Especial. El tesoro más grande

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Estrujaba sus manos sin parar

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Estrujaba sus manos sin parar. Caminaba de un lado a otro por el pequeño cuarto de baño del tercer piso. Le resultaba extremadamente difícil mantenerse quieto porque incluso pensaba que le daría un ataque o algo parecido si continuaba allí metido, pero tampoco era como si quisiera salir, no en ese momento. No cuando estaba completamente avergonzado y se sentía culpable por lo que había sucedido. Empezaba a ponerse ansioso y para nada ayudaba la voz tan varonil, preocupada y tierna que lo llamaba desde el otro lado de la puerta.

—¿Todo está bien ahí adentro? ¿Debería entrar por ti? ¿Podrías por favor decir algo para saber que estás consciente?

—Todo está bien, sólo necesito un par de minutos más Oab. Puedes marcharte. Ya sé cuál es el camino de retorno. —estaba siendo grosero, pero no podía evitarlo. Lo último que quería era verle la cara a ese hermoso bombero pelirrojo al que minutos antes le había dicho semejante barbaridad. Como en el mundo pudo haber mencionado esas palabras ¿acaso estaba loco? Pues a decir verdad era justamente lo que se temía. Había perdido la cordura desde el momento en que vio sus abdominales y el joven bombero lo deslumbró con su sonrisa sincera.

No había sido para nada de ayuda que mientras se dirigían al baño —y Fluke lo abandonara a su suerte— Oab se hubiera tomado el atrevimiento de posar su mano en su espalda baja, mientras lo guiaba escaleras arriba y mucho menos había ayudado el que torpemente tropezara con su mismo zapato en el descanso de la escalera y Oab lo sujetara reproduciendo la escena de la típica película en la que la damisela está a punto de caer de espaldas y el galán la toma en sus brazos fijando sus miradas en el otro tan profundamente que terminan uniendo sus labios inevitablemente. Claro eso último no sucedió pero el estremecimiento de su cuerpo ocasionado por la cercanía del bombero lo había puesto nervioso. Estaba en graves problemas porque la información en su cerebro estaba toda alborotada, si le preguntaban cuál era su nombre en ese momento, fácilmente podría responder que era la caperucita y le encantaba haber caído en las garras del lobo.

—Arm, no pasa nada. Por favor sal y hablemos de lo ocurrido ¿está bien? —Fijó su vista en el reflejo que le devolvía el espejo de su propio rostro sonrojado. Sus ojos parpadeaban rápidamente, y se tomó unos segundos para respirar profundamente inhalando y exhalando el aire que se le hacía cada vez más escaso. Acercó su mano al pomo de la puerta y cuando estaba a punto de girarlo para dejar entrar a Oab, la imagen del bombero frente a él diciéndole que era el hombre más hermoso que había visto jamás, mientras miraba sus labios con ansia... volvió a ocupar su mente, no porque le parecía mal que lo hubiera dicho, sino por la respuesta automática que él le dio antes de salir corriendo y encerrarse en el baño. Se estremeció de sólo recordarlas: "Soy sacerdote, pero con gusto dejaría la sotana por ti"—. Abre la puerta, permite que me disculpe si te ofendí.

—Necesito beber un poco de agua. —Sus labios se apretaron hasta volverse una fina línea—. ¿Podrías traerme un poco? Hablaremos después de eso.

Fuego en el corazón - OffGun 🔥 (+18) - HP8Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt