El lado oscuro de la luna [TEEN WOLF]

Capítulo VII: Corre por tu vida

La noche había caído y todo seguía igual. Nadie se había movido demasiado de posición y no parecían tener intenciones de marcharse. Y si bien Derek ya se había acostumbrado a su presencia constante en el loft, todavía era reacio a pasar la noche todos juntos, ya que eso le recordaba a su vieja familia, a lo que era habitué antes del fuego. Con sus Betas habían compartido muchas noches, pero eran suyos, su responsabilidad, él debía velar por ellos y lo tomaba como una obligación que nunca le había provocado este raro sentimiento de nostalgia que lo embargaba en estos momentos.

Suspiró intentando disipar el malestar y se reincorporó de la posición encorvada en la que se encontraba al haber estado marcando un par de datos en unas hojas. Estiró los brazos e hizo un par de movimientos de descontracturamiento. Observó a su lado lo bien que Chris sobrellevaba su posición y su concentración, luego observó a los chicos dispersados a todo lo ancho de la sala. Lydia se encontraba en brazos de Jackson, la mirada perdida, casi sin vida, como una muñeca rusa. El antiguo Kanima también parecía perdido en su mente mientras su mano se movía por inercia acariciando el cabello de la pelirroja. Sabía que ella no había dormido en veinticuatro horas porque simplemente no podía hacerlo, al igual que la mayoría.

Liam se encontraba sentado en el marco del panel izquierdo del inmenso ventanal, el cual nadie había conseguido que lo cerrara (menos cuando Scott lo apoyaba y le daba permiso para seguir en su capricho), una pierna colgando hacia adentro, los ojos cerrados sintiendo la suave brisa. La sensación de ahogo era casi intolerable, a medida que pasaban las horas le costaba más esfuerzo resistir todas esas emociones negativas y mantener la calma. En el centro de la mesa Kira hacía grullas de papel. A su lado, Isaac las cortaba con una tijera intentando controlar los celos enfermizos que Derek y Malia habían catalogado de normales, el primero alegando algo de almas gemelas (o una cosa por el estilo que no había terminado de entender) y la segunda sobre la territorialidad de los lobos.

Erica revolvía su batido de manera insistente con la vista perdida mientras que Malia devoraba las pizzas que Derek había encargado, ajena en apariencia a la angustia que carcomía a sus compañeros. Boyd y Cora estaban en la cocina preparando snacks sencillos que sabían que sólo la Coyote iba a degustar, pero era una necesidad de la loba para no ser engullida por el hastío reinante y para no pensar en nada. Había momentos en los que se sentía un poco traidora con su propia manada, ya que era incapaz de decir algo en contra de Loraley o aceptar un plan en contra de su grupo, los que Malia diagramaba hábilmente.

Mason estaba recostado a todo lo ancho de uno de los sofás leyendo un libro que había extraído de la enorme biblioteca de Peter. Stiles se mantenía concentrado en escribir y borrar cosas en una de las pizarras. Scott estaba a un lado de él, con la expresión típica de un cachorro apaleado, barajando cartas por inercia, su mente fija solamente en Allison y los sucesos que habían transcurrido veinticuatro horas atrás, luego de que Carrie les confesara que Allison se dedicaba a cazar almas en el mundo de los muertos, tal como había hecho con la manada de Derek luego de la muerte de su madre.

Y es que ¿Cómo podían no sentirse de la manera en que se sentían cuando dos Caminantes más habían regresado la noche anterior, no siendo otros que Violet y Garrett? Como si la vida no pudiera ser más complicada. Los dos se veían perdidos cuando los encontraron, furiosos, nerviosos. Un poco asustados también. Y ellos habían terminado actuando como Allison en el bosque neblinoso, como los malos de la película intentando darles caza. Y los malos terminaron mostrándose como los buenos, con Jennifer y Kate haciendo acto de presencia, a través de una cortina de humo, justo cuando estaban a punto de atraparlos. Y podrían haber conseguido algo, ya que "Los Huérfanos" se mostraron reacios a ellas y retrocedieron hacia otro extremo insalvable, pero la entrada de Loraley en escena lo arruinó todo.