Capítulo 8

43 8 3
                                    

Vamos Tulipán, sé valiente.

Puse en el piso la patineta que recién me compraba y me pare sobre ella. Todo fue bien hasta que traté de impulsarme pues terminé cayendo con los pies abiertos en el suelo. Avergonzada y adolorida me levante, tomé aire y volví a intentarlo.

Me caí otra vez. Tres, cuatro veces... Diez, veinte. Me dolía el trasero.

Patinar no se me daba.

...

—¡Hey amiga! ¡Amiga!

Ignoré los llamados de Leonardo y seguí caminando a mi trabajo. El chico con nombre de actor llego patinando a mi lado y me observo con una sonrisa.

—¿Qué tal tu día?

Le di una mala mirada como respuesta y él bajo de su patineta aguantandola en una mano.

—¿Tan mal empezaste?

Asentí frunciendo levemente mi rostro y Leonardo comenzó a caminar marcha atrás mirándome.

—¿Me lo cuentas o lo adivino?

—Me caí intentado montar patineta —confesé en voz baja.

—Ven, sube a la mía —ofreció animadamente.

Cuando vi la patineta en el piso dude, pero subí mis pies y Leonardo me aguanto las manos clavando sus ojos a los míos.

—Cuentame como sucedio —sugirió modulando su voz a una suave.

—Fue al tratar de impulsarme.

—Pon un pie en el suelo —indicó él guiándome.

Seguí su instrucción y me tambalee un poco, mas él apreto el agarre de mis manos y me estabilice. Entonces solto una de mis manos y se agacho movimiento un poco mis pies.

—Ahora sí estás bien parada, inténtalo de nuevo yendo de lento a rápido, todo lleva su velocidad en esta vida y hay que respetar ese hecho. No puedes correr antes de caminar, ni montar en patineta rápidamente sin antes haber ido lento y haberte caído varias veces. Lo importante siempre será tenerte paciencia.

Asentí estando de acuerdo y me impulse suavemente, nuevamente me estaba faltando el equilibrio, pero mi mano aguantada a la de Leonardo me daba cierta estabilidad y me ayudaba a confiar en que no caería. Con Leo sabía que si resbalaba él impediría mi caída.

—Oye Leo... Gracias por sostenerme.

—Por nada amiga albina que no engorda y por fin esta aprendiendo a montar patineta —expresó amistoso.

Yo reí todavía impulsandome suavemente con mi mano tomada a la del chico que caminaba a mi lado.

—Se te olvido mencionar que también robo besos.

—¿En serio? No sabía que hacías eso —declaro fingiendo asombro.

Reí más fuerte y dirigí mi vista a Leonardo DiCaprio.

—Eres buen amigo, chico patinador que se llama como un actor de películas y tiene un pelo envidiable.

Ahora se río mi amigo y yo sonreí. Pero... Como siempre había un pero en mi vida, y esa vez fue que la patineta tropezo con una piedrita y obviamente la reina de la torpeza, osea yo, caí sentada sobre la patineta rompiendola en dos. Miré mi mano que ya no estaba aguantada a la de mi amigo y me levante apenada.

—Lo siento mucho.

—Mi bebe —dijo Leonardo, que veía su patineta rota, boquiabierto e incluso se agacho a su lado casi apunto de llorar— No puedes dejarme Patricio, debes aguantar hasta que te lleve a que te reparen, debes ser fuerte.

Era como si hubiera perdido a una persona que quería, aunque tan solo era una patineta, sin embargo supuse que era una especial para él.

En silencio me agache a su lado, lo abracé con fuerza y le bese la cabeza.

—Sé que es duro Leo, pero esto pasará. Patricio querría que siguieras adelante y no dejarás jamás de patinar. Debes ser fuerte y hacerle un entierro digno.

—Gracias por no burlarte de mi actitud —susurro devolviéndome el abrazo.

—Jamás Leonardo DiCaprio —aseguré.

Pasé mi mano suavemente por su cabeza esperando que eso le ayudará a sentirme mejor y luego de un rato él se alejo mirándome.

—Creo que llegarás tarde al trabajo.

—¡Mi trabajo! —exclamé poniéndome de pie.

Inmediatamente me mandé a correr muy rápido tropezando aveces con mis pies pero aunque me cayera me levantaba y seguía.

Reina de la torpezaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt