21. De sangre y fuego

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Los guardias de Re y Zadarah interceptaron la carreta que "escoltaba" a Beata para alejarse del Palacio, la detuvieron, mataron a los hombres, todo para darse cuenta de que dentro de la carreta no estaba ni ella ni la niña.

—Te dije que no debíamos subestimar a ese simio—dijo Zadarah desde su carruaje.

Re estaba tan presionado por Zadarah, no podían volver a su nación ni acceder al trono sin un heredero Zarón o la posibilidad de continuar el linaje.

—Tal vez debemos respetar sus condiciones—dijo Re desde la diplomacia—. Ya les dimos a todos nuestros hombres, su victoria nos beneficiaría sin tener que secuestrar a tu nieta. No los molestemos más por ahora, Zadarah.

Ella, como siempre, pensó que su amado era un papanatas, no obstante, le había estado ocultando algo crucial, y era que Zadarah había tenido fuertes síntomas de estar embarazada.

Era de sangre real, era su milagro, y en sueños, la deidad del amor le había relatado en una visión que ese bebé nacería. Zadarah no era consciente de que su mente no estaba tan bien, así que lo tomó como un hecho fijo.

—Bien, querido—apenas Re se alejó, ella llamó a uno de sus escoltas—. Manda con tu águila el mensaje; que tu camarada líquide todo el lugar en el que se encuentren los Velzar.

Con un bebé en camino, ya no tenía que estar cazando a Beatalyn ni a su vergonzosa descendencia.

......

Erenn envió a un falso informante al ejército enemigo, y los bandidos que trajo Paki regaron por las aldeas aledañas el rumor de que Beata estaba en el desierto Sur, donde se encontraban las cuevas subterráneas.

Beata permanecía oculta en la tienda de Erenn, atendiendo a la bebé y cuidándola. Por el calor, usaba allí un vestido ajustado de tela ligera. 

Y permanecer en el lecho de su amado en un campamento militar, le traía buenos recuerdos, lejanos, a pesar de lo horrorosa de la situación. Pero era lindo verse con él, y esperando otro bebé.

Erenn había partido a llevar la pólvora a las cuevas subterráneas en el desierto del sur, así que tanto Crisa, Alaris, y Calem, de metiche, se quedaron a dormir en la tienda principal, para no dejarla sola nunca.

Así pasaron tres días. La convivencia era buena, excepto por Calem, que se mantenía cabizbajo y ausente.

La noche llegó, un aguila mensaje les había avisado que Erenn llegaría en la madrugada, así que temprano se acostaron todos a dormir.

¡Fueeegooooo!

¡Fueegoooo!

¡Coooorraaan!

Abrió los ojos, saltando del terror inmediatamente hacia Erelynn, levantándola en brazos y cubriéndola con una manta para que no viera nada. Al ponerse de pie gritó; la tienda de telas y madera a su alrededor estaba en llamas, Alaris se había levantado al tiempo que ella, sacando su espada en un gemido.

—¡Calem!—Alaris y Crisa arrastraron al lisiado lejos de las llamas justo antes de que cayera sobre él un pedazo del techo encendido.

Por cada lado de la tela de la carpa había fuego, se vieron rodeados en medio del lugar bajo las llamas elevándose por el doble de su altura.

El humo, el llanto de Erelynn, el fuego acercándose, a un paso.

Alaris, tan impulsiva y rápida, trató de saltar entre las llamas, pero estas le rugieron, haciéndola retroceder antes de que le quemaran el rostor.

—No... ¡No vamos a morir así!—las lágrimas rodaban el rostro de Alaris—, no es justo.

Beata estaba perpleja, toda su vida pasó frente a ella, su lucha negada a morirse.

Hecha De Sangre Y FuegoWhere stories live. Discover now