Capítulo 13

44 8 9
                                    

—Ese de allá se llama Alá. —dijo Hortensia señalándome un chico—. A su derecha está Gilbert. Ambos de tu edad y con habilidades muy buenas.

Asentí sin prestarles mucha atención y miré a mi hermana menor.

—¿Cómo sabes todo eso?

—Lo mío es el chisme y la investigación —respondió con simpleza.

Ella cogió una galleta y la insertó entera en su boca, yo cogí otra y le di una pequeña mordida comiendola poco a poco. Ambas estabamos sentadas en la hierba viendo a los chicos que pasaban. En eso mi hermana me señaló otro chico de pelo negro y bajó la mano siguiéndolo con la vista. Ambas nos quedamos embobadas.

—Frank, treinta años, empresario. Hijo de una de las vecinas. La mujer siempre habla de la cantidad de dinero que gana y se nota muy orgullosa.

—¿Me puedes investigar a un chico llamado Leonardo DiCaprio Girardon Vial? —cuestione curiosa.

—Me suena el nombre —murmuró pensativa Hortensia—. Te averiguaré lo que pueda con Magnolia.

—Vale, gracias hermanita.

...

Salí de mi lugar de trabajo y caminé tranquilamente observando los alrededores. Al notar a lo lejos a Leonardo montando patineta se me puso la piel de gallina y cogí otro camino sin hacer ruido. Quería mantener distancia de todo lo relacionado a Stella.

Seguí huyendo en silencio sin contratiempos. Todo iba perfectamente bien, quizás demasia...

—¡Tulipán!

Lo sabía. ¿Para que pensé que todo iba bien?

—¡Tuli!

Corrí como si me persiguieran y salté algunas latas botadas en el suelo, seguí corriendo y miré detrás; no muy lejos venía Leonardo en su patineta. Apresuré mis pasos y tropecé con mis agujetas cayendo bruscamente de lado en el piso y torciendome el pie. Hola suelo, ¿me extrañabas?

—¡Maldita sea! —exclamé frustrada.

Traté de apoyar mi pie derecho y chille del dolor. Lo tenía un poco torcido. Comencé a llorar mordiendo la esquina de mi labio y respiré hondo varias veces para calmarme.

—Tuli, ¿estás bien?

Negué efusivamente a la pregunta de Leonardo y señalé mi pie. Leo cambió su expresión a una preocupada y me tocó suavemente el pie, pero yo pegué el grito al cielo.

—Lo siento, lo siento, tendré cuidado.

Solloce con la respiración agitada y él me limpió las lágrimas con una sonrisa tranquilizadora. Entonces pusó sus manos con cuidado en mi pie y acercó su rostro al mio hasta unir nuestros labios suavemente. Mi corazón nuevamente latió con fuerza viéndole a los ojos totalmente congelada, entonces oí un trac junto a un dolor en mi pie, pero luego sentí alivio.

Leonardo se alejó y mi respiración se calmó, miré mi pie y estaba bien otra vez. Solté una pequeña queja cuando el chico frente a mí tocó el lugar, pero aguanté y no me quejé más.

—Te mejorarás si te cuidas y caminas menos —aseguró Leonardo—. ¿Por qué huías de mí?

—No puedo verte más —murmuré agachando la cabeza—. Tu madre me odia y sé que no me quiere cerca de ti. Yo no quiero más problemas con esa mujer, suficiente daños hice.

—¿Te alejaras de mí solo por su culpa? —cuestionó entre molesto y triste—. No hagas eso, me dijiste que te quedarías en mi vida.

—Algunas promesas son imposibles de cumplir —susurré triste y saqué un sobre de mi bolso—. Dale esto a tu madre como pago por mis daños a sus equipos eléctricos.

—Yo le pagué ese daño —dijo. Yo lo miré con asombro—. Si quieres cojo tu dinero y le pedimos disculpas juntos. Por favor replanteatelo.

—No deseo dañarte, soy la reina de la torpeza Leo —expresé llorando—. Mira como he terminado, piensa en las veces que te he tumbado conmigo. A tu madre le rompí varios equipos de trabajo, ¿qué te haré a ti? ¿Qué Leo, qué?

—No seas tan dura contigo misma —pidió pasando sus manos por mis mejillas con cuidado.

—¿Miento? —cuestione y lo miré—. ¿Y por qué me besaste?

—Tu tobillo estaba torcido y necesitaba distraer tu mente del dolor así que...

—Los amigos no se besan ni se ocultan cosas —reproche interrumpiendole—. Si me ves por la calle finge que no me conoces. No quiero saber nada de ti Leonardo DiCaprio. No me detengas ni me sigas.

Dejé el sobre con dinero en el piso, Me puse de pie con cuidado y cogeando caminé hasta la parada sin mirar atrás.

Reina de la torpezaWhere stories live. Discover now