño. Seguí las instrucciones de Leonardo DiCaprio y tras entrar al baño me lavé la cara.

Tomé aire y al salir vi a uno de los Leonardos, pero algo me decía que era el patinador.

—Siento haberte dejado venir sin prepararte mentalmente. Realmente no  lo pensé bien —indicó arrepentido—. Si quieres podemos irnos.

—Está bien, quédate Leo, yo diré que me llamaron y me iré. No quiero incomodarles, ni sentirme excluida.

—Lo siento mucho.

—No lo sientas.

Leonardo me abrazó y yo lo abracé a él. Entonces vi que otro Leonardo se asomaba y ladeaba la cabeza viéndonos, luego me regaló una sonrisa, yo se la devolví 
con timidez. Ese debía ser Vinchi.

—DiCaprio, nos han descubierto, aborta la misión —murmuré imitando el tono de los espías.

El Leonardo que me abrazaba soltó una risa y dejó de abrazarme tomándome la mano.

—Te acompaño hasta la salida Tuli —dijo Leonardo DiCaprio.

—De acuerdo, Leo Girardon Vial. Adiós Vinchi.

—Adiós, Tui —se despidió el chico que nos observaba. Sí, era Vinchi.

—Odio que me llamen por mi apellido —murmuró Leo que caminaba conmigo a la salida.

Reí y él me miró mal. Le di un beso en la mejilla y me despedí saliendo de aquella casa.

Reina de la torpezaWhere stories live. Discover now