Capítulo IV: Bajo la misma lluvia

253 20 1
                                    


Respiró profundo y se removió ligeramente, acurrucándose un poco más. Un olor fresco a hierba húmeda llegó a sus sentidos, recordándole las mañanas en su viejo poblado. Empero en lugar de sentirse feliz, abrió sus ojos asustada y se puso de pie enseguida, observando hacia todos lados con el corazón bombeando frenético y respirando nerviosa por la boca. Casi como una presa siendo cazada.

Era un bosque, sí, pero no había rastro ni olores de los Calcavecchia. Tampoco era el "bosque de las almas perdidas", estaba segura porque el aire llegaba hasta sus pulmones, compuesto de aromas variados y verdaderos, nítidos. Comenzó a tranquilizarse. Había una sutil neblina y el ambiente tenía un ligero tinte grisáceo, pero sólo era producto de la hora, al parecer el sol no había salido todavía. No era de color gris plata y densa como aquel bosque maldito y allí las hojas no se sentían tan reales al tacto como aquí. Y sin embargo, había algo raro.

Se vio los pies descalzos y el cabello desordenado, pero su ropa estaba intacta, ni rasgada ni sucia con barro. Eso significaba que la extraña esencia bestia que llevaba en su sangre no había reaccionado ni a la luna llena ni a la prepotencia de aquella tonta loba, Malia. O lo que sea que fuere. Sacudió las hojas que estaban prendidas de su ropa y su cabello y empezó a caminar, observando con atención a todos lados. Los árboles eran altísimos, pero todavía podía ver el cielo. Sintió un poco de frío ¿Por qué hacía frío? No era época como para... Y de pronto, frente a ella, una hermosa casona antigua.

Observó más allá. Parecía como si aquella casona estuviera estratégicamente ubicada, rodeada de árboles altísimos aproximadamente a unos trescientos metros de distancia en todos sus lados. Era precioso incluso si los árboles se encontraban un poco pelados. Miró el piso, estaba cubierto de hojas por doquier ¿Acaso era otoño? ¿El invierno estaba llegando? Tan siquiera ¿Todavía se encontraba en Beacon Hills?

—Ho... Hola.... ¿Hay alguien aquí?— inquirió al abrir la puerta porque nadie respondía a sus llamados y comenzaba a hacerle bastante frío en los pies.

Mas nadie contesto. Obviamente. La casa se encontraba vacía, lúgubre, sin muebles, llena de polvillo y hojas, con las ventanas rotas y algunas partes de la casa tenían faltantes de paredes, lo que pudo percibir recién al abrir la puerta ¿Cómo no lo vio antes? Suspiró profundo y decidió entrar. Mas al poner un pie adentro, las hojas empezaron a barrerse, todo se reconstruyó y el color mágicamente regresó a la sala. Escuchó corridas y risas de niños y trató de ubicarlas, pero parecían provenir de diferentes lugares, como un eco.

—Hola... ¡Disculpen! ¡¿Hay alguien aquí?!— insistió.

Mas nadie respondió, otra vez. Miró hacia todos lados un poco temerosa de meterse en casa ajena. Había escuchado historias de casas en medio de la nada donde sus habitantes se defendían a tiros de los desconocidos y ni les preguntaban qué buscaban, simplemente disparaban. Era extraña, pero no inmune a las balas, menos si iban directo a su cabeza.

Inspiró profundo tomando coraje y decidió seguir. Caminó hacia la izquierda hasta donde una preciosa cocina. El desayuno estaba preparado sobre la mesa, tostadas, mermelada, hot cakes, cereales, leche, queso y pan recién horneado. Olfateó el café en la cafetera y escuchó un jarro de agua a punto de hervir. En el lavabo había algunos platos, tazas y cubiertos usados recientemente.

—¿Y por qué nadie contesta?— inquirió al aire.

Salió de la cocina y volvió sobre sus pasos. Visualizó un pasillo, previo a la escalera, que daba hacia la parte trasera de la casa, pero lo ignoró al escuchar un llanto en una de las habitaciones superiores, la tercera a la derecha si su oído no fallaba. Apoyó su mano en la baranda y puso un pie en el primer escalón, debatiéndose si subir o no.

El lado oscuro de la luna [TEEN WOLF]Where stories live. Discover now