Ocho

64 5 10
                                    

"Los odio por excluirme de tantas cosas. Los odio y será mejor que me tengan miedo ¡Odio! Estoy lleno de odio y me encanta. La naturaleza humana de la gente es su muerte"

- Eric Harris

- Eric Harris

Oops! Această imagine nu respectă Ghidul de Conținut. Pentru a continua publicarea, te rugăm să înlături imaginea sau să încarci o altă imagine.

Salimos por la ventana con un sigilo impropio de mi, me llevó hasta una colina verdosa donde estaba la entrada a un canal pestilente y viejo, es inevitable ver ma cantidad de moho que posee a su alrededor.

Me entregó una linterna e indicó con su mirada que ingrese y vea por mí misma lo que encontró. Por un instante dudé en hacerlo, sin embargo, mi curiosidad es mayor.

No lo hagas.

El olor a descomposición provenía de ese lugar, oscuro y lleno de humedad.
Tapé mis fosas nasales para evitar vomitar, no me atreví a encender la linterna por miedo a encontrar cualquier animal muerto.

Un fuerte frío congeló mis huesos, tropecé con algo duro y largo, en cuanto respiré vomité, apestaba horriblemente, me puse de pie y encendí la linterna, el suelo tenía unas manchas secas y otros frujos extraños que mancharon mi ropa.

Lentamente apunté a la cosa que me hizo caer, solté un estridente grito al ver de qué se trata, salí asustada del lugar, mis manos temblorosas soltaron la linterna, las vendas en mis brazos estaban manchadas de ese espantoso líquido que despendre un nauseabundo olor.

—Lo hiciste.

Una sombra oscura apareció entre los árboles, soltó una carcajada que erizó mi piel.

—Fuiste tú, la mataste —acusé temblorosa—. Ese cuerpo en el canal...tu la asesinastes.

Callado avanzó, mi vista cayó al cuchillo en su mano, lo hará, me matará.

—Estás loco —solté aterrada—. No quieres hacerlo.

—¿Estás segura? —su voz me congeló por completo.

—Ragen...

Carcajeó.

—Dios, Jaina, debiste ver tu cara.

—¿Qué? —cuestioné confusa.

—Parece que viste un fantasma.

—Pero tú... el cuchillo y ese cadáver.

—No voy a matarte, no por ahora.

—¡Ya no soporto! —caí de rodillas, rendida—. Quiero irme.

—¿Crees que yo no?

—Maldita la hora en que decidí venir.

—Deja de hacerte la víctima, cada quién paga sus pecados como se lo merece.

RagenUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum