23. Pasión

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Erenn había calculado que les quedaba una semana para ser derrotados... antes de la plaga.

Con la plaga que azotó esas tierras, nacida dentro de las fuerzas de Agrimor, pasaron dos lunas en el que el ejército enemigo retrocedió en Izo por la vasta cantidad de bajas que estaban padeciendo. Dos lunas que no habría podido siquiera imaginar.

Y las lluvias no paraban, llovía tanto que ya había inundaciones en algunas aldeas.

Los comandantes, y Alaris (como guerrera habilidosa y poco sentimental) estaban alrededor de la mesa que dónde tenían el mapa de la zona, y las estrategias. Paki marcó los lugares infestados, la enfermedad no había llegado a su ejército aun, pero sí se había extendido del otro lado, en aldeas y pequeños pueblos inocentes.

Como el rey de Mita, los informes llegaban; niños, bebés, mujeres, todos estaban siendo masacrados por la enfermedad, no solo los soldados de su enemigo. Era una crisis nunca vista, se apilaban y quemaban cuerpos de forma insostenible. Una masacre sin precedente.

Cerro los ojos, asqueado y frustrado. Por eso no habían llamado a Crisa o Beata, para evitar darles azotes cuando ya eran consciente de la situación.

—Ni siquiera vale la pena pelear—dijo Daster, que había llegado el día anterior—. Esa plaga es el nuevo enemigo de todos. Agrimor...

—No va a retroceder—aseguró Alaris antes de que se les metieran ideas de retirarse mientras lidiaban con la plaga—. Viví cerca de él. Es un loco. Nuestra oportunidad ya llegó, es esta.

—Es verdad—Quelan suspiró—. Sabemos que por la plaga se movieron al sur, cerca al valle de cuevas subterráneas, y allí cavaron un pozo descomunal donde botan a sus muertos.

Erenn apoyó la frente en las manos; tantas muertes eran la respuesta al sucio ritual de Beata, se lo había confesado.

Ella lo había provocado.

Y niños entraban en la lista.

Crisa misma sufría siempre las trampas de su don, de esos entes, Beata había dado pie a que ellos la atacaran de la peor forma por jugar con fuego.

—¿No los queman?

—Sus creencias están dirigidas al entierro, no pueden quemarlos. Solo los apilan.

—Majestad—le dijo Alaris con su característica osadía—. Si quiere ser derrotado, bien, no ataque. Los reinos pequeños que apoyaban a Agrimor se marcharon por miedo. Ha perdido miles de cabezas. La pólvora fue distribuida en las cuevas. Estamos listos, retroceder nos haría estúpidos.

—Cuida cómo le hablas a su majestad—le dijo uno de los comandantes Mitanos, que obviamente, no la conocía. Alaris lo atravesó con los ojos.

—No—interrumpió Erenn molesto—. Cuida tú cómo le hablas a mi guerrera. Alaris ha peleado mejor que muchos hombres para defender mi casa, ella misma se enfrentó dos veces al rey que se cree dios; los que han sobrevivido a él los puedo contar con mis dedos, y entre ellos está Alaris.

Ella se irguió sonriendo de oreja a oreja. Apenas el comandante bajó la mirada, ella le sacó la lengua.

Erenn negó, sonriendo.

Nadie diría que alguien tan letal era tan infantil.

......

Beata había estado rezando a sus dioses, pidiendo perdón fervientemente por la plaga, por la pérdida de su hijo, esto, en un altar que ella misma construyó fuera de la tienda.

—¡Iremos! ¡Iremos a la guerra! ¡Pasado mañana, al amanecer! —los cuernos cantaron, los soldados gritaron con júbilo.

Beata lo escuchó y su corazón se encogió. Ingresó a la tienda que volvieron a construir para los reyes, allí estaba Crisa con su niña bruja.

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⏰ Letzte Aktualisierung: Jan 19 ⏰

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