Capítulo 7

44 10 6
                                    

Me senté en un banco y choque la punta de mis pies viendo la vegetación a mi alrededor. Habían flores silvestres por todo el parque, sonreí al notar ese detalle y recogí mi pelo en un moño, tome una flor y la puse en mi pelo. Observé la hora en mi reloj y me puse a ver novelas turcas hasta que vi a alguien sentarse a mi lado y no era quien yo esperaba.

—Leonardo, ¿qué haces por aquí?

—Soy Vinchi —aviso y yo asentí—. ¿Pensaste que era mi hermano?

—Pues si, a él lo veo más y son iguales físicamente —explique algo incómodo—. ¿Tienen algo que les diferencie?

—Sí, yo tengo más lunares y mi hermano DiCaprio menos. Si por casualidad conoces al otro Leonardo podrás identificarlo por un pequeño tatuaje en su nuca.

—¿Los tres Leonardo? —cuestione divertida y reí en voz baja—. ¿A sus padres les gusta mucho ese nombre o no tenían mucha imaginación?

—Es tradición en nuestra familia ponerle a el hijo varón Leonardo, pero al ser trillizos tuvieron que ponerse creativos porque querían que los tres fueramos Leonardo.

—Interesante historia —expresé amistosa—. ¿Qué te trae por mi barrio?

—¿Vives por aquí? —cuestionó sorprendido—. Venía a buscar a una amiga.

—Una amiga. Um... Me huele a amor por surgir. Tengo un sexto sentido para eso.

Leonardo DaVinchi nego sonriendo.

—Solo es una amiga. Aunque si me cae muy bien.

—Vaya que bien —declaré sincera—. Amigo, ¿quieres que ella solo sea una amiga? —cuestione arqueando una ceja.

—Ahora mismo no podría decirte. Recién conocí a la chica.

—Hola Tuli, perdón la tardanza —interrumpió Hortensia y se sentó a mi lado—. ¿Quién es ese chico?

—Un amigo —respondí sonriendo.

—Me voy, espero volver a vernos —dijo Leonardo y se marchó.

—Es bonito —comentó Hortensia.

—Sí, lo es, mucho.

...

Sonreí comiendo un algodón de azúcar y me senté evitando posibles accidentes. Con mucha felicidad pensé en lo que me estaba yendo hasta ahora en mi nuevo trabajo y entrecerre mis ojos viendo a nada en específico. Si todo iba tan bien pronto ocurriría algo malo debido a mi torpeza.

—Tuli.

Giré mi rostro a la derecha y le di otro bocado a mi algodón de azúcar observando a mi amigo patinador.

—Hola Leo DiCaprio. ¿Siempre vienes en patineta? ¿No tienes bici o carro?

—Amo patinar y lo hago cada que puedo —respondió sentándose a mi lado—. ¿Qué amas hacer tú?

—Peinar —contesté sin dudar.

—Eso es genial, ¿me peinas? Quiero unas trenzas.

Reí en voz baja y pasé una de mis manos por el pelo de Leonardo, era suave y sedoso. Con cuidado cogí algunos mechones e intente trenzarselo, sin embargo era muy corto, no hubo modo.

—Envidio tu pelo Leo. Déjalo crecer un poquito y te lo peino.

—De acuerdo —accedió sonriendo—. Apropósito, me alegra verte sin timidez.

—Seguiré así siempre y cuando no menciones ese asunto del que solo nosotros sabemos.

—Ah, el beso —expresó como si recién lo recordará.

—¡Leo! —exclame apenada.

Bienvenido seas a mis mejillas viejo conocido llamado sonrojo, mejor nos vamos haciendo amigos.

Ese chico no pararía.

Leonardo sonrió inocentemente y yo me levanté con mi algodón de azúcar. Caminé con la cabeza en alto dispuesta a irme, pero me aguantaron mi mano y al girarme vi a DiCaprio.

—Lo siento Tuli, no te enojes por favor.

—Bueno... Está bien.

—¿Me das tu número? —cuestionó—. Por favor.

Una lucha interna entre dárselo o no hacerlo surgió dentro de mí, pese a todo se lo di y en cuanto soltó mi mano seguí mi camino.

Reina de la torpezaWhere stories live. Discover now