Dieciocho

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Shun

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Shun

Hace días que no veía a Jaina pero me aseguraron que está viva, eso es lo único que importa.

El sacerdote Samuel se notaba ansioso y no prestaba atención a Nina que leía sus plegarias esperando que le corrija algún error.

—Estás distraída, señorita Shun —dijo él tocando mi barbilla.

—Lo lamento.

—Pareces un ángel, lástima que ya tengas dueño.

Su comentario me confundió al igual que a las demás chicas, intenté darle un significado pero no pude, no soy buena con los mensajes ocultos.

—Disculpe mi atrevimiento pero cuál es el significado.

—Los ángeles sirven a un sólo señor por el que dan su vida, eres presa de tu pasado y por lo tanto él es tu dueño.

—Padre Samuel...

—Si quieres librarte de eso búscame y te diré cómo hacerlo.

Cautivada por la suavidad de su voz asentí, no es de negar su belleza a pesar de ser un hombre de cuarenta años.

Dejé la iglesia y me dirigí al comedor, por uno de los pasillos vi una melena rubia pasar con rapidez, inmersa en curiosidad lo seguí, ingresó al aula de música, sentado de espaldas me acerqué.

—Conrad.

—¿Te divertiste siguiendo?

—Lastimosamente no.

Intenté acercarme pero noté unas pequeñas manchas de sangre en el piso, caían de su brazo izquierdo, me arrodillé a su costado y subí su manga.

Los puntos de su herida se abrieron.

—¿Qué te pasó? —cuestioné.

—Ayer tuve una emocionante aventura pero Ragen no está para curarnos.

—¿Nos?

—Los demás igual están heridos.

—Déjame atenderlos.

Tengo conocimiento básico para estas cosas.

—Si me muestras tu título de enfermera puede que lo considere.

—Estoy ofreciendo ayuda.

—¿Por qué nos ayudarías?, sabes lo que hacemos.

—No sé toda la verdad.

—Espera que Jaina vuelva y te lo contará.

—Los curaré con una condición, cuéntame la verdad.

—Si lo hago tendrás que morir —se enderezó con inmodidad.

—No diré nada, lo prometo.

Su carcajada resonó con eco por toda la habitación.

RagenOnde as histórias ganham vida. Descobre agora