Sellado para la eternidad (Parte II)

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—¡¿Qué demonios?!— gritó Kate sobresaltada, corriéndose hacia un costado a toda la velocidad que pudo, al igual que el resto.

Ni siquiera a Marin le preocupó la seguridad del Nemeton, alejándose del árbol cortado y siendo una de los tres que se lanzaron hacia el suelo porque esa acción les resultaría más rápida que sus pisadas. Empero, para sorpresa general, el conductor detuvo el vehículo a escasos centímetros del tronco, cuando aquellos apostaban seguros a que iba a estamparse contra el árbol. Sin embargo, la sorpresa fue aún mayor cuando los dos ocupantes del vehículo pusieron pie en tierra.

—¡El árbol! ¡Casi chocas el árbol!— se quejó Jordan escandalizado, con sus manos en alto y el corazón latiendo desenfrenado a causa del susto.

—¡Aléjate de mi hijo, Gareth Calcavecchia, o te juro que meteré una de estas balas en tu retorcido cerebro!— gritó furioso Rafael McCall apuntando al sujeto, ignorando a su compañero y los llamados hacia él y el rubio.

—Balas de ocre— acotó jactancioso el ayudante del Sheriff, apuntando él también con su arma a los desconocidos.

Marin, Jennifer y Chris fueron los únicos que supieron el significado del ocre, letales para cualquier Darach. Scott no lo sabía, pero pudo oler el mismo olor en el arma del rubio. Y, sin lugar a dudas, algo realmente desconcertante pasaba allí, puesto que Jordan no sentía afición alguna por su padre, pero ahora estaba prácticamente hombro con hombro con el adulto.

—¡Papá, espera!— intentó Scott más preocupado por el hombre que desconcertado de verlo allí, jalándolo del brazo para que bajara el arma (inútil desde su punto de vista) y retrocediera detrás suyo.

—¡Ahora no, Scott! —lo regañó cual si tuviera cinco años, jalándolo y colocándolo detrás suyo, sin quitar la vista de los sujetos frente a sí— ¡No sé qué demonios hacen aquí, pero ya he enviado a "Los Calavera" un pedido de captura de sus cabezas! ¡Muertos! ¡Eso es lo que pedí! ¡Así que tienen...

—¡¿Cómo conoces a "Los Calavera"?!— inquirió el joven Alfa todavía más perdido.

—Creo que "demonios" no es una palabra que debería salir de tu boca, joven Rafael. No cuando...

—Y yo creo que todos conocemos lo suficientemente efectivos que son "Los Calavera". Deberían retirarse ahora— aconsejó Chris serio, interrumpiendo al jefe de los Calcavecchia, más que seguro de cuáles serían las palabras de pura maldad utilizadas por el sujeto.

—Sólo queríamos presentar nuestro saludo al Alfa de Beacon Hills— manifestó Gareth fingiendo inocencia, pero una sonrisa se coló en su endiablado rostro luego de señalar al adolescente.

—¡¿Alfa?! ¡¿A qué te refieres con...?! ¡Scott! ¿De qué demonios está hablando?— inquirió su padre entre preocupado y rabioso.

—Verás, papá... Bueno, lo que pasa es que...

—Al parecer algunos se deben un par de conversaciones. Creo que es hora de retirarnos por hoy. Ya hemos visto suficiente del panorama —esgrimió el brujo con malicia, dándose la vuelta sin protección alguna, confiado y seguro de sus movimientos— ¡Ah, Rafael! Deja de usar esa palabra que no le hace bien a tus memorias— acotó sabiendo lo que conseguiría.

Después de todo, ellos habían estado allí cuando el corazón de Melissa se había detenido por veinte minutos antes de que un milagro aconteciera. El aludido, rabioso, apuntó y disparó en dirección a su cabeza. No obstante, Peter apareció a su lado, moviéndose más rápido que ninguno, y golpeó al moreno en su muñeca, provocando que la bala se desviase y el arma volase cerca de un metro de distancia para caer en el suelo. Gareth Calcavecchia no se inmutó por el sonido del disparo ni giró hacia atrás, subiéndose a su camioneta junto a sus hombres como si nada hubiese pasado.

El lado oscuro de la luna [TEEN WOLF]Where stories live. Discover now