20. Muerte, sangre y sacrificio

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Alaris yacía acostada en la cama luego de recibir cuidados y coser sus heridas, cuando despertó.

Calem no se había apartado de su lado, lo vio sentado en el suelo del lecho, como un guardián, lo que la puso roja como un tomate.

¿Qué hago, qué digo? ¡Ayuuudaaa!

Era irreal considerar que Erenn no los había matado, ella no paraba de temblar tanto por las lesiones, como por el desconcierto de que él hubiera entregado su vida con tal de demostrar que su corazón era sincero.

—Te trajeron caldo de hueso—dijo él abriendo los ojos de repente, y tomando el cuenco y la cuchara de la mesita, soplando el contenido para que se enfriara.

Él le había masajeado los pies a ella, leído algunos relatos de la biblioteca de Mita, hasta le peinó el cabello mientras dormía, eso dijo, y Alaris iba a enloquecer ante tanto.

—¿Q-quieres dejar de fingir y ser el de siempre?

Él sonrió levemente, bajando el cuenco y la cuchara.

—No puedo ser el mismo—murmuró siniestramente—, perdí mucho por mi estupidez—Alaris observó sus piernas inmóviles, entablilladas—, s—si no soy diligente, con facilidad me desecharás y tomarás a otro hombre, uno que no esté lisiado.

Alaris, luego de tanto, puso su mano en la de Calem, sin poder mirarlo.

La pérdida de sus piernas le había quitado gran parte de su orgullo y altives, este Calem estaba aplastado y decaído, parecía otra persona.

—¿O estás conmigo porque ya no eres un gran negocio para otras chicas?

Calem, el príncipe bastardo, el maldito, llevó la boca hasta la mano de Alaris y la besó con tal cariño que ella aguantó el aire.

—Quiero estar contigo porque eres todo lo que sueño y necesito—se miraron a los ojos, Calem lucía tan espectacular y hermoso. Por primera vez, tenía los ojos de un hombre hecho y derecho—. No le mentí a Erenn con lo que siento. Entendí mientras luchaba por sobrevivir que fuiste mi único pensamiento; quiero todo contigo, Alaris, pero sé que es difícil para ti, eres una campeona, una guerrera que será nombrada en la historia... en cambio, yo soy menos que un esclavo.

Era cierto, los que no podían caminar, en un mundo donde sobrevivir a partir del trabajo físico era tan indispensable, estaban condenados al desprecio:

—Entiendo si rechazas mi compañía, si no, podemos ser amigos.

Ella es mi Beata.

A Alaris se le llenaron los ojos de lágrimas.

—No puedo entregarme a ti, Calem—susurró—, no de inmediato...

Él palideció, asintiendo.

Alaris puso la mano sobre la de él.

—Pero... pero... siempre estuve enamorada de... ti...

Los ojos de Calem fueron dulces y comprensivos.

—Dame tu tiempo, Alaris; este... lisiado recuperará tu confianza, te demostrará que, a pesar de todo, sigue siendo un hombre completo.

Ella se secó el llanto, sonriendo feliz.

—¿Todavía te sirve la verga?—murmuró incapaz de contenerse.

Él soltó una risotada, con el rostro cambiándole completamente a la profunda jocosidad maligna que lo caracterizaba.

—¿Te muestro?—dijo moviendo las cejas sugestivamente. Ambos soltaron carcajadas.

Fue increíble para ella. La recompensa a tanto tiempo de lucha constante. Fue hermoso. Por ello, se armó de valor, y tras morder su boca, susurró sin mirarlo:

Hecha De Sangre Y FuegoWhere stories live. Discover now