Cinco

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"El asesinato no se trata de lujuria y no se trata de violencia. Se trata de posesión".

- Ted Bundy

Mirada distante y lejana, mostrando una desconexión de la realidad y una inmersión en el mundo interno de cada uno, así lucen cada uno de ellos, exceptuando a Emett que sonreía a cada instante como payaso de circo.

Algunos se inclinan ligeramente hacia atrás en sus sillas, parecen estar satisfechos y contentos con la comida.

Se comunican en susurros y sus miradas están llenas de cautela y desconfianza. Cada uno de ellos observa constantemente a los demás, evaluando gestos y reacciones, es un grupo grande pero a simple vista no puedo saber quién es el líder, todos tienen un porte magnético de liderazgo.

Ragen.

Tiene que ser él.

Las chicas se observan entre sí con complicidad y comparten comentarios en voz baja, siguen los movimientos con la mirada de cada chico, atentas a cada gesto y expresión, son atraídas por la sensación de emoción y adrenalina.

La oscuridad y misterio atraen con intensidad, ellos son la viva imagen de esas palabras.

Mientras más misterio se oculta la curiosidad sale a brote.

La idea de estar con alguien que desafía las normas sociales puede resultar emocionante.

Ragen sin duda es diferente, está sumido en su lectura, con un libro entre las manos, sus ojos permanecen fijos en las páginas, sin descaro observo con interés sus movimientos.

Cómo es posible que alguien se vea tan sensual al hacer un simple movimiento como el de pasar una página.

—Pareces una lunática obsesiva —comentó Shun con cierta gracia.

Ha pasado una semana más en este aburrido lugar.

Los del área S vienen dos veces a la semana al comedor femenino, aunque he preguntado nadie sabe el por qué.

—¿Por?

—No dejas de verlos.

—Quizá descubra algo —dije probando la pasta—. Como ahora mismo descubrí que esta pasta sabe a mierda.

—¿Qué buscas exactamente?

Encogí los hombros sin respuesta.

Tenía la necesidad de saber qué sucedía en este lugar y algo en mi interior me alerta de los misterios que me rodean.

Además busco salir.

—No lo sé, hay algo en este lugar que no cuadra, entiendo que amen a Dios pero los francotiradores es algo excesivo. ¿Por qué hay habitaciones cerradas en el primer piso?

—Deberías ser cuidadosa porque si nadas en aguas turbulentas te arrastrán con ellas hasta ahogarte.

—Es por eso que pedí su ayuda.

—¿Aceptó?

No dio una respuesta concreta.

Por lo tanto debo estar alerta.

—Si, espero que sea de ayuda.

—¡Jaina! —gritaron mi nombre con fervor—. ¡Tú!

Giré en busca de la persona.

Kenia me agarró del cuello de la blusa y me obligó a pararme, sentí el lateral de la mesa chocar con mi cuerpo, no tengo escapatoria.

—¿Qué tienes? —hablé asustada, ella está fuera de sí, sus emociones están por los aires.

RagenWhere stories live. Discover now