Capítulo V: La bestia equilátera

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Lydia se despertó y observó hacia todas partes, totalmente perdida, preguntándose cómo había ido a parar allí. Lo último que recordaba era estar viendo su película favorita, "The Notebook", y al segundo siguiente se encontraba en uno de los pasillos del sótano del instituto. Apretó los labios entre furiosa y atemorizada, sin saber realmente cómo debía sentirse. Y la palabra "usada" ametrallando su mente desde hacía una semana no ayudaba en absoluto. Inesperadamente, algo apretó su hombro y mil imágenes vinieron a su mente, siendo el rostro de Peter Hale el más graficado, de entre tantos demonios que podrían atentar contra ella. Gritó aterrada y retrocedió hasta dar la espalda contra la pared, negándose a abrir los ojos.

—¡Lydia! ¡Soy yo! ¡Loraley! Oye, lo siento— se disculpó la joven bruja, sin estar segura de acercarse más.

—¿Qué haces aquí?— inquirió desconfiada la pelirroja, su tono de voz era de enojo.

—Siguiéndote. Te vi caminar por los pasillos del instituto y traté de llamarte, pero no respondías. Entonces te seguí ¿Qué hacías en el instituto a las nueve de la noche?— inquirió curiosa después de chequear su reloj.

—¿Qué hacías tú a esta hora en el instituto?

—Olvidé un estúpido libro. Y Jen me obliga a estudiar y sacar buenas notas. Recuerda que es una loca ex profesora. Y eso es lo que hacen los profesores, obligarte a tener tus deberes al día, no importa si hace unos días estaba a punto de morir —se quejó, resoplando y entornando los ojos, como si todavía la tuviese en frente suyo para quejarse— ¿Y tú?

Lydia no respondió de inmediato. Apretó sus labios, desvió la mirada y permaneció en silencio, dudosa de decir la verdad. Aparte de la manipulación, también estaba cansada de las miradas ajenas, aquellas que juzgaban con desagrado y desprecio. Y a veces también estaba cansada de su poder, el mismo que a su abuela la había llevado a la horrible Eichen House. Suspiró y volvió a mirarla de una manera que a Loraley le figuró a dolor.

—Soy... una Banshee. Lo que puedes traducir como un GPS humano de cadáveres. Me muevo de manera inconsciente hasta que termino encontrando algún muerto.

—Vale, encontrémoslo. Si éstas son las coordenadas, no debe ser muy difícil de rastrear ¿Cierto? —inquirió observando hacia ambos lados del pasillo, optó por uno y empezó a chequear las zonas oscuras— Acá hay una rata muerta— comentó pateando al animal hacia un costado, con una actitud que le resultó un poco similar a Malia.

—¡Más vale que dejes esa cosa ahí!— amenazó Lydia alejándose un poco asqueada.

Y fiel a su palabra, la joven Druida caminó entre los pasillos, corrió cajas, se metió en las aulas vacías y abrió muebles sin esperar colaboración de una pelirroja que no se movió de su sitio. Con el asunto de la obsidiana había decidido no volver a tratar con una Banshee en su vida, pero tampoco podía negarse a ayudar a alguien que olía a miedo y nerviosismo. Y si ayudar a alguien de otra especie la hacía quebrantar las reglas de su viejo clan, mayor razón había para hacerlo.

—No hay nada...

—¡No estoy loca! ¡Aquí hay un muerto!— la interrumpió histérica la joven Banshee.

—¿Y si ya se lo llevaron o...? Vale, vale, buscaré de nuevo— se apresuró a manifestar levantando sus manos a modo de defensa ante la mirada asesina de su compañera y sus puños apretados como si estuviera diciéndole que eso le iba a pasar a su cuello, así lo vio ella.

¡Dios! Si hasta se parecía a Ally cuando se enfurecía. Ahora entendía por qué habían sido amigas, si tenían el mismo carácter. Suspiró susurrando una protesta y se giró para rehacer el mismo trayecto, pero se detuvo de golpe y se volvió hacia la Banshee. Cruzaron miradas y observaron hacia el techo al mismo tiempo, el único sitio que no habían verificado y que coincidía con las coordenadas. Allí, gigante y peluda, aguardaba una horrible criatura bastante similar a una tarántula venenosa.

El lado oscuro de la luna [TEEN WOLF]Where stories live. Discover now