5. Alaris y el momento donde lo arruinó todo

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—Quelan—le advirtió Erenn—, responde, mierda.

—A-al principio supe que debía llegar aquí porque...—miró a todos con enorme incomodidad—, lo soñé, ¡Mierda! Y no me importa si no me creen, este lugar lo soñé, Crisa me hablaba de una forma que no podría recrear mi mente soñando, y viajé, pero la parte importante es que tu otra esposa—miró a Erenn y este gruñó mientras Beata se encogía de fastidio—, me encontró cuando fui a la aldea de Karan por medicina para Crisa, sus hombres me llevaron a Muraena y me dijo de la traición que iban a hacerte, Erenn. Al parecer te ama, a pesar de todo...

—¡Púdrete!—Erenn sacó su espada, incorporándose—. Tú me obligaste a esa unión y ni siquiera nos sirvió contra Agrimor. Vuelves a llamarla "mi esposa" y te hago trizas.

—Lo lamento—asintió serio—. Solo ella me ayudó a estar entre los hombres de su hermano bastardo y venir a salvar tu cuello, no me cae bien.

—Muraena no me ayudaría a evitar que me separen de Beata. Le conviene tenerme de esclavo.

—Piensa. No hay mayor indignación que ser una princesa esposa de un rey esclavo, aunque estés supuestamente muerto, ella cuida su imagen social para "el futuro". No es tan romántica como ustedes, que se pasan todo por el culo... por su amor—dijo con la naturalidad de un bardo—. Lo que hizo Muraena demuestra que para ella sigues siendo un rey a futuro.

—Me quitas la paciencia, Quelan—masculló Erenn.

—Y me da igual si no me creen—señaló el templo—. Tenemos poco tiempo para buscar una salida, y mi Crisa...

La voz se le rompió. Se cubrió la cara suspirando. El cambio tan brusco, de verse a la defensiva y enseguida un hombre frágil, denotó que Crisa le afectaba muchísimo:

—Mi Crisa... tienen que ayudarme a ayudarla.

Beata dejó a un lado las estrategias sucias de Quelan y esa Murantula, al pensar en la pelirroja.

✽✽✽✽✽✽

Alaris ya se había acomodado bajo los senos y en el ajustado corpiño una pequeña daga filosa, en el muslo se estaba atando una daga más grande cuando Calem entró a la habitación, viendo su pierna apoyada sobre el lecho; las telas subidas del vestido dejaban ver algo del paño íntimo que cubría su intimidad.

Mientras él la miraba casi avergonzado, Alaris demostró solo fastidio, cubriéndose la desnudez de un empujón de las telas.

—¿Qué dijo Agrimor?

—Gracias por cortar mi oreja; estuvieron a punto de culparme del escape de Beata, pero me vieron pelear contra ti y ser herido, así que estoy en su nueva lista de favoritos al corroborar el maldito pedazo que me falta—Calem abrió un odre del que bebió licor, por el dolor de oreja—¿Preparada?

—¿Para qué?

—Soy un invitado especial a la fiesta de esta noche. Nos sentaremos al lado de Agrimor—sacó de sus ropajes un recipiente de barro con tapa—. Traje ungüento para tu nuca... —arrugó el ceño, como si de repente fuera iluminado por una verdad—. Por los dioses, eres lo más hermoso que he visto.

Alaris se puso roja... de rabia. Él estaba algo bebido, y era un idiota.

—No. Esa es mi hermana, ¿lo olvidaste?—ella le dio la espalda, con el labio temblando.

En verdad él no medía todo el dolor que le causó.

Resiste, resiste, pronto acabará y será la victoria de tu vida.

✽✽✽✽✽✽

Beata y Erenn fueron guiados por el templo, que se componía de muchas habitaciones, patios y pasillos, hasta llegar a una habitación cerrada con llave.

Hecha De Sangre Y FuegoWhere stories live. Discover now