Cuatro

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"No recuerdo haber matado a nadie, podría haberlo hecho sin saberlo. No estoy seguro de si lo hice".

- Jhon Wayne Gacy

En la oscuridad de la habitación apenas vi su silueta, podía escuchar su vaga respiración, iba a tocarla pero preferí no hacerlo, antes de irme se notaba cansada y despertarla sería en vano.

Me quité los zapatos y caminé hasta la ventana con la posiblidad de ver esas linternas de la última vez, si puedo cruzar es probable que encuentre mi libertad, si logro sobrevivir.

Terminaría deambulando por las calles esperando que alguien sea amable en arme cobijo.

Un líquido tibio recorrió por mis pies descalzos hasta mojar las medias blancas de algodón.

Me agaché y con los dedos toqué el líquido, me acerqué hasta la luz que traspasa la ventana pero en cuanto lo hice mi garganta se secó, al mismo tiempo que el terror escaló desde la punta de mis dedos hasta cada uno de mis cabellos.

Sangre, mucha de ella.

Mi cuerpo tembló, quedé inmóvil procesando con horror el escenario.

—¡Sasha! —cuando intenté acercarme me halaron por la cintura y tiraron sobre la cama—. ¡¡Ayuda!!

Mi cabeza golpeó con la baranda de la cama dejándome un dolor que creía, sujetaron mis manos para ponerlas por sobre de mi cabeza y ejerció una presión capaz de hacer crujir mis muñecas.

El sujeto se montó sobre mi y colocó un objeto puntiagudo en mi garganta, intenté gritar pero el miedo me dejó muda, con cada pierna puesta a los lados de mi cuerpo me resulta imposible liberarme.

—Completo —dijo un hombre ajeno al que me tenía capturada.

Dos sujetos en la habitación donde nadie puede acceder a menos que sean los guardias, hermanas, enfermeras y enfermeros usando una tarjeta.

Entonces, ¿quiénes entraron?

Tendrían que ser los guardias y sería lo más lógico puesto que los chicos del área S viven incluso más vigilados que nosotras.
Además, yo misma presencié el instante en que fueron llevados a su zona.

El cuerpo de Sasha cayó generando un sonido hueco, el brillo de la luna iluminaba su rostro dormido que lentamente se manchó por la sangre del suelo. Presencié cómo la arrastraron lentamente pero ya no respiraba, se volvió un cuerpo vacío, el hombre que me tenía acorralada me dio un manotazo al costado del cuello dejándome inconciente.

Desperté gritando hasta quedar afónica, exaltada miré a la cama de Sasha, estávacía, sin rastros de sangre y con sábanas limpias.
Por la puerta una enfermera entró, saludó pero sólo la ignoré.

—Buenos días, el señor te bendiga —volvió a saludar con una sonrisa, hice a un lado las sábanas y caminé hacia la mujer.

—¿Dónde está Sasha? —agarré sus brazos con firmeza y la sacudí esperando una respuesta—. Nos atacaron y la mataron. ¿Dónde está su cuerpo?

—Cálmese, señorita Blous.

—Había sangre, era suya, me amenazaron y luego aturdieron.

—¡Guardias!, ¡hermanas! —gritó intentando soltarse con desesperación.

—¡Traela, ahora!, encuentra a los guardias que entraron aquí.

Dos enfermos me sujetaron, traté de liberarme hasta que sentí un pinchazo en el brazo, supe que fui inyectada con un sedante al momento en que los ojos se hicieron más y más pesados.

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